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No todas las calorías son iguales: cómo ganar kilos pese a comer poco
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¿HAY QUE TOMAR MENOS CARBOHIDRATOS?

No todas las calorías son iguales: cómo ganar kilos pese a comer poco

Pese a la ingente cantidad de estudios científicos realizados en los últimos años para lograr entender la obesidad y tratar de atajarla, las convenciones populares sobre

Foto: Creemos que todas las calorías son iguales, pero hay alimentos que nos hacen engordar más rápido. (Corbis)
Creemos que todas las calorías son iguales, pero hay alimentos que nos hacen engordar más rápido. (Corbis)

Pese a la ingente cantidad de estudios científicos realizados en los últimos años para lograr entender la obesidad y tratar de atajarla, las convenciones populares sobre la nutrición apenas han cambiado. “Poco plato y mucho zapato”, dice el refrán, y a ello nos agarramos para tratar de adelgazar. La gran mayoría de nutricionistas insiste en la misma idea: todas las calorías son iguales y, dado que las grasas son el tipo de nutriente que más energía aporta, es el que primero debemos reducir si queremos adelgazar.

La demonización de las grasas está ampliamente instalada en nuestro acervo cultural. Basta cerrar los ojos y pensar en los alimentos que más engordan: panceta, mantequilla, fritos, chorizo… A nadie se le ocurriría pensar primero en el pan, la pasta o el arroz, pero es el aumento del consumo de estos alimentos, los carbohidratos –la base de la cada vez más cuestionada pirámide alimenticia–, al que cada vez más científicos culpan de la epidemia de obesidad.

Comemos demasiados carbohidratos y azúcar, que disparan la insulina y, a la larga, fomentan la acumulación de grasas

En su último libro, La nueva ciencia del bienestar (Crítica), Jose María Ordovás, uno de los más conocidos nutricionistas del mundo, explica por qué deberíamos cambiar nuestra opinión sobre las grasas: “Por unidad de peso, la grasa contiene más del doble de calorías (9 kcal/gramo) que las proteínas o los hidratos de carbono (4 kcal/gramo). Parece lógico pensar, por tanto, que la grasa de la dieta promueve más fácilmente la obesidad. De esta supuesta ecuación surgió el interés por los productos bajos en grasa o con cero grasas. Pero las estadísticas revelan que la multiplicación de lo light no ha frenado el avance de la obesidad en lo más mínimo. Quizá sea porque debamos modificar la incidencia que la grasa tiene sobre la salud. Tras décadas de persecución y aprisionamiento, su inocencia está siendo vindicada por la evidencia científica”.

Pero es difícil cambiar los dogmas. La hipótesis del equilibrio energético –en resumidas cuentas, somos gordos porque comemos más de los que quemamos–, se ha instalado como la única forma de explicar la obesidad. Pero, según Ordovás y otros científicos, como el divulgador Gary Taubes, es una concepción limitada y errónea. Si engordamos no es sólo porque comemos demasiado. Hay diversas causas que explican la obesidad, y una de las más importantes es que comemos demasiados carbohidratos y azúcar, que disparan la insulina y, a la larga, fomentan la acumulación de grasas.

Haciendo de conejillo de indias

Las reglas se están rescribiendo: cada vez más científicos piensan que para adelgazar lo más inteligente es limitar el consumo de carbohidratos y comer más grasas. Pero la idea, pese a la cada vez más sólida evidencia científica, sigue encontrando gran resistencia y no ha logrado penetrar en el discurso público. Sólo un país en el mundo, Suecia, ha cambiado sus recomendaciones oficiales a este respecto, tras un informe del Consejo de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, un órgano consultivo del gobierno, que instó a cambiar el discurso oficial tras la revisión de 16.000 estudios científicos.

