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El método Sinclair o acabar con el alcoholismo sin dejar de beber
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FUNCIONA EN UN 78% DE LOS ADICTOS

El método Sinclair o acabar con el alcoholismo sin dejar de beber

Es un tratamiento desarrollado por el doctor estadounidense David Sinclair a comienzos de los años 90 y seguido por algunas celebridades

Foto: El alcoholismo puede ser combatido sin necesidad de promover la abstinencia. (Efe)
El alcoholismo puede ser combatido sin necesidad de promover la abstinencia. (Efe)

La Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España (FARE) estima que en torno a 500.000 personas en nuestro país tienen problemas relacionados con el alcohol y sólo el 10% busca ayuda para solucionarlos. Pero, al pedir ayuda, la mayoría de asociaciones e instituciones que atienden a los alcohólicos apuestan por abordar el problema desde una sola perspectiva: la abstinencia. Y hay mucha gente que se pierde una y otra vez en el camino hacia la sobriedad.

Es el caso de Susana, una conocida actriz estadounidense que contaba su historia en la revista Newsweek bajo un nombre ficticio. Acudió cinco veces a Alcohólicos Anónimos pero no logró acabar con elhábito. Estuvo también en una clínica de rehabilitación en California, probó con el Antabuse (un fármaco que aumenta el impacto de la resaca), la acupuntura, la hipnoterapia, y durante todo un año recibió terapia psicológica. Nada funcionó. Aunque lograba dejar el alcohol durante breves periodos de tiempo siempre volvía a caer en peligrosas borracheras.

Gracias a la naltrexona los pacientes dejan de verle la gracia al alcohol y su consumo va disminuyendo poco a poco

Entonces descubrió el método Sinclair, un tratamiento farmacológico contra el alcoholismo desarrollado por el doctor estadounidense David Sinclair a principios de los 90 y perfeccionado posteriormente por su discípulo, el psicólogo sudafricano Roy Eskapa. El método es sencillo. Sin dejar sus hábitos alcohólicos los pacientes ingieren naltrexona, un fármaco que bloquea los efectos positivos que el alcohol provoca en el cerebro al desencadenar endorfina. La sensación de bienestar que experimentan al beber alcohol desaparece. Basta tomar una píldora de 50 mg. una hora antes de beber para que los efectos placenteros propios de la ingesta alcohólica queden bloqueados. Con el tiempo los pacientes dejan de verle la gracia al alcohol y su consumo va disminuyendo poco a poco.

La eficacia del tratamiento fue comprobada en 2001 en un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Psychopharmacology y, desde entonces, Sinclair ha logrado que el método sea el protocolo estándar para tratar el alcoholismo en Finlandia, país en el que lleva afincado desde los años 70 como empleado del Instituto Nacional de Salud Pública. Según la clínica Contral, la institución finlandesa que más activamente promueve el tratamiento, éste funciona en el 78% de los pacientes. Muchos no dejan por completo la bebida. Susana afirma orgullosa que sigue tomando alguna copa de vino en las comidas, y toma combinados cuando sale con sus amigos el fin de semana, pero nunca ha vuelto a tener una borrachera seria. “La compulsión ha desaparecido”, asegura.

¿Una alternativa real al tratamiento psicológico?

Una de las bondades que publicitan los promotores del método Sinclair es que éste podría ser implementado en los sistemas públicos de salud para tratar el alcoholismo e, incluso, podría ser demandado directamente por las personas con problemas de adicción, tal como asegura Roy Eskapa en el libro divulgativo queha publicado sobre el método, La cura del alcoholismo, que ha sido traducido este mismo año al español.

Si la administración del fármaco no va acompañada de un tratamiento psicológico en cuanto se deje de tomar reaparecerá la adicción

Según Eskapa, los médicos de familia, que tienen contacto directo con los afectados, podrían recetar naltrexona sin que los pacientes se vean obligados a buscar ayuda específica para acabar con su adicción, algo que sólo hacen uno de cada diez afectados. El principal problema es que, como este fármaco se receta normalmente para paliar los efectos del síndrome de abstinencia (algo que no tiene nada que ver con el método Sinclair), muchos médicos no conciben que deba recetarse para que se ingiera antes de beber. Una idea que, además, va en contra de todas nuestras convenciones sobre los tratamientos de la adicción. ¿Se puede dejar de beber si se sigue bebiendo?

El psicólogo José Antonio Tamayo, especialista en adicciones del centro Activa Psicología y Formación, ha explicado a El Confidencial que un tratamiento farmacológico como el que propone Sinclair tiene que utilizarse “necesariamente” junto a un tratamiento psicológico. De lo contrario –y esta es una de las principales críticas al método–, en cuanto se dejede administrar el fármaco la adicción reaparecería.

Lo que sí es posible, asegura Tamayo, es abandonar el alcoholismo sin necesidad de promover la abstinencia. “Desde hace años existe la modalidad del beber controlado como una opinión terapéutica a tener en cuenta en el tratamiento del alcoholismo, especialmente indicado para pacientes que no deseen renunciar del todo al consumo y que no presenten grave descontrol, sin psicopatología asociada, y con buen apoyo social”, explica el psicólogo. La abstinencia sólo es la opción más adecuada cuando existe una dependencia severa con serias dificultades de autocontrol o en pacientes en los que hayan fracasado anteriormente los programas de beber controlado.

En su opinión la posibilidad de usar el método Sinclair, u otros tratamientos similares en los centros de atención primaria, “puede ser suficiente en aquellos casos más leves y menos cronificados, y que no presenten otras complicaciones psicológicas, sociales o médicas asociadas”. En casos más graves es necesario un tratamiento más especializado desde la psiquiatría y psicología clínica.

La Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España (FARE) estima que en torno a 500.000 personas en nuestro país tienen problemas relacionados con el alcohol y sólo el 10% busca ayuda para solucionarlos. Pero, al pedir ayuda, la mayoría de asociaciones e instituciones que atienden a los alcohólicos apuestan por abordar el problema desde una sola perspectiva: la abstinencia. Y hay mucha gente que se pierde una y otra vez en el camino hacia la sobriedad.

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