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El cine nos ha mentido: los universitarios más formados tienen menos amantes
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LA 'ACTITUD LIBERAL' MARCA LA DIFERENCIA

El cine nos ha mentido: los universitarios más formados tienen menos amantes

¿Es verdad, como señala la leyenda (y gran parte de las películas sobre el mundo estudiantil), que la universidad es el ambiente propicio para ligar con

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El cine nos ha mentido: los universitarios más formados tienen menos amantes

¿Es verdad, como señala la leyenda (y gran parte de las películas sobre el mundo estudiantil), que la universidad es el ambiente propicio para ligar con el sexo contrario? Películas como Desmadre a la americana (Animal House, John Landis, 1978) o la saga American Pie (Paul Weitz, 1999), desde un punto de vista humorístico, señalaban las dificultades y oportunidades que los jóvenes de las fraternidades tenían a la hora de establecer relaciones con sus compañeras. Al otro lado del espectro, La red social (2010) ilustraba, a través del periplo del creador de Facebook Mark Zuckerberg, cómo en realidad el mundo de la educación superior generaba, ante todo, envidias, frustraciones y conflictos. Y otros largometrajes recientes como Damiselas en apuros (Damsels in Distress, Whit Stillman) han afrontado con una mueca irónica los usos y costumbres amorosas de los campus universitarios. Pues bien, según un estudio que se publicará esta misma semana en Archives of Sexual Behavior, parece ser que la película de David Fincher era la que se encontraba más acertada.

Las actitudes liberales están más implantadas en aquellos que no han estudiado en la universidadLos resultados obtenidos por los profesores de la Universidad de Oakland en Michigan, después de examinar los datos sobre los comportamientos sexuales de los jóvenes recogidos por el Estudio de Relaciones de los Adolescentes de Toledo, es que aquellos que no habían gozado de una educación secundaria tenían una inclinación mucho mayor a practicar sexo casual que aquellos que tenían una formación superior. En ello, la educación y el nivel económico eran de gran importancia. Como señalan las conclusiones del estudio, “la juventud que no tenía aprobado el instituto o gozaba de escasa experiencia en la universidad tenían más relaciones sexuales casuales, tanto recientemente como a lo largo de toda su vida”.

Hombres y mujeres, pero no viceversa

Como cabía esperar dados los condicionantes sociales y culturales más tradicionales, las mujeres manifestaban tener muchas menos relaciones casuales que los hombres. Los investigadores señalan que la clave en esta diferencia está en las “actitudes liberales”, aludiendo a la mentalidad de cada uno de los encuestados, que separaba a ambos géneros. Por lo tanto, añaden que, desafiando la lógica imperante, “los jóvenes no-universitarios presentaban unas actitudes más liberales respecto al sexo”. En el artículo, se señala la creencia habitual de que las formas de vida del campus universitario suelen favorecer los encuentros sexuales, como es la llamada “vida del dormitorio”, pero los datos manifiestan que no es así.

Esta situación puede ser una consecuencia de los altos precios de las matrículas universitariasLos investigadores sugieren que la razón puede ser que, ya que la universidad exige una inversión económica y de tiempo cada vez más cuantiosa, es lógico pensar que los estudiantes querrán sacar todo el partido posible a su paso por la universidad. A pesar de dicha explicación, que abre nuevas vías de investigación, resulta sorprendente cómo uno de los ámbitos como es el académico durante los años sesenta se caracterizó por haber sido el principal escenario en el que se produjo la revolución sexual, ahora haya adoptado actitudes más conservadoras. O quizá se trate de que el aumento de las tasas de matriculación hayan provocado que sean las clases más altas, pero también las más conservadoras, las que hayan tomado el poder de estos centros, como ocurre en la llamada Ivy League.

Como afirma el estudio, “la juventud socioeconómicamente desfavorecida, como aquellos que no han completado el instituto, no gozan de las ventajas estructurales que fomentan y sostienen las relaciones íntimas más estables”. Es decir, como indican los profesores para explicar esta evolución social, el paso del tiempo ha terminado provocando que se genere una aceptación mucho más amplia de las relaciones sexuales casuales entre las clases bajas, consideradas de manera mucho más positiva que en ambientes socioeconómicos más altos. Los autores del estudio señalan que la carencia de la posibilidad de acceso a los “convencionales caminos a la edad adulta” pueden ocasionar estas actitudes, frente a aquellos que han gozado de una mejor educación.

El papel de las actitudes

El estudio hace hincapié en la importancia que tienen las actitudes en el comportamiento de cada uno de los individuos, también en lo que se refiere a las diferencias entre sexos. Por ejemplo, señalan que “los guiones de comportamiento de los hombres están influidos por sus iguales y por los mensajes difundidos en la sociedad que llevan a adoptar valores asociados con comportamientos sexuales más permisivos”. Por ello mismo, es muy frecuente, como ha puesto de manifiesto un amplio número de estudios, que ante la pregunta de si han mantenido relaciones sexuales causales, los chicos respondan de manera afirmativa, y las chicas, de forma negativa. Sin embargo, las experiencias entre uno y otro sexo no son tan diferentes, como afirmaba el metaanálisis realizado por J.L. Petersen y J. Hyde hace un par de años.

Las clases más desfavorecidas gozan de una peor educación sexualLa razón que ha motivado a los antropólogos y sociólogos de la Universidad de Oakland a realizar esta revisión es un dato demográfico que se apunta en el estudio, y que es el aumento de la edad a la que los americanos se casan, que ha crecido hasta los 27 años en el caso de los hombres y 26 en el de las mujeres. Debido a este retraso del matrimonio, los jóvenes disponen de mucho más tiempo para explorar su sexualidad en otro tipo de relaciones que no sean las formales, y por ello mismo, en “incurrir en prácticas de riesgo”. Por eso, afirman los autores, es necesario detenerse en sus hábitos y costumbres, ya que entienden que es necesaria una pedagogía emocional si se quieren evitar los embarazados indeseados y las enfermedades de transmisión sexual.  

Lo cual, obviamente, lleva a los investigadores a señalar una última implicación del estudio: que son las clases más desfavorecidas las que menos educación sexual tienen y, al mismo tiempo, las que mantienen más relaciones sexuales, lo que puede tener unas graves consecuencias en el futuro. En parte, por la propagación de enfermedades de transmisión sexual. En parte, por el nacimiento de hijos indeseados que pondrán en brete la situación económica de unas familias que no gozan precisamente de los mejores recursos materiales. Y también, porque dichas situaciones pueden suponer un agravamiento de la situación de unas clases sociales a las que cada vez les cuesta escalar más en la pirámide social.  

¿Es verdad, como señala la leyenda (y gran parte de las películas sobre el mundo estudiantil), que la universidad es el ambiente propicio para ligar con el sexo contrario? Películas como Desmadre a la americana (Animal House, John Landis, 1978) o la saga American Pie (Paul Weitz, 1999), desde un punto de vista humorístico, señalaban las dificultades y oportunidades que los jóvenes de las fraternidades tenían a la hora de establecer relaciones con sus compañeras. Al otro lado del espectro, La red social (2010) ilustraba, a través del periplo del creador de Facebook Mark Zuckerberg, cómo en realidad el mundo de la educación superior generaba, ante todo, envidias, frustraciones y conflictos. Y otros largometrajes recientes como Damiselas en apuros (Damsels in Distress, Whit Stillman) han afrontado con una mueca irónica los usos y costumbres amorosas de los campus universitarios. Pues bien, según un estudio que se publicará esta misma semana en Archives of Sexual Behavior, parece ser que la película de David Fincher era la que se encontraba más acertada.