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Tengo más de cuarenta años, y ahora qué
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CÓMO ALCANZAR LA ESTABILIDAD EMOCIONAL

Tengo más de cuarenta años, y ahora qué

¿Existe la crisis de los 40?, ¿Y la de los 50 en los hombres? ¿Se trataría de una etapa por la que tenemos que pasar irremediablemente?. 

Foto: La crisis de los cincuenta es fácil de combatir, si sabes cómo. (Corbis)
La crisis de los cincuenta es fácil de combatir, si sabes cómo. (Corbis)

¿Existe la crisis de los 40? ¿Y la de los 50 en los hombres? ¿Se trataría de una etapa por la que tenemos que pasar irremediablemente? Cuando hablamos de crisis hay que tener en cuenta que es algo percibido por la persona que la padece y, por tanto, no es una etapa concreta por la que pasan todos los hombres. Es, pues, un problema de actitud ante las cosas cotidianas del día a día.

Muchas personas describen este periodo de tiempo como el más interesante de su vida, a pesar de la adaptación permanente que tiene que hacer ante nuevas responsabilidades personales, familiares y laborales.

En la década de los 40 y más se dan una serie de circunstancias que pueden afectar a la estabilidad emocional de algunos hombres:

1. Ha llegado a tocar techo en su trabajo y responsabilidades opor el contrario ha entrado en una desenfrenada carrera de ascensos que leobliga a invertir cada vez más tiempo en el ámbito laboral, percibe que difícilmente puedesalir de este ritmo de trabajo porque tiene que contribuir económicamente junto a su pareja a mantener una cierta calidad de vida, pagar la hipoteca, etc.

2. La relación de pareja puede pasar por momentos “grises”. Hay que tener en cuenta que percibe que llevan mucho tiempo juntos, ha disminuido la comunicación, cada vez hacen menos cosas juntos que les agradan, ha disminuido el intercambio afectivo y el proyecto de pareja prácticamente lo ven cumplido (hijos, casa, familia...), en definitiva aparece la sensación de que casi todo es rutinario. “Me gustaría cambiar, pero no tengo claro el qué”.

3. La relación con los hijos es buena aunque la mayoría ya son adolescentes y la comunicación a veces se hace difícil. El padre tiene que aprender a comunicarse de una manera diferente y esto no siempre se consigue.

4. Se perciben con falta de ilusión, sin metas claras.

5. Algunos hombres pueden sentir que están perdiendo atractivo físico, algo de tripita, caída de cabello... y pueden aparecer las primeras molestias que le obligan a visitar al médico cada vez con más frecuencia. “Cuidado, tengo que cuidarme”.

6. Además, en el momento de serios problemas económicos por los que atraviesa España, muchos hombres de estas edades han sufrido algún proceso de ERE, o les han bajado el sueldo, o tienen más carga de trabajo porque han despedido a compañeros o en el peor de los casos, les ha ido mal como autónomos o han sido despedidos de sus empresas y tienen que enfrentarse a un cambio radical en su vida como es estar sin trabajo, con los problemas que pueden generarse de esta situación.

El hombre cuando tiene esas edades, no busca por todos los medios hacer una reflexión general sobre la vida que lleva hasta ese momento. Lo que ocurre es que a raíz de sentir algún tipo de insatisfacción en algún área importante de su vidatiende ageneralizarlaa todas las demás. Es en ese momento en el que empieza a plantearse si la otra mitad de su vida quiere seguir viviendo como hasta ahora o no. Sin saber a veces qué cosa quiere cambiar y cómo hacerlo. Si losque se sienten arrepentidos y por tanto influenciados porlas decisiones que han tomado en el pasado (“si me hubiese ido a esa empresa...”, “no tendría que haberme casado tan pronto...”)no se plantean alternativas eficaces, como centrarse en el aquí y el ahora, disfrutar del momento presente, tener proyectos ilusionantes uotros objetivos a todos los niveles,tienen más riesgo de sufrir ante las situaciones de cambio y tener un sentimiento de frustración por no haber vivido como esperaban.

Si se tiene una tolerancia baja a la frustración puede aumentar su irritabilidad y los altibajos emocionales, la falta de ilusión y, por lo tanto, una apatía que puede influir en la forma de relacionarse con los demás, afectando a la calidad de las relaciones que mantiene con su pareja e hijos y con amistades o compañeros de trabajo. Puede darse un periodo de aislamiento e incomunicación pero también puede darse todo lo contrario y la persona busca relaciones para tener nuevas experiencias, alguna de ellas puede poner en peligro la estabilidad de la pareja, pueden surgir infidelidades.

Se compara con lo que otras personas de su entorno han conseguido y habitualmente sale mal parado porque no valora lo que tiene en este momento. Puede llegar a cansarle el salir con los mismos amigos y con la pareja ocurre lo mismo llegando a un nivel importantede rutina que provoca desencanto. Puede sentirse incomprendido y no cuenta con claridad lo que le pasa porque no quiere que le vean débil ya que hasta ahora ha manejado bien las situaciones. El poco tiempo que tiene para compartir con la pareja, no sabe de qué hablar y lo que quiere es desconectar de todo. Problemas de comunicación.

Parar, cambiar o prevenir esta percepción que la persona tiene de su día a día depende fundamentalmente de ella misma, de su actitud ante los acontecimientos que le toca vivir, de los recursos y habilidades con los que cuenta, de su experiencia, de su historia de aprendizaje y de los apoyos que tenga. Todas estas variables bien gestionadas facilitan a la persona adaptarse eficazmente a las situaciones cotidianas y sacar el máximo partido de las oportunidades quepuede ver y no tanto los obstáculos que puedan surgir y esto ocurre a cualquier edad.

Lo recomendable es tener objetivos ilusionantes, estar activo para conseguirlos y llenar de vida a los años que tengas, independientemente de si has pasado o no de los “cuarentaytantos”.

*Vicente Prieto es psicólogo. Vocal de Clínica y Salud de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

¿Existe la crisis de los 40? ¿Y la de los 50 en los hombres? ¿Se trataría de una etapa por la que tenemos que pasar irremediablemente? Cuando hablamos de crisis hay que tener en cuenta que es algo percibido por la persona que la padece y, por tanto, no es una etapa concreta por la que pasan todos los hombres. Es, pues, un problema de actitud ante las cosas cotidianas del día a día.

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