Es noticia
Guía para escritores eróticos: estas son las peores escenas de sexo de la literatura
  1. Alma, Corazón, Vida
EL PREMIO 'BAD SEX' ELIGE LAS OBRAS MÁS CUTRES

Guía para escritores eróticos: estas son las peores escenas de sexo de la literatura

Un premio reconoce la peor descripción sexual en una novela y entre sus ganadores se encuentran clásicos como Tom Wolfe, Norman Mailer o John Updike

Foto: La novela erótica suele caer en ocasiones en determinados clichés o lugares comunes. (Corbis)
La novela erótica suele caer en ocasiones en determinados clichés o lugares comunes. (Corbis)

El éxito de la saga 50 sombras de Grey (Grijalbo) de E.L. James ha hecho que la oferta de literatura erótica se haya multiplicado exponencialmente. Pero antes de que Anastasia Steele se encontrase con Christian Grey, dicho subgénero ya abundaba en las librerías, sólo que oculto en el rincón de más difícil acceso, lejos de las estanterías de los más vendidos. Sin embargo, cada vez más libros de narrativa, especialmente desde que Henry Miller abriese un gran número de puertas con novelas como Trópico de Cáncer (1934), pueden presumir de saltarse los viejos tabúes sexuales.

Con el objetivo de premiar –o, mejor dicho, castigar– a los escritores que se han atrevido a detallar relaciones sexuales en sus obras se creó en 1993 el Premio al Mal Sexo en Ficción (o Bad Sex in Fiction Award), y que ha seguido otorgándose cada año hasta el actual, cuando el galardón ha recaído en The City of Devi (Bloomsbury Publishing) de Manil Suri. Literary Review, la revista que otorga dicho premio, tiene como objetivo “atraer la atención al uso tosco y sin gusto, a menudo superficial, de las descripciones sexuales redundantes en la novela moderna, para disuadir de su uso”.

El Premio al Mal Sexo es otorgado a las peores descripciones del acto sexual en novela

Ni siquiera los grandes nombres de la narrativa de las últimas décadas han conseguido escapar de la mala idea de la revista editada por Nancy Sladek.Tom Wolfe obtuvo el galardón en 2004 por Soy Charlotte Simmons (Zeta), en la que retrataba los usos y costumbres amorosos de los universitarios americanos. John Updike, autor de Corre conejo (Tusquets), gozó del privilegio de obtener el primero de estos premios dedicados a toda una carrera. Y Norman Mailer se convirtió en 2007 en el primero en obtener el premio de manera póstuma por su descripción del coito que dio luz a Adolf Hitler en El castillo en el bosque (Anagrama). Nada nuevo bajo el sol, por lo tanto. El auge de la novela erótica simplemente ha proporcionado un mayor número de candidatos al jurado británico.

La actriz Joan Collins fue quien, el pasado 2 de diciembre, se encargó de descubrir al ganador de este año en el club londinense In & Out. Pero, ¿cuáles son esos fragmentos que tanto llamaron la atención del jurado como para sobresalir entre millones de competidores? A continuación presentamos los extractos seleccionados por el jurado de los últimos seis ganadores, que ejemplifican de manera bastante certera ese “mal gusto” que animó a las críticas literarias Rhoda Koenig y Auberon Waugh a crear el galardón.

2013. “Los estadísticos se regocijan” (The City of Devi de Manil Suri)

“Seguramente había supernovas explotando en ese momento en algún lugar, en alguna galaxia. La choza desaparece, y con ella, el mar y la arena; sólo el cuerpo de Karun, encerrado con el mío, permanece. Luchamos como superhéroes a través de los soles y los sistemas solares, nos zambullimos en bancos de quarks y núcleos atómicos. En celebración de nuestro avance por la cuarta estrella, los estadísticos de todo el mundo se regocijan”.

Si tu protagonista masculino es un físico, más te vale aplicarte el cuento y trasladar el lenguaje científico a la descripción del acto sexual, pareció pensar Suri, autor de esta novela que transcurre en un Bombay en toque de queda ante la posibilidad de un ataque nuclear. Sexo y bombas atómicas, un cóctel explosivo.

2012. “Un espacio ondulado con cielos ondulados y no-cuerpos ondulados” (Infrared de Nancy Huston)

“Nunca me cansaré de esa fluidez plata, mi sexo nadando en alegría como un pez en el agua, mi ser liberado de mí misma y de los demás, la sensación temblorosa, la palpitación carnal y rosa que te separa de todos los colores y de toda la carne, haciéndote ver únicamente estrellas, constelaciones, vías lácteas, impulsándote sin cuerpo y sin alma a un espacio ondulado donde los cielos ondulados convierten tu no-cuerpo en ondulado”.

