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Sobreviviendo al metro y los atascos: las seis maldiciones del trabajador-viajero
  1. Alma, Corazón, Vida
DESPLAZARNOS NOS QUITA TIEMPO, DINERO Y VIDA

Sobreviviendo al metro y los atascos: las seis maldiciones del trabajador-viajero

El desplazamiento al trabajo es un daño colateral, no remunerado, que tenemos que sufrir a diario, y tiene consecuencias para nuestra salud y bienestar

Foto: Viajeros esperan a coger el metro en hora punta. (Efe)
Viajeros esperan a coger el metro en hora punta. (Efe)

Cuando a Pepe le dieron un nuevo empleo en un pueblo de la sierra norte de Madrid no dudó en aceptarlo: era un trabajo de la misma categoría que tenía en la capital, pero con bastantes mejores condiciones y más futuro. Pero no contaba con uno de los mayores problemas adheridos a cualquier trabajo: el desplazamiento.

“Iba y venía todos los días desde Madrid, 80 kilómetros de ida y 80 de vuelta”, ha explicado Pepe a El Confidencial. “Para evitar las horas de tráfico a la ida madrugaba bastante más de la cuenta, pero a la vuelta un trayecto de 45 minutos se convertía en una hora como poco, normalmente hora y media y, a veces, hasta dos horas”.

Ir y volver del trabajo acabó convirtiéndose en una pesadilla. “Empiezas a pensar en todo el tiempo que pierdes dentro del coche, en el que, además, vas rumiando temas de trabajo. Temetes en un atasco y lo único que haces es cabrearte. Al final un trabajo que te pueda gustar se convierte en una cosa que no te gusta. A mí me gusta mucho conducir, me puedo tirar horas, pero conducir en esas condiciones te provoca verdadera infelicidad”, asegura Pepe.

Tres de cada diez accidentes laborales mortales se producen por causas de tráfico

Justo cuando estaba empezando a mirar casas, para mudarse cerca del trabajo y acabar con esta situación, tuvo un accidente. “Me quedé dormido un día, me estampé con el coche y pegué dos vueltas de campana. Tuve mucha suerte, estuve un mes de baja con las rodillas fastidiadas pero no me pasó nada. Ya estaba mirando casas pero cuando me pasó eso decidí pillar la primera que viera”. Ahora Pepe vive a 3 minutos del trabajo y con lo que se ahorra de gasolina puede pagarse allí un alquiler. Ha ganado tiempo libre y es más feliz.

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Lo que pierdes por ir a trabajar

Según un estudio del servicio de estudios de La Caixa, realizado en 2008, los trabajadores españoles dedican de media 57 minutos diarios en ir y volver del trabajo, un tiempo que aumenta significativamente en ciudades como Madrid y Barcelona.

Los usuarios de transporte público son los que más tardan: emplean 97 minutos de media en desplazarse al trabajo. Pero, al menos, se libran de los accidentes. Según la Dirección General de Tráfico, tresde cada diezaccidentes laborales mortales se producen por causas de tráficoy provocan más del 10% del total de las bajas laborales. En 2011, 128 españoles perdieron la vida de camino a trabajar.

Los trabajadores tienen que soportar la disminución de frecuencias y líneas del transporte público y, además, la subida de precio

Dejando la siniestralidad a un lado, es difícil ver estos trayectos de forma positiva. Se trata de un daño colateral, no remunerado, que tenemos que sufrir a diario. Mientras estás en el metro, el bus o el coche, no estás trabajando, pero tampoco estás paseando al perro, haciendo el amor o jugando con tus hijos. Puedes llevarlo mejor o peor pero, probablemente, no estés haciendo nada que te haga especialmente feliz, y si disfrutas de alguna actividad –no hay duda de que siempre puedes gozar de un buen libro–, estarías más contento realizándola en (casi) cualquier otro sitio.

Ir a trabajar no deja de ser una obligación y muchos ni siquiera tienen donde elegir.Desde que en Madrid subió el precio del transporte públicohadisminuido el número de viajeros, pero sólo entre aquellas personas que no se desplazan para ir a trabajar o a estudiar: a ellos no les queda otra opción. Es una de las principales conclusiones dela encuesta panel sobre comportamiento de viajeHabit and Inertia in mode choice behavior: a data panel for Madrid(un proyecto de investigacióndeTRANSyT, el Centro de Investigación del Transporte de la Universidad Politécnica de Madrid). Los trabajadores tienen que soportar a la fuerzala consabida disminución de frecuencias y líneas del transporte público pero, además, la subida de precio.

