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Por qué los chicos inteligentes sienten atracción por las drogas
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A MAYOR COEFICIENTE, MAYOR PREDISPOSICIÓN

Por qué los chicos inteligentes sienten atracción por las drogas

Las bondades o los peligros de las drogas han sido desde siempre motivo de debate y discusión. Campañas por la legalización de ciertas sustancias han convivido

Foto: El consumo de drogas se da en gente con un alto coeficiente intelectual. (Corbis)
El consumo de drogas se da en gente con un alto coeficiente intelectual. (Corbis)

Las bondades o los peligros de las drogas han sido desde siempre motivo de debate y discusión. Campañas por la legalización de ciertas sustancias han convivido durante la historia de la humanidad con diatribas en contra de su uso. Muchas veces, no obstante, puede resultar difícil hacerse una idea realista de sus efectos, y su asociación con un modo de vida desordenado e incluso decadente parece que sigue instalada en el imaginario de muchos.

Pero los artículos científicos publicados en los últimos años apuntan a un uso de la droga más sofisticado, regulado y para nada incompatible con una vida estable. Al contrario. Se ha demostrado, de hecho, que los que más consumen sustancias ilegales son personas con un coeficiente intelectual muy elevado. ¿A qué se debe esta relación entre la inteligencia y la ingesta de drogas?

Son famosos los genios, investigadores o cerebritos que han admitido consumir drogas y han alabado los efectos de las mismas. Paul McCartney afirmó que el LSD le abrió los ojos (“Lucy in the sky with diamonds”) y que “si los políticos usaran LSD, no habría más guerras, pobreza o hambre”. Pero no sólo de artistas, sexo, drogas y rock and roll va la cosa. Sigmund Freud y Thomas Edison eran ávidos consumidores de cocaína y, más recientemente, Steve Jobs y Bill Gates admitieron haber tomado LSD, refiriéndose a la ingesta como una experiencia relevante en sus vidas.

Un estudio al respecto

Las anécdotas no extrañan cuando pensamos en el estudio que reveló no hace tanto la relación entre un elevado coeficiente intelectual y el consumo de drogas. “No es lo que espéramos encontrar”, dijo James White, director del estudio, del Center for the Development and Evaluation of Complex Interventions for Public Health en la universidad de Cardiff, en Gales.

7.900 británicos nacidos en abril de 1970 fueron entrevistados para la investigación. Se midió el coeficiente intelectual de los participantes cuando tenían cinco y diez años, y después a los dieciséis y a los treinta. Asimismo, se les preguntó acerca de su angustia vital y del uso que habían hecho de las drogas a lo largo de su vida.

Los resultados de la investigación, publicada en el Journal of Epidemiology and Community Health, no dejaban lugar a dudas: aquellos que presentaban un coeficiente intelectual más elevados de niños tenían más tendencia a consumir drogas cuando llegaban a la juventud. Pero, ¿qué razones aducen los expertos para explicar esta curiosa relación?

Razones por las que los chicos listos se drogan más

“La gente con un coeficiente intelectual alto tiene más posibilidades de presentar marcas altas en los test de personalidad que miden la apertura a nuevas experiencias”, explica White. “Son más tendentes a experimentar y buscar novedades”.

Se ha hecho referencia también, aunque este argumento parece tener menos peso, a que los mensajes publicitarios que han intentado alejar a los adolescentes del consumo de droga no han sido nunca demasiado complejos. Frases efectistas, fácilmente rebatibles y a menudo falsas que los más listos no se tragaba así como así.

Otro de los datos reveladores del estudio es que las personas que consumen o han consumido drogas llevan, en general, una vida sana. “Lo típico es encontrar que la gente con elevados coeficientes intelectuales no es propensa a fumar [tabaco], y tiende a tener una vida activa y una buena dieta”, afirma White, que alude también al alto estatus socioeconómico de este perfil. Este tipo de gente suele tomar decisiones saludables, basadas en la información y en su propia experiencia.

Así, no ven las drogas como algo particularmente dañino, en opinión de White, ya que pocos datos sugieren que haya un elevado riesgo de perjuicio ligado a estas sustancias, como testimonia, además, la experiencia que han observado a su alrededor. “Con el tabaco, la evidencia es abrumadora”, dice White, que considera que, por otro lado, estos jóvenes están acostumbrados a observar que “fumar cannabis raramente tiene un gran impacto”. Las experiencias con drogas que les rodean no son, por lo general, perniciosas. No es que el consumo de estas sustancias sea beneficioso, pero estos jóvenes de clase media alta y que, por lo general, llevan una vida saludable, suelen probar las drogas de manera puntual y controlada, sin mezclarlas con otras sustancias como el alcohol y en lugares seguros. Todos esos factores convierten la ingesta en una experiencia menos arriesgada.

El contraste es evidente con los consumidores de drogas que tienen menos educación y riqueza, pues estos están más expuestos a las consecuencias negativas de estas sustancias. Entre otras cosas, el dinero puede garantizar la calidad de la droga y, con ella, la buena experiencia derivada de su consumo.

Pero además, esta tendencia puede estar ligada con el aburrimiento y el aislamiento social que a menudo experimentan los niños demasiado inteligentes, hecho que puede influir pero que en ningún caso es determinante ya que, según revela el estudio, el consumo de drogas no está ligado a los niveles de angustia.

Las bondades o los peligros de las drogas han sido desde siempre motivo de debate y discusión. Campañas por la legalización de ciertas sustancias han convivido durante la historia de la humanidad con diatribas en contra de su uso. Muchas veces, no obstante, puede resultar difícil hacerse una idea realista de sus efectos, y su asociación con un modo de vida desordenado e incluso decadente parece que sigue instalada en el imaginario de muchos.

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