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La estrategia 16-8-4: así será la sanidad mundial en el año 2035 (si lo hacemos bien)
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La estrategia 16-8-4: así será la sanidad mundial en el año 2035 (si lo hacemos bien)

El informe Global Health 2035 marca las directrices financieras necesarias para alcanzar una cobertura universal que acabe con la brecha entre países

Foto: En 2035 la cobertura sanitaria podría llegar a todo el mundo. (Corbis)
En 2035 la cobertura sanitaria podría llegar a todo el mundo. (Corbis)

En el año 2000 la Organización de Naciones Unidas marcó una serie de prioridades para hacer del mundo un lugar mejor: los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. El cumplimiento de estos objetivos –entre otros, erradicar la pobreza extrema– ha guiado las políticas de cooperación desde entonces, pero falta poco más de un año para alcanzar la fecha límite en la que se debían haber cumplido, fijada en 2015, y nadie duda de que la estrategia ha resultado un absoluto fracaso. No porque los objetivos estuvieran mal fijados, sino porque, desde el primer momento, los gobiernos no se han tomado en serio su cumplimiento.

En estas fechas, tanto en la 68ª Asamblea General de la ONU, que finaliza en dos semanas, como en otros foros internacionales, los gobiernos discuten el diseño de la nueva agenda de cooperación, que guiará las políticas de desarrollo en los años venideros. Y coincidiendo con este importante debate, The Lancet publica hoy un documento que aspira a servir de hoja de ruta en lo que respecta al ámbito sanitario.

Esta generación tiene los recursos financieros y la capacidad tecnológica necesaria para comenzar a cerrar la brecha sanitaria mundial

El informe Global Health 2035, elaborado por 25 economistas y expertos en salud pública, parte de una premisa clara: la mayoría de personas que mueren en manos de enfermedades evitables, causadas porinfecciones o debido a las bajas condiciones sanitarias de madres y niños, viven en países pobres. Y es en estas regiones más vulnerables donde la comunidad internacional debe centrar sus esfuerzos.

Sanidad universal, en todo el mundo, en sólo una generación

En 1993, el economista Lawrence Summersdirigió un informe del Banco Mundial, Invirtiendo en salud, en el que llegaba a una importante conclusión: los gastos en sanidad bien escogidos, basados en la evidencia, no sólo mejoran la salud de la población, también su prosperidad económica. Summers ha sido ahora el encargado de dirigir el informe de The Lancet y, siguiendo esa premisa, ha elaborado un marco de actuación financiera que dibuja un escenario esperanzador en una fecha tan cercana como 2035: la cobertura sanitaria universal.

En opinión de los autores del informe, una característica única de esta generación es que tiene los recursos financieros y la capacidad tecnológica necesaria para comenzar a cerrar la brecha sanitaria mundial: “La historia muestra que incluso los países pobres pueden lograr grandes descensos de las tasas de mortalidad si invierten en salud”.

El crecimiento esperado de los países de ingresos medios les permitirá financiar su sanidad utilizando sólo recursos domésticos

Los investigadores ponen como ejemplo a los países de las 4 “ces” –Chile, China, Costa Rica y Cuba– que partieron de una situación económica y sanitaria similar a las de los países más pobres de hoy en día, pero en 2011 lograron una fuerte reducción de sus muertes evitables. Ahora son cuatro de los países en vías de desarrollo con un mejor rendimiento sanitario.

El informe marca un camino para que los países pobres logren alcanzar los niveles de mortalidad que ahora tienen los países de las 4 “ces”, lo que evitaría unos 10 millones de muertes en 2035. Esta estrategia se ha bautizado como “16-8-4”: reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años a 16 por cada 1.000 habitantes, reducir las muertes causadas por el SIDA a 8 por 100.000 y reducir las muertes por tuberculosis a 4 por 100.000.

Para cumplir con la estrategia 16-8-4, el informe marca dos prioridades:

  • Ampliar la aplicación y fomentar la creación de herramientas para luchar contra el VIH, la tuberculosis, la malaria, las enfermedades tropicales y la salud materno-infantil.
  • Fortalecer los sistemas de salud mediante un enfoque diagonal, que permita a los países mejorar su capacidad para aumentar el presupuesto sanitario.

La investigación: un deber de los países ricos

Bill Gates firmó ayer una columna en la revista Science Translational Medicine que, aunque no tiene nada que ver con el informe de The Lancet, coincide en sus aspiraciones en lo que respecta a la investigación. En su opinión, el objetivo prioritario de la investigación sanitaria debe ser el desarrollo de vacunas para acabar con el VIH, la malaria y la tuberculosis. Algo que sólo es posible si los gobiernos de los países desarrollados dejan de recortar los presupuestos de investigación básica.