La hipérbole es el recurso más utilizado por los escritores para definir los maravillosos encuentros sexuales que llevan a cabo sus protagonistas. Por eso, la referencia a los astros, el más allá o lo trascedente son habituales entre los ganadores de este premio, como es el caso de esta novela que relata la vida de Rena Greenblatt, una fotógrafa afincada en Florencia. El arte, especialmente el renacentista, parecellevarse bien con el sexo intenso.

2011. “Las joyas de la familia” (Ed King de David Guterson)

“En la ducha, Ed permaneció de pie con sus manos detrás de la cabeza, como alguien a quien acaban de arrestar, mientras ella lo maltrataba con una barra de jabón. Después de un rato, cerró sus ojos, y Diane, utilizando sus uñas y mirando a su cara, lo ayudó con sus dos experimentadas manos, una de las cuales estrujaba las joyas de la familia”.

La constante tensión entre lo literal y lo figurado, entre lo explícito y lo implícito, puede hacer que algunos autores incurran en ciertos eufemismos desafortunados. Desde luego, denominar “las joyas de la familia” a los testículos, como hace David Guterson en Ed King, no es el culmen del refinamiento literario.

2010. “Su pezón era como un bello animal nocturno” (The Shape of Her de Rowan Somerville)

“Desabotonó la parte delantera de su blusa y la abrió para dejar al descubierto su pecho, su pezón empujado hacia afuera, vuelto hacia arriba como la nariz del más bello animal nocturno, olisqueando la noche. Él lo tomó entre sus labios y chupó su sal”.

El jurado quiso recordar en 2010 que “no hay nada más inglés que el mal sexo”, por lo que agradeció el esfuerzo realizado por Rowan Somerville en su segunda novela para retratarlo en sus páginas. Aquel año se produjo la descalificación de Alastair Campbell, puesto que su pasaje había sido escrito a propósito con el objetivo de vencer en el concurso.

2009. “Usaría mi pene como una estaca” (Las benévolas, Jonathan Littell)

“Me corrí de repente, una sacudida que vacío mi cabeza como una cuchara rebañando el interior de un huevo cocido. Si aún pudiese empalmarme, pensé, usaría mi pene como una estaca endurecida por el fuego, y dejaría ciego a este Polifemo que me convirtió en Nadie. Pero mi polla permanecía inerte, y yo parecía haberme convertido en piedra”.

El único libro de los aquí presentados publicados en nuestro país –concretamente, por RBA Editores– y una de las grandes novelas de los últimos años, tanto por calidad como por cantidad, como muestran sus generosas 1.200 páginas. Littell, ganador del Premio Goncourt, recibió el premio con buen humor ya que el jurado reconoció, no obstante, que su trabajo era “obra de un genio”. Se trata de la excepción en una lista en la que abundan las novelitas.

2008. “Como un gato chupando un plato” (Shire Hell, Rachel Johnson)

“Casi gritando tras cinco minutos de placer agonizante, lo agarro para ponerlo, ahora furiosamente chocando nuestros vientres, dentro de mí, pero agarra mis brazos y pone su lengua en mi centro, como un gato chupando un plato de crema con el objetivo de no desperdiciar ni una gota”.

“Piensas que debe ser un error, pero efectivamente, se refiere a su pene como ‘él’”, recordaba el jurado que falló a favor de Rachel Johnson en la edición de 2008. La autora también se tomó el premio con buena cara, y recordó que “quizá los hombres con reputaciones literarias que abrillantar lo encuentren insultante, pero si publicas un libro, cualquier clase de atención es bienvenida”. Algo que bien saben todos los premiados de los últimos años, que suelen aceptar el galardón con media sonrisa, conscientes de que van a gozar de una gran cantidad de publicidad gratuita.

El éxito de la saga 50 sombras de Grey (Grijalbo) de E.L. James ha hecho que la oferta de literatura erótica se haya multiplicado exponencialmente. Pero antes de que Anastasia Steele se encontrase con Christian Grey, dicho subgénero ya abundaba en las librerías, sólo que oculto en el rincón de más difícil acceso, lejos de las estanterías de los más vendidos. Sin embargo, cada vez más libros de narrativa, especialmente desde que Henry Miller abriese un gran número de puertas con novelas como Trópico de Cáncer (1934), pueden presumir de saltarse los viejos tabúes sexuales.

Novela Tabú Humor Libros Noadex
El redactor recomienda