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Un grave problema de urbanismo (y condiciones laborales)

En opinión de Floridea Di Ciommo, economista y responsable de proyectos de TRANSyT, hay que entender el transporte como una faceta fundamental del bienestar social, tan importante como la educación o la salud. En su opinión, la movilidad en las ciudades debe verse de forma sistémica: no sólo importa hasta donde llegue el transporte público o las autovías, también es decisivo dónde se instalen las empresas.

Para una empresa alquilar el rascacielos que tiene en Azca e irse a Las Tablas constituye una ganancia, pero el coste recae sobre el trabajador

“El pecado original de una ciudad como Madrid”, explica la investigadora, “es que se han localizado industrias y viviendas sin contar con las infraestructuras que tenían al lado”. Y esto en el caso de las viviendas no deja de ser una opción personal, pero en lo que respecta al trabajo acaba siendo una obligación, que repercute en términos económicos y psicológicos sobre el trabajador y sobre la sociedad en general.

“Para una empresa vender oalquilar el rascacielos que tiene en el centro de Madrid e irse a Las Tablas constituye una ganancia, pero es un coste que recae negativamente sobre el trabajador y sobre la sociedad en su conjunto, a través de costes externos como la contaminación, la congestión o la necesidad de dar una infraestructura o un servicio, como el metro, que en este momento la sociedad no se puede permitir”, concluye Di Ciommo.

Las 6 maldiciones del trabajador-viajero

En 2006 el psicólogo y premio Nobel de economía Daniel Kahneman y su colega Alan Krueger, entrevistaron a 900 mujeres tejanas y les preguntaron cuánto disfrutaban de una serie de actividades. Hacer el amor era la primera;ir a trabajar, la última. No cabe duda de que, como aseguraban los investigadores en el estudio, “desplazarse al trabajo por la mañana es particularmente desagradable”. Peroojalá sólo fuera desagradable. En España se han hecho pocos estudios al respecto, pero científicos sociales de todo el mundo han llegado a conclusiones nada halagüeñas sobre el tiempo que pasamos, sencillamente, yendo a trabajar.

1. Empeora nuestros hábitos de vida…

Según una investigación de Thomas James Christian, de la Universidad de Brown (EEUU), cada minuto que empleamos en desplazarnos al trabajo está asociado con una reducción de 0,0257 minutos de ejercicio físico, 0,0387 minutos menos que empleamos para preparar nuestra comida y 0,2205 minutos menos de sueño. No parece gran cosa, pero basta multiplicar para darse cuenta de lo que implica.Una persona que gasta hora y media en ir y volver del trabajo duerme casi 20 minutos menos, emplea 3 minutos menos en cocinar y 2 minutos menos en hacer ejercicio. Todos los días. Según Christian, la gente que realiza grandes trayectos para ir a trabajar come peor, pues no tiene tiempo para hacer la compra en condiciones, y hace menos ejercicio o, al menos, de menor intensidad.

2. …y nos hace engordar

Un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles y en Long Beach buscó la relación entre la obesidad y una serie de factores vitales. La dieta y la actividad física son decisivos, pero hay otro factor que parece estar fuertemente relacionado con la obesidad, al menos en EEUU: los kilómetros que realizamos al día en coche.

3. Tenemos más posibilidades de divorciarnos

Según un estudio de la Universidad de Umea (Suecia), las parejas en la que una de las partes sufreunos desplazamientos al trabajo mayores de 45 minutos tienen un 40% más de posibilidades de terminar mal. Se trata sólo de una relación estadística y los investigadores no se animan a determinar la causa, aunque puede deberse a varias razones. Las personas que realizan mayores distancias, por lo general, tienen menos recursos económicos y una menor educación, cuestiones que sí están relacionadas con la tasa de divorcio; pero además los desplazamientos pueden generar graves problemas conyugales, pues la persona que llega antes a casa tiende a trabajar más en ella, algo que acaba creandoconflictos.

