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Las seis propuestas ignoradas del antigurú más famoso
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NASSIM NICHOLAS TALEB, AZOTE DE LOS EXPERTOS

Las seis propuestas ignoradas del antigurú más famoso

Cuando la entrevista se inicia, Nassim Nicholas Taleb (Lïbano,1960) está tomando un ibuprofeno, como hace cualquier persona normal cuando le duele la cabeza. Pero sorprende porque

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Las seis propuestas ignoradas del antigurú más famoso

Cuando la entrevista se inicia, Nassim Nicholas Taleb (Lïbano,1960) está tomando un ibuprofeno, como hace cualquier persona normal cuando le duele la cabeza. Pero sorprende porque Taleb no es el tipo de hombre del que se espere que sufra ese tipo de males, tan comunes y vulgares, ni al que se imagine utilizando remedios tan contemporáneos. Taleb asegura que las únicas bebidas que ingiere son aquellas que tienen más de mil años de antigüedad, como agua, café y  vino, y en cierta medida, era de esperar que el remedio estuviera a la altura de su pequeña leyenda. Porque quizá Taleb sea un intelectual, pero no lo parece: ni por su complexión, ni por su actitud, ni por sus ideas, que expone en una entrevista con El Confidencial que tiene lugar en la Fundación Rafael del Pino en Madrid, donde ha acudido a impartir una conferencia.

El financiero libanés consiguió su éxito, como inversor y como ensayista, por su capacidad de pensar contra la corriente dominante. El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable (Paidós), su mayor éxito, era exactamente eso, una patada a las certezas adquiridas, a las certidumbres que dominan nuestro mundo, esas que creían haber domesticado la incertidumbre y el azar gracias a una serie de análisis y creencias ampliamente repetidas, y que lo único que conseguían, afirmaba Taleb, era dar forma a un gran fraude intelectual. Ahora retorna con Antifrágil (Paidós), en el que aborda esas cosas que, como reza el título, “se benefician del desorden” y que son realmente las que salen adelante en momentos de crisis. El pensador libanés, gran amigo del político Ron Paul, tiene un plan alternativo, que se puede sustanciar en las siguientes recetas para manejarse con éxito del nuevo mundo:

  • El gran peligro de nuestro tiempo está causado por los remedios que ponemos para acabar con la enfermedad

Nos pasamos la vida buscando remedios, interviniendo para controlar, ordenar e impedir que los riesgos se manifiesten, pero no hacemos más que provocar nuevos y más elevados riesgos. En un sentido, porque, como analiza en Antifrágil, nuestros sistemas sociales tratan de combatir sus enfermedades a través de un control excesivo que nos expone mucho más. Hay cosas que crecen especialmente cuando se exponen al azar, al riesgo y a  la volatilidad (como los emprendedores) y en una sociedad donde creemos que al eliminar el riesgo también eliminamos esa capacidad de acción que es en realidad el núcleo de progreso de cualquier tiempo.

En otro, porque tantos “medicamentos” no sólo no nos protegen de las enfermedades, sino que nos crean nuevas. “Si yo tomo un ibuprofeno, estoy metiendo en mi cuerpo una sustancia que tiene un efecto impredecible, y más aún si lo hago con frecuencia. Y esto se ve especialmente en la política y en la economía”. Nuestros gobiernos, apoyándose en los dictámenes de los expertos, no paran de intervenir, haciéndonos muchos más débiles. Si los gobiernos nos dejaran hacer, en lugar de regular todo, favorecerían que nos arriesgásemos, que nos organizáramos, y que creciéramos, pero lo que consiguen son personas mucho más frágiles. Y eso ocurre a un lado y a otro del espectro político: “odio con pasión la derecha y la izquierda. Soy un localista, quiero que las cosas partan desde la base. El Estado funcionaría mucho mejor, en lo referente a seguridad y otras cuestiones, si simplemente hiciese lo que está capacitado para hacer. Creo que lo que hacen los socialistas es transferir recursos a sus amigos y a las grandes corporaciones, y los capitalistas hacen lo mismo. Ello quiere decir que el sistema castiga al que no tiene una gran corporación”. De esa manera, no se logra potenciar lo bueno, sino que producen problemas, como los malos médicos.

  • No preguntes a los expertos qué debes hacer, sino qué han hecho ellos y qué se están jugando

“Lo llamo skin in the game (“jugarse algo propio”), Nunca le digo nada a la gente que no haya hecho yo antes, y por eso tantas personas se irritan conmigo. Esa es mi regla: hay que jugarse algo propio y los expertos no lo hacen. Si lo hicieran, habría muchos menos expertos. Si eres un médico en Estados Unidos y cometes un error, no vuelves a ejercer porque la cantidad que tienes que pagar a la compañía de seguros es altísima. O mira las estadísticas de los aviones. Desde 2001, sólo hemos tenido un accidente mortal. El sistema es tan robusto porque al frente hay un piloto y un copiloto que se están jugando algo tan importante como su propia vida. Pero en la política no ocurre eso y tampoco en la economía. Ésta puede colapsarse mientras que los dirigentes se hacen ricos, como ocurrió con Tony Blair. Por eso jugarse algo es muy importante cuando se trata de estabilizar el sistema”.

