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9 verdades sobre la resaca que deberías saber antes de volver a beber (tanto)
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9 verdades sobre la resaca que deberías saber antes de volver a beber (tanto)

En uno de sus chistes inmortales, el humorista catalán Eugenio contaba la historia de un hombre que entraba en una droguería y pedía “algo bueno para

Foto: 9 verdades sobre la resaca que deberías saber antes de volver a beber (tanto)
9 verdades sobre la resaca que deberías saber antes de volver a beber (tanto)

En uno de sus chistes inmortales, el humorista catalán Eugenio contaba la historia de un hombre que entraba en una droguería y pedía “algo bueno para las moscas”. El dependiente, obviamente, le ofrecía un matamoscas, algo a lo que el cliente le respondía “¡he dicho algo bueno, eso las mata!”. Algo semejante ocurre con las resacas: lo único que podemos afirmar con total rotundidad y sin temor a equivocarnos es que lo mejor para tener una buena resaca es beber mucho la noche anterior. Si nos excedemos con la ingesta alcohólica, podemos poner la mano en el fuego por que lo vamos a pasar muy mal a la mañana siguiente. Dolor de cabeza, malestar generalizado, náuseas, estómago destrozado… No son sensaciones que gusten a nadie, y por ello debemos tener cuidado antes de que sea demasiado tarde.

La sabiduría popular ha dado lugar a un gran número de remedios que, en muchos casos, no funcionan, o tienen unos efectos completamente diferentes a los que esperábamos. Por ejemplo, la famosa caña del día después puede hacernos sentir mejor durante unos instantes, pero lo único que consigue es retrasar ese momento en el que habremos de encontrarnos cara a cara con el dolor. Tampoco el café, al ser un estimulante gástrico, sirve de gran ayuda, a pesar de que al ser un estimulante pensemos que nos va a espabilar. Pero nuestras ideas equivocadas sobre el alcohol y sus efectos no afectan únicamente a los remedios. ¿Qué desconocemos todavía sobre la resaca?