Alentado por estas teorías, un entrenador personal de Londres, Sam Feltham, ha decidido probar en su propio cuerpo las diferencias entre una dieta rica en grasas y baja en carbohidratos y otra baja en grasas y rica en carbohidratos. “Mi negocio consiste en ayudar a la gente a perder peso, y si todas las calorías no son iguales, la diferencia es importante”, ha explicado el entrenador en su página personal.

Si fuera cierto que la reducción de calorías es la clave para perder peso, entonces el exceso de éstas debería provocar el mismo aumento

Hace unos meses, Sam cambió su dieta para ingerir 5.000 calorías cada día –una cantidad muy por encima de lo recomendado–. Durante tres semanas siguió la dieta baja en grasas, compuesta en un 63% de carbohidratos, un 13% de proteínas y un 22% de grasas, comiendo pan de ajo, lasaña baja en calorías, bollos, yogures light, arroz con leche, magdalenas y pan integral; las tres semanas siguientes cambió a la dieta rica en grasas, compuesta en un 72% por grasas, 22% de proteínas y sólo un 5,9% de carbohidratos, y se alimentó a base de huevos, caballa, filetes, vegetales verdes, aceite de coco, frutos secos…

Según la hipótesis del balance energético, Feltham debería haber ganado el mismo peso con ambos regímenes –ya que mantuvo exactamente el mismo nivel de actividad física–, pero no fue así. Con la dieta que primaba los carbohidratos Feltham ganó más de 7 kilos de peso y 9,5 cm de cintura, con la dieta que primaba las grasas Feltham ganó poco más de 1 kilo de peso y perdió 2,5 cm de cintura.

Feltham admite que su experimento no aporta evidencias científicas, y que las grasas no eran especialmente “malas”, pero asegura que sirve para demostrar a las claras que, desde luego, no todas las calorías son iguales: “Era un experimento para poner a prueba la idea de que diferentes alimentos afectan a la bioquímica del cuerpo de manera diferente. Si fuera cierto que la reducción de calorías es la clave para perder peso, entonces el exceso de éstas debería provocar el mismo aumento, vengan de una dieta ‘saludable’ rica en grasas o una dieta ‘pobre’ rica en carbohidratos”.

placeholder Evolución de Feltham en el transcurso de la dieta rica en carbohidratos. (Sam Feltham)

Los carbohidratos pueden elevar también el colesterol

La dieta rica en carbohidratos no sólo hizo que Feltham ganara muchísimo peso, además alteró todos los indicadores corporales asociados a la alimentación. “La dieta le provocó síndrome metabólico”, ha asegurado al Daily Mail el doctor Aseem Maholtra, cardiólogo del Royal Free Hospital de Londres, que es el primer paso para desarrollar riesgos cardiovasculares o diabetes. “Particularmente preocupante fue el aumento de triglicéridos, que se cuadriplicaron, y la bajada en los niveles de HDL, el colesterol ‘bueno”. Además, añade, “el nivel de inflamación de su hígado se duplicó, algo que está vinculado con la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”.

Para Maholtra es alarmante lo que una dieta rica en carbohidratos puede hacer en sólo tres semanas. “Si alguien entrara en mi clínica en ese estado tendría que cambiar su dieta rápidamente”, asegura. Pero aún más preocupante es el hecho de que Maholtra nunca dejó su trabajo de entrenador, por lo que estuvo haciendo ejercicio en todo momento. “Si esta dieta ha tenido tamaño efecto en tres semanas, ¿qué puede hacerle a la gente que no hace ejercicio y sigue regímenes parecidos durante años?”, se pregunta el médico. Desde luego, nada bueno.

Pese a la ingente cantidad de estudios científicos realizados en los últimos años para lograr entender la obesidad y tratar de atajarla, las convenciones populares sobre la nutrición apenas han cambiado. “Poco plato y mucho zapato”, dice el refrán, y a ello nos agarramos para tratar de adelgazar. La gran mayoría de nutricionistas insiste en la misma idea: todas las calorías son iguales y, dado que las grasas son el tipo de nutriente que más energía aporta, es el que primero debemos reducir si queremos adelgazar.