4. Dispara el estrés

Según un estudio de 2010, elaborado por Gallup, el 40% de los trabajadores que emplean más de 90 minutos en volver del trabajo tienen más preocupaciones a lo largo del día. El porcentaje de empleados “preocupados” se reduce al 28% entre las personas cuyo tiempo de desplazamiento al trabajo es de 10 minutos o menos.

5. Destroza nuestro cuello y nuestra espalda

Según el estudio de Gallup, uno de cada tres trabajadores con desplazamientos superiores a los 90 minutos al día tiene dolores de cuello y espalda recurrentes. Además, como nos quita tiempo libre, realizamos menos ejercicio, la actividad que podría evitar estos dolores.

6. Aumenta nuestra soledad

Según el politólogo Rober Putman, los desplazamientos al trabajo muy largos son uno de los más robustos indicadores de exclusión social. En su opinión, cada 10 minutos que empleamos en ir a trabajar perdemos un 10% de “conexiones sociales”: unas conexiones que nos hacen más felices y que estamos perdiendo en el metro.

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El secreto para no hundirse en la miseria al ir a trabajar

Teniendo en cuenta que desplazarse al trabajo no sólo es una actividad que odiamos profundamente sino que, además, está relacionada con un mayor riesgo de ser obeso, divorciarse, tener dolores de cuello y espalda, estar estresado y tener problemas de sueño, deberíamos hacer lo posible por acortarla. Algo que, además, nos vendría bien a nuestro bolsillo: el coste monetario del tiempo que perdemos en nuestros desplazamientos está valorado en 8 euros al día de media en toda España, 12,7 euros para los que usan el transporte público, sumando el coste de oportunidad que perdemos al no estar trabajando y lo que nos cuesta el desplazamiento.

Parece un problema de difícil solución. ¿Debemos mudarnos cada vez que cambiamos de trabajo o de oficina? ¿Y qué hacemos si nuestra pareja trabaja en la otra punta de la ciudad? ¿Acaso debemos quedarnos a dormir debajo de la mesa?

La cuestión es que, pese a lo que dicen los estudios, no todos los trabajadores-viajeros son infelices. Quizás todo dependa de la manera en que realicemos el trayecto y la mentalidad con la que lo afrontemos.

Holland Sulivan vive en Bronxville, un suburbio de Nueva York, al que se desplazó intencionadamente, pese a requerir un desplazamiento diario de más de 90 minutos. La razón: allí podía tener una casa con 200 metros cuadrados más de superficie que la que podía permitirse en Manhattan.Sulivan ha asegurado al Wall Street Journal que se considera “el trabajador-viajero perfecto”. Tiene un trayecto de 27 minutos en tren y entre 10 y 15 minutos en metro, pero insiste en que lo disfruta a diario. Todas las noches se descarga varios periódicos y revistas en su smartphone para tener lecturas al día siguiente, hace ejercicio caminando hasta la estación (1,5 km al día), se monta en el primer vagón para ser el primero en llegar almetro y sabe en qué punto se accede a cada transbordo. “Incluso cuando está el metro abarrotado estoy haciendo algo”, asegura Sulivan.

Es un tiempo precioso no para preocuparse por lo que hay que hacer en el trabajo, sino para todo lo contrario, comenzar el día con otra cosa en la cabeza

No cabe duda de que, también en España, hay quién lleva los desplazamientos mejor. Luis, periodista madrileño, podría ir al trabajo en coche, pues es vecino de un compañero que entra a la misma hora y se ha ofrecido a llevarle todos los días. Aun así, y aunque tenga que levantarse antes, prefiere ir en transporte público pues, asegura, es el único momento del día en el que realmente puede disfrutar de la soledad y concentrarse en leer o escuchar música sin miedo a que nadie le interrumpa. “Es un tiempo precioso no para preocuparse por lo que hay que hacer en el trabajo, sino para todo lo contrario, comenzar el día con otra cosa en la cabeza que no sea lo que vas a hacer en cuanto llegues a la oficina”, asegura Luis. En cuanto a gustos, no hay nada escrito, pero algo es es seguro,ni Sulivan ni Luis se van a librar de pagar el abono transportes.

Cuando a Pepe le dieron un nuevo empleo en un pueblo de la sierra norte de Madrid no dudó en aceptarlo: era un trabajo de la misma categoría que tenía en la capital, pero con bastantes mejores condiciones y más futuro. Pero no contaba con uno de los mayores problemas adheridos a cualquier trabajo: el desplazamiento.

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