  • Tu cerebro está deshidratado. La raíz de todos nuestros dolores se encuentra en el proceso de deshidratación que el cuerpo sufre. El alcohol inhibe el funcionamiento de unas hormonas antidiuréticas llamadas vasopresinas (ADH), que controlan la reabsorción de moléculas de agua mediante la concentración de orina. Al beber alcohol, el agua es eliminada en mayor abundancia al orinar –como habremos comprobado más de una vez–, llevándose consigo sales minerales y otros compuestos necesarios para el cuerpo y dejándonos sin reservas. Cada órgano sufre lo suyo, pero el cerebro es uno de los más dañados, ya que el resto de nuestro cuerpo recurre a este para obtener todos esos líquidos que ha perdido. Resultado: un dolor de cabeza terrible.
  • El 23% de la población es resistente a las resacas. Milagrosamente, parece que ciertas personas no sufren las resacas en la misma medida que el común de los mortales. ¿Por qué? Como puso de manifiesto un estudio realizado por tres profesores de la Boston University School of Public Health, un 23% de las personas investigadas mostraban una resistencia inusitada a las resacas, aunque otros estudios han aumentado el porcentaje entre un 25 y un 30%. Este era el porcentaje de personas que manifestaban no haber sufrido nunca resaca, ni siquiera después de haber sido sometidos a un experimento en el que debían consumir bastante alcohol.
  • Las mujeres son más propensas a sufrir resaca que los hombres. El distinto nivel de agua que albergan en su organismo hombres y mujeres es la razón por la que los sexos experimentan consecuencias  diferentes después de beber en exceso. Como las mujeres tienen menos grasa corporal y menos músculo, tienen menos agua en su organismo, por lo que ante el mismo nivel de alcohol ingerido, se deshidratarán antes. Por eso mismo, las mujeres suelen tener un mayor índice de alcohol en sangre, puesto que tienen menos agua en la que diluir el alcohol.
  • Los alimentos con burbujas empeoran las resacas. Diversos estudios han puesto de manifiesto que las bebidas gaseosas empeoran las resacas. La razón es que este tipo de bebidas abren el píloro, la válvula que conecta el estómago con el duodeno. Por ello, el alcohol es absorbido más rápidamente y alcanza con más velocidad el intestino delgado, de donde pasa a nuestra sangre. Deberíamos evitar bebidas ampliamente populares como el champán o los combinados de refrescos con alcohol.
  • El dulce suaviza los efectos. Un estudio publicado por la Sociedad Real de Química inglesa aseguraba que la fructosa podía ser útil a la hora de suavizar los efectos de la resaca. El autor de la investigación, John Emsley, también aseguraba que beber un vaso de leche antes de lanzarse a la barra libre, o consumir sólo alcoholes blancos como la ginebra, puede marcar la diferencia entre tener una resaca mala y tener una peor. La leche, porque ralentiza la absorción del alcohol, y la ginebra, porque al contrario de los alcoholes oscuros, no contiene los colorantes (congéneres) que pueden ser dañinos para el organismo.
  • Todo es culpa del acetaldehído (o etanal). El propio Emsley explicaba en su investigación que este compuesto orgánico con un olor ligeramente afrutado es el principal causante de nuestro sufrimiento. El alcohol se transforma en este compuesto, un metabolito hepático del etanol, altamente tóxico. Este se convierte a su vez en ácido acético que es quemado en el proceso metabólico habitual del cuerpo y finalmente, es expulsado en forma de dióxido de carbono.
  • El tabaco lo hace todo peor. Al menos hasta que fuese aprobada la Ley Antitabaco, el alcohol solía ir acompañado por el consabido cigarrito: una combinación letal. Según un estudio publicado en 2005 por la revista científica Drug and Alcohol Dependance, refrendado por otra serie de investigaciones realizadas con posterioridad, los síntomas sentidos el día después se agravan seriamente si se fuma. Aún no se sabe la razón exacta, pero se sospecha que el hecho de que tanto el alcohol como el tabaco liberen la misma hormona, la dopamina, puede ocasionar efectos similares en nuestro organismo.
  • Cuidado con el paracetamol. Algunos científicos han advertido contra el peligro que puede tener combatir la resaca con paracetamol, ya que ha de ser metabolizado por el hígado de igual manera que el alcohol y puede interferir en dicho proceso.
  • Cuesta mucho dinero. No sólo tu hígado y tu cabeza pueden encontrarse seriamente dañados por la ingesta de alcohol, sino también la economía de un país. Según publicó la revista científica Annals of Internal Medicine en el año 2000, las resacas causaban en Estados Unidos unas pérdidas de unos 148 mil millones de dólares anuales, con una media de nada menos que 2.000 dólares perdidos por cada varón trabajador. ¿En qué se iba este dinero? En bajas laborales y en el descenso de productividad que conlleva la resaca. Así que ya sabes: si quieres que tu país vaya bien, ten cuidado con los excesos nocturnos. 

En uno de sus chistes inmortales, el humorista catalán Eugenio contaba la historia de un hombre que entraba en una droguería y pedía “algo bueno para las moscas”. El dependiente, obviamente, le ofrecía un matamoscas, algo a lo que el cliente le respondía “¡he dicho algo bueno, eso las mata!”. Algo semejante ocurre con las resacas: lo único que podemos afirmar con total rotundidad y sin temor a equivocarnos es que lo mejor para tener una buena resaca es beber mucho la noche anterior. Si nos excedemos con la ingesta alcohólica, podemos poner la mano en el fuego por que lo vamos a pasar muy mal a la mañana siguiente. Dolor de cabeza, malestar generalizado, náuseas, estómago destrozado… No son sensaciones que gusten a nadie, y por ello debemos tener cuidado antes de que sea demasiado tarde.