  • Invirtiendo como una esposa infiel se saca provecho de la incertidumbre

Una estrategia habitual entre las mujeres, señala Taleb en Antifrágil, es casarse con un contable, quien les proporcionará una vida más o menos tranquila y segura, para después engañarle ocasionalmente con la estrella de rock local y así pasar un rato emocionante. Esa estrategia es también conveniente en las inversiones, actuando de forma muy conservadora cuando hay mucho que perder y muy arriesgada cuando las ganancias pueden ser mucho mayores que los gastos. “Utilizo esta estrategia bimodal en mis inversiones, una combinación de dos extremos, uno seguro y uno especulativo. Por ejemplo, la gente no entiende que tener un 80% de tu dinero en líquido es muy agresivo, no es sólo defensivo. Si todo el sistema va a la bancarrota, abres el monedero y estás en una posición de fuerza cuando el resto está en una posición de debilidad”.

  • Protegerse de los riesgos es esencial. Pero de los de verdad

“Todos los días, en EEUU, mueren unas siete mil personas. ¿Cuántos han muerto a causa del terrorismo? ¿Y cuántas por los terremotos? De vez en cuando hay un tornado, e incluso en el peor día, muere un puñado de personas por ello. El Presidente tiene que ir al funeral, es una tragedia nacional. Hemos invertido mucho en terrorismo, más de lo estadísticamente relevante, está bien parar otro 11S, pero tener un estado policial no. Porque ¿cuánta gente ha muerto a causa del terrorismo comparada con la que ha muerto en accidentes de tráfico? En Estados Unidos, 40.000 al año. ¿Recordáis las vacas locas? Tienes menos riesgo de morir por las vacas locas que por ser golpeado por un tractor rosa de camino al restaurante. O por haberte atragantado. Pero como la prensa concede mucha importancia al terrorismo, los estados siguen esa tesis y se gastan mucho dinero en seguridad. Los estados, al estar centralizados, están secuestrados por la prensa, y a su vez, la prensa está secuestrada por el sensacionalismo, porque la gente es lo que quiere”. Si la entidad de gobierno fuese local (“ningún primer ministro ha sido mejor gobernante que un buen alcalde”) la gente se preocuparía mucho más por las cosas que de verdad pasan. Según Taleb, “la diferencia entre un ciudadano romano y uno actual es que su percepción del riesgo estaba perfectamente calibrada con el riesgo real”.

  • Es muy probable que no sepamos qué va a funcionar, pero sí sabemos qué es lo que no funciona

Taleb lo denomina “vía negativa”, una idea que recoge "de la teología antigua: Ya Tomás de Aquino afirmaba que Dios no se encuentra en lo positivo sino en lo negativo. Al mismo tiempo, hay cosas que no se pueden explicar en positivo, porque no les podemos poner en palabras, pero sí en negativo. A veces, sólo con retirar los estresores que están incidiendo en una situación, ésta se soluciona. Por ejemplo, a lo mejor no sabemos qué debemos hacer para que la economía remonte, pero sí sabemos qué no debemos hacer, como acabar con el déficit”

Y eso sirve también para el mundo político. Si el Estado romano duró tanto tiempo, es porque dejó hacer localmente y sólo se preocupó de la pax romana. A los jefes de la mafia, como John Gotti, les pasaba igual, cuando los mafiosos americanos tenían la pax padrina. La tarea del Estado debe ser retirar los estresores, no imponerlos. Así, lo que el Estado debería hacer es poner los medios necesarios para que exista seguridad, para vigilar la aplicación de las leyes y para apoyar a los emprendedores. En lugar de proteger a Goldman Sachs, General Motors o Citibank, el Estado debería proteger a los pequeños emprendedores, para que sean capaces de tomar más riesgos. Sin embargo, los gobiernos hacen todo al revés. En España, el Estado está protegiendo a sus amigos, las corporaciones. ¿Protegen acaso a los pequeños emprendedores? Si protegen a una gran compañía, no te protegen a ti. No estoy contra el Estado, sino en contra de su mal uso”.

Cuando la entrevista se inicia, Nassim Nicholas Taleb (Lïbano,1960) está tomando un ibuprofeno, como hace cualquier persona normal cuando le duele la cabeza. Pero sorprende porque Taleb no es el tipo de hombre del que se espere que sufra ese tipo de males, tan comunes y vulgares, ni al que se imagine utilizando remedios tan contemporáneos. Taleb asegura que las únicas bebidas que ingiere son aquellas que tienen más de mil años de antigüedad, como agua, café y  vino, y en cierta medida, era de esperar que el remedio estuviera a la altura de su pequeña leyenda. Porque quizá Taleb sea un intelectual, pero no lo parece: ni por su complexión, ni por su actitud, ni por sus ideas, que expone en una entrevista con El Confidencial que tiene lugar en la Fundación Rafael del Pino en Madrid, donde ha acudido a impartir una conferencia.