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Las razones por la que se nos suele ir la mano con el vino
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¿SABEMOS CUÁNTO BEBEMOS?

Las razones por la que se nos suele ir la mano con el vino

Basta dar un pequeño paseo por la hemeroteca para encontrar cientos de titulares como estos: “Una copa de vino todos los días, la mejor forma de

Foto: Cecilia Giménez, la restauradora del Ecce Homo, presenta etiqueta de un vino que lleva su nombre. (Efe)
Cecilia Giménez, la restauradora del Ecce Homo, presenta etiqueta de un vino que lleva su nombre. (Efe)

Basta condar un pequeño paseo por la hemeroteca para encontrar cientos de titulares como estos: “Una copa de vino todos los días, la mejor forma de prevenir la depresión”, “basta ingerir dos copas de vino a la semana durante el embarazo para que la inteligencia de los niños se resienta” o “beber una sola copa de vino al día triplica el riesgo de contraer cáncer”. Pero ¿sabe alguien de verdad cuánto vino echamos en las copas?

Ni los hosteleros se aclaran. Incluso cuando pedimos una copa de vino en un bar las cantidades difieren enormemente, en una cuantía que suele oscilar entre los 125 y los 200 mililitros. Y no digamos cuando somos nosotros los que nos servimos una copa. Según las circunstancias, el tipo de vino, y el tamaño del vaso, la ración puede llegar a triplicarse, algo que, según un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Iowa y de la Universidad de Cornell, puede tener serias consecuencias ya que nos lleva, casi sin darnos cuenta, a beber más de lo que planeábamos.

Dos copas de una persona son totalmente distintas a dos copas de otra

Para la realización del estudio, publicado esta semana en la revista Substance Use and Misuse, los científicos pidieron a los sujetos de un experimento que se sirvieran una copa de vino “normal” en diversos tipos de vasos y entornos. Hay muchos factores que influyen en la cantidad de vino que servimos y, por lo general, todos los desvíos se producen por encima de la ración de vino considerada como estándar: 150 ml, según el Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo.

“Si le preguntas a alguien cuánto ha bebido y te lo dice conforme al número de copas, si se ha servido él mismo, decididamente, no hay manera de saber cuánto ha bebido. Dos copas de una persona son totalmente distintas a dos copas de otra”, ha explicado Doug Walker, profesor de marketing en la Universidad Estatal de Iowa y autor principal del estudio.

Estas son los principales factores que influyen a la hora de servirnos un vino:

1. La curvatura de la copa

“Las personas tienen problemas para evaluar los volúmenes”, explica Laura Smarandescu, profesora de marketing en la Universidad Estatal de Iowa y coautora del estudio. “Tienden a prestar más atención a las medidas verticales que a las horizontales, es por esto que la gente bebe menos cuando toma el vino en un vaso estrecho, porque creen que están bebiendo más”. Los participantes del estudio se sirvieron de media un 12% más de vino cuando lo tomaron en una copa ancha.

2. La situación de la copa respecto a la mesa

Los participantes del estudio se servían en torno a un 10% más vino cuando sujetaban la copa con la mano que cuando servían éste teniendo la copa en la mesa.

3. El tipo de vino

Las copas de vino blanco suelen ser mayores que las de vino tinto, debido al diferente contraste entre el vidrio y el color del vino. De media, las copas de vino blanco que sirvieron los participantes en el estudio fueron un 9% más generosas que las de vino tinto.

Aprendiendo a beber con moderación

Los investigadores creen que el esfuerzo con que se ha tratado de etiquetar correctamente todas las raciones alimenticias, para combatir la obesidad, contrasta con la nula estandarización de las bebidas alcohólicas, algo que, en su opinión, sería clave para lograr que la gente beba menos.

En EEUU, excepto el vino, la mayor parte de bebidas tienen una medida estandarizada, algo que no ocurre ni de lejos en España, uno de los pocos países de Europa donde los combinados se sirven al gusto del cliente (y en medidas que suelen doblar las de los países de nuestro entorno).

La adopción de medidas, asegura Smarandescu, es aún más importante en lo que respecta a las bebidas que a la comida, pues a la hora de tomar alimentos sólidos tenemos una serie de avisos, como estar lleno, inexistentes cuando estamos bebiendo –hasta que ya es demasiado tarde para reaccionar–.

Basta condar un pequeño paseo por la hemeroteca para encontrar cientos de titulares como estos: “Una copa de vino todos los días, la mejor forma de prevenir la depresión”, “basta ingerir dos copas de vino a la semana durante el embarazo para que la inteligencia de los niños se resienta” o “beber una sola copa de vino al día triplica el riesgo de contraer cáncer”. Pero ¿sabe alguien de verdad cuánto vino echamos en las copas?

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