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El autor de Dilbert explica cómo fallar en casi todo y aun así ser un triunfador
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LECCIONES DE VIDA DE UN MULTIMILLONARIO

El autor de Dilbert explica cómo fallar en casi todo y aun así ser un triunfador

Aprender de los errores no sólo es una virtud, sino el punto de partida imprescindible para alcanzar el éxito, según el economista y empresario S. Adams

Foto: Scott Adams, trabajando en su estudio. (Dilbert)
Scott Adams, trabajando en su estudio. (Dilbert)

Aprender de los errores no sólo es una virtud, sino el punto de partida imprescindible para alcanzar el éxito. El fracaso es una cuestión cultural y como tal no se percibe igual en todos los países. En EEUU, por ejemplo, los responsables en recursos humanos, inversores o empresarios los valoran positivamente porque, como ha resaltado Robert Wolcott, director ejecutivo de la Escuela de Negocios Kellogg de Estados Unidos, “si intentas crear un negocio y no triunfas, eso quiere decir que eres emprendedor, capaz de afrontar nuevos retos y con bagaje a tus espaldas”. En cambio, en España las connotaciones son bastante más negativas y para nada se entiende como un proceso de aprendizaje.

El economista Scott Adams, creador de la famosa tirá cómica Dilbert, con la que se ha hecho millonario, asegura que su carrera profesional nunca habría sido tan exitosa si en sus inicios no hubiese lidiado con el fracaso. En su último libro, Cómo fallar en casi todo y aun así ganar a lo grande (Portfolio), ofrece una serie de claves vitales e ideas útiles, extraídas tanto de su experiencia personal como de las investigaciones que ha realizado, para ayudarnos a triunfar. Unos consejos que seguro derrumbarán más de un mito.

Diseña un sistema en lugar de ponerte metas

La diferencia entre diseñar sistemas o ponerser pequeños objetivos es patente, al igual que los resultados que se pueden llegar a obtener siguiendo una u otra estrategia. Las metas y los objetivos son finitos, y su consecución depende de multitud de factores, entre ellos la suerte, que podrán alterar el resultado o dejar la situación fuera de nuestro control. En cambio, los sistemas se basan en un método que proporciona una base regular e inalterable que, tarde o temprano, generará resultados si está bien diseñado, al margen de la buena o mala suerte.

Sentir pasión por lo que se hace es una condición imprescindible para triunfar, pero no es suficiente

De nada vale seguir una dieta para perder peso de forma puntual si cuando se logra el objetivo mantenemos los mismos hábitos alimenticios que nos habían hecho engordar. Siguiendo este ejemplo, la meta sería la dieta y la alimentación saludable, junto a los buenos hábitos de vida, serían el sistema. A la larga, será más positivo seguir un sistema que embarcarse en una dieta tras otra. La ventaja de diseñar un sistema, ya sea para mejorar nuestra salud, emprender un negocio, ascender profesionalmente o hasta escribir un libro, consiste en que se marcan expectativas razonables, sin plazos a contrarreloj y con la seguridad de que uno se mueve hacia la dirección correcta.

El éxito es lo que genera pasión, y no al revés

Sentir pasión por lo que se hace es una condición imprescindible para triunfar, pero no es suficiente. En ocasiones, un exceso de ilusión incluso puede llegar a ser contraproducente, haciéndonos incurrir en riesgos o cegándonos ante los peligros. Al igual que un inversor no apuesta su dinero por un proyecto que sólo esté cargado de pasión, no es recomendable que persigamos algo en la vida porque nos entusiasma, pero que no es realista alcanzarlo. Además, añade Adams, si un proyecto tiene éxito, entonces también aumentará nuestra pasión porque nos sentiremos realizados, valorados y útiles.

Céntrate en la energía que empleas, no en el tiempo que dedicas

Todas mis decisiones están orientadas a maximizar mi energía personal

El creador de Dilbert explica en su libro que su única métrica para gestionar sus tareas es la energía. “Todas mis decisiones están orientadas a maximizar mi energía personal, lo que me ayuda a establecer unas u otras prioridades”, apunta. Es decir, la productividad depende más del estado anímico y del momento que del tiempo que se dedique a algo. “A las 6:00 horas de la mañana soy un gran creativo y suelo tener mucho inspiración, mientras que a las 14:00 horas se convierto en una simple copiadora sin apenas cerebro”, relata Adams.

placeholder Una de las tiras cómicas de Dilbert.

Si algo te disgusta o no te apetece hacer, finge lo contrario

Este quizá sea uno de los consejos más polémicos que ofrece el economista en su libro, pero hay que entenderlo desde el plano de la superación personal. Esto es, las acciones o actitudes pueden acabar configurando los sentimientos, como defienden las investigaciones de Richard Wiseman recogidas en The As If Principle (Free Press). Por ejemplo, y como han demostrado numerosas investigaciones psicológicas, forzar una sonrisa cuando estamos tristes nos ayuda a sentirnos un poco más felices. Se trata, en definitiva de asociar esta suerte de “fingimiento” a los principios de la psicología positiva.

Sé optimista y no dejes de apreciar las cosas positivas

Entroncando con la anterior idea, para Adams es fundamental que los pensamientos positivos sean muy superiores en número a los negativos. Es habitual que dejemos de apreciar las cosas que nos hacen felices cuando están presentes en nuestro día a día, por lo que es necesario “esforzarse para reflexionar en lo bueno y no dejar de valorarlo”. La felicidad no es algo que se pueda alcanzar, como una meta, pero sí es un estado emocional, por lo que es preciso cultivarla y cuidarla.

Aprender de los errores no sólo es una virtud, sino el punto de partida imprescindible para alcanzar el éxito. El fracaso es una cuestión cultural y como tal no se percibe igual en todos los países. En EEUU, por ejemplo, los responsables en recursos humanos, inversores o empresarios los valoran positivamente porque, como ha resaltado Robert Wolcott, director ejecutivo de la Escuela de Negocios Kellogg de Estados Unidos, “si intentas crear un negocio y no triunfas, eso quiere decir que eres emprendedor, capaz de afrontar nuevos retos y con bagaje a tus espaldas”. En cambio, en España las connotaciones son bastante más negativas y para nada se entiende como un proceso de aprendizaje.

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