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Los 7 defectos que te pueden venir bien, como ser hipócrita e infiel
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Los 7 defectos que te pueden venir bien, como ser hipócrita e infiel

Hay una serie de actitudes y de características personales que nuestra sociedad da por descontado que no pueden ser buenas. Pero la vida no

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Los 7 defectos que te pueden venir bien, como ser hipócrita e infiel

Cotilleo

Nuestra sociedad desprecia el cotilleo y lo considera un entretenimiento de baja estofa, pero lo promueve continuamente y lo difunde más rápido y más extensamente que nunca. En esa contradicción repara Gavilán cuando afirma que “la palabra cotilleo tiene mala reputación. La gente, para salvar la cara, suele decir que no le gusta, pero es algo que está inscrito en nuestro código genético”. Para el psicólogo, el chisme se convierte en positivo cuando una persona lo utiliza sin dejarse llevar por la maledicencia, el morbo o el ánimo de venganza e informa de algo que puede ser útil. Por ejemplo, “cuando alguien llega por primera vez a una oficina y alguien le dice que tenga cuidado con el jefe, que tiene mal carácter, o con determinado compañero, y no lo hace impulsado por las ganas de hacer daño al otro, está proporcionando información precautoria, aun cuando sea cotilleo”.

Hipocresía

El principal problema no es tanto esa carga de falsedad que impregna muchas conductas, asegura Gavilán, sino las personas que él denomina “sincericidas”, esos que siempre “van con la verdad por delante y llaman al pan, pan y al vino, vino”, algo que hace la convivencia imposible. “Para mantener unas relaciones sociables equilibradas tienes que saber cómo va a reaccionar el otro y si quiere oír esa verdad. Porque lo mismo él también puede decirte una verdad que tú no quieres escuchar. Además, las verdades hay que saber decirlas, no hay que humillar al otro o ser demasiado hirientes”. Para el psicólogo, un grado de falsedad es imprescindible, ya que “la hipocresía social es como un lubricante: si somos siempre sinceros, no tendremos amigos seguro, porque no hay relación humana posible”.

Envidia

Los envidiosos son personas que malgastan gran parte de su tiempo en desear las cosas que tienen los demás, explica Gavilán, y si empleasen ese mismo esfuerzo en otra cosa podrían conseguir mucho más. Pero hay dos actitudes que podemos tener cuando la envidia nos come, y una de ellas puede resultar muy positiva. “Hay gente que piensa ‘si no puedo tener lo que tú tienes, quiero que tampoco tú lo tengas’. Hay otros que piensas que ‘Si tú lo tienes, yo también puedo tenerlo’, y esto está bien, porque la convertimos en ambición y en un estímulo, es decir, incluso se puede transformar incluso en virtud”.

Ira

Está definida, según Gavilán, como una locura efímera, la de alguien que ha perdido el control de sus nervios y no puede manejar bien sus sentimientos violentos. Desde ese punto de vista, se trata de algo negativo, al contrario que cuando está bien gestionada. “El mejor ejemplo es el 15 M, donde había un montón de gente indignada y rabiosa, pero sin que eso trascendiese a la violencia. También ocurrió con Luther King y sus seguidores, que estaban todos indignados por la segregación racial pero se manifestaban pacíficamente. Si eres capaz de reconducir tu ira por un camino correcto es una fuerza muy poderosa. Hay gente que ha cambiado el mundo gracias a su indignación”.

Codicia

Es uno de los defectos más denostados en los últimos tiempos, toda vez que fue señalada como la causante primera de la crisis en la que estamos inmersos. Pero, además del deseo irrefrenable de atesorar riquezas y poder, también puede ser entendida, señala Gavilán, como un ansia voraz que tiene su lado positivo si la dirigimos hacia fines lícitos. “Puedes anhelar algo intensamente, y eso puede estar bien. No sólo estamos deseosos de ser muy ricos y atesorar mucho dinero, también pueden ser ansias desmesuradas de querer cambiar, de reinventarse, de mejorar…”.

Infidelidad

Una de los hechos de la vida cotidiana que más dolor causan es la infidelidad. No sólo entendida en un sentido sexual, sino en lo que implica traición (a una persona, a una empresa, a un colectivo…). Desde ese punto de vista provoca mucha frustración y es difícil verla como algo bueno. Y en especial la amorosa, que genera mucha rabia y deseo de venganza. Pero después de ese primer impulso, advierte Gavilán, llega un instante de reflexión en el que los implicados se preguntan si podrán perdonar, si podrán rehacer la situación o si podrán arreglar lo que no funcionaba. “Cuando estas cosas ocurren entre personas maduras, adultas y bien socializadas se puede llegar a un acuerdo, y en lugar de buscar culpables, tratar de encontrar las razones. Si se descubren los verdaderos motivos y se les trata de poner remedio, la pareja puede salir fortalecida”.

Pesimismo

En una sociedad como la nuestra, en la que dominan las bases impuestas por la psicología positiva, pensar en términos pesimistas es visto como un problema sin remedio. “Estamos exhortando a la gente a que sea feliz y busque la felicidad a toda costa. Si tienen un cáncer, les decimos que lo miren con optimismo porque si ponen la fuerza interior precisa desaparecerá, y esas cosas están haciendo daño. El optimismo obligado no es bueno. Estoy totalmente en contra de él ya que genera expectativas irreales”. Para el autor de Nadie es perfecto, el pesimismo defensivo es mucho más pragmático. “Si no esperamos nada fuera de nuestras posibilidades, nuestras decepciones cuando no consigamos algo serán pequeñas y no tendremos grandes frustraciones. Si no esperas nada de la vida, todo lo que llegue será visto como un regalo. Si, por el contrario, esperas mucho y no lo recibes, lo pasarás muy mal”.