Gasto en I+D en los países en desarrollo en 2011. (The Lancet)El informe de The Lancet asegura que lo mejor que la comunidad internacional puede hacer para alcanzar la convergencia sanitaria es proveer a los países menos afortunados con nuevas herramientas, que surjan de una apuesta decidida por la I+D en sanidad. Los autores del estudio reconocen que la cobertura universal no es alcanzable con las herramientas que se utilizan hoy, la mayoría de ellas de hace más de una década. La comunidad internacional debe duplicar su presupuesto de I+D:de los 3.000 millones de dólares al año que se emplean hoy a los 6.000 en 2020. La mitad de este aumento debería provenir de países de ingresos medios.

El desarrollo de nuevas técnicas para combatir estas enfermedades evitables, no sólo tendrá un impacto en los países más pobres. Según apunta el informe, en torno a dos tercios de las muertes infantiles, por SIDA y por tuberculosis, ocurren en países de ingresos medios, no en los más pobres. Por tanto, los esfuerzos deben centrarse también en las zonas rurales y marginales de los países no tan pobres. Sólo si la asistencia sanitaria llega a todas las capas sociales se logrará una verdadera universalización de la misma.

La financiación: una inversión rentable

Para mejorar los sistemas de salud es necesario invertir en ellos. Y la cuantía no es pequeña. Los economistas que han elaborado el informe estiman que los 34 países con rentas más bajas deberán invertir 23.000 millones de dólares al año entre 2016 y 2015, una cifra que debería elevarse a 27.000 millones entre 2026 y 2035. Los países de ingresos medios deberán emplear aún más dinero: 38.000 millones de dólares al año entre 2016 y 2025 y hasta 53.000 millones entre 2026 y 2035.

Hoja de ruta financiera del informe global health 2035. (the lancet)¿De dónde va salir tanto dinero? Los economistas tienen claro que el crecimiento esperado de los países de ingresos medios les permitirá alcanzar la cuantía sin muchos apuros, utilizando sólo recursos domésticos. Los países más pobres necesitarán asistencia externa, pero deberían ser capaces de financiar gran parte de sus sistemas en el corto plazo.

Aunque las cuantías son grandes, el informe insiste en que la inversión en salud no sólo hace que crezca la esperanza de vida, además hace que aumente el PIB de las naciones, y el retorno es mayor incluso del que se creía hace unos años.

Los autores utilizan el enfoque de la “riqueza total”, que mide el retorno de la inversión en salud en términos de crecimiento económico nacional (medido a través del PIB) y el valor económico de cada año de vida que ganan sus ciudadanos. Según este enfoque, el 24% de la “riqueza total” de los países en vías de desarrollo entre 2000 y 2011 provino de la inversión en sanidad.

La paradoja sanitaria del país en desarrollo

Podríamos pensar que, a medida que crece la renta per cápita de un país, aumenta también la calidad de vida de sus ciudadanos. Pero esto no es siempre así. El crecimiento económico provoca una reducción de las muertes materno-infantiles y aquellas provocadas por infecciones, pero hace que crezcan todas las patologías no trasmisibles y las lesiones: la gente fuma y bebe más, aparece la obesidad y aumenta el tráfico rodado y, con él, los accidentes.

Un impuesto del 50% sobre el tabaco evitaría 20 millones de muertes en China

El informe apunta que, para alcanzar los objetivos marcados en 2035, los países en desarrollo tienen que empezar a preocuparse ya por enfermedades que, hasta hace poco, eran propias sólo del mundo rico. Los autores invitan a los gobiernos a gravar con contundencia el tabaco y otras sustancias dañinas, como el alcohol, así como el consumo de combustibles fósiles. Estas medidas tienen una doble ventaja: disminuyen el impacto de las enfermedades no trasmisibles y nutren de dinero las arcas públicas, lo que permite la financiación de otras medidas para prevenir el impacto de estas patologías.

El impuesto sobre el tabaco es, según el informe, la medida más importante para reducir el impacto de las enfermedades no trasmisibles. “En los próximos 50 años”, explican los autores, “un impuesto del 50% sobre el tabaco evitaría 20 millones de muertes en China y 4 millones en la India, generando unas ganancias anuales de 20.000 y 2.000 millones de dólares, respectivamente”.

En el año 2000 la Organización de Naciones Unidas marcó una serie de prioridades para hacer del mundo un lugar mejor: los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. El cumplimiento de estos objetivos –entre otros, erradicar la pobreza extrema– ha guiado las políticas de cooperación desde entonces, pero falta poco más de un año para alcanzar la fecha límite en la que se debían haber cumplido, fijada en 2015, y nadie duda de que la estrategia ha resultado un absoluto fracaso. No porque los objetivos estuvieran mal fijados, sino porque, desde el primer momento, los gobiernos no se han tomado en serio su cumplimiento.