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“Texas sola estaría mejor: Obama y EE.UU. nos roban”
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“Texas sola estaría mejor: Obama y EE.UU. nos roban”

“Dado que mantenemos un presupuesto equilibrado y somos la 15ª economía del mundo, nuestra separación de la unión es perfectamente factible”. No, no se trata de

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“Texas sola estaría mejor: Obama y EE.UU. nos roban”

“Dado que mantenemos un presupuesto equilibrado y somos la 15ª economía del mundo, nuestra separación de la unión es perfectamente factible”. No, no se trata de una proclamación de intenciones de ningún partido nacionalista de nuestro país, sino que forma parte de la petición que más de 100.000 ciudadanos del Estado de Texas han firmado y que ha sido enviada a la Casa Blanca con el objetivo de recibir una respuesta por parte del presidente Barack Obama. Es un movimiento articulado a través de la plataforma We the People, que requiere 25.000 firmas para obligar al presidente a ofrecer una respuesta desde el Despacho Oval. La cifra se ha cuadruplicado, por lo que en breve, el demócrata deberá abordar el tema de los secesionismos americanos. Además, Escocia celebrará un referéndum sobre su independencia en 2014 y las tensiones entre flamencos y francófonos se agudizan en Bélgica, mientras que el nacionalismo padano se hace fuerte en el norte de Italia. ¿Estados Unidos se rompe? ¿Bélgica se rompe? ¿Reino Unido se rompe? ¿Italia se rompe? Europa se rompe? Una cosa está clara: que los nacionalismos secesionistas vuelven a estar en auge (una vez más).

Si Washington sigue tomando el pelo a la población americana, ¿quién sabe qué puede ocurrir?Como señala Ignacio Urquizu, sociólogo de la Fundación Alternativas y autor de La crisis de la socialdemocracia: ¿qué crisis? (Catarata), el nacionalismo no es nada nuevo, sino que reaparece cíclicamente, aunque ahora vuelva con más fuerza, ya que “la crisis económica ha agudizado la situación y ha radicalizado las posturas de algunos partidos que anteriormente eran más moderados, como ha ocurrido con CiU”. Por su parte, Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano y profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, añade que “la crisis anima a los populismos y los independentismos”. Y aunque su origen se remonte en la mayor parte de ocasiones a momentos lejanos de la Historia, las tendencias nacionalistas están tomando cada vez más fuerza en otros puntos de Europa como Flandes, Escocia, el norte del Véneto en Italia o, incluso, en zonas del sur de Alemania como Bavaria o Baden-Wurtemberg, que producen más dinero del que reciben.

Señalando al enemigo (económico)

En una célebre intervención realizada durante el año 2009, el gobernador republicano de Texas Rick Perry señalaba que, aunque la unión en los Estados Unidos es grande, “si Washington sigue tomando el pelo a la población americana, ¿quién sabe qué puede ocurrir?” Aunque las últimas semanas haya reculado y aclarado que la separación sería un error, ha reconocido que comparte "la frustración que muchos americanos sienten hacia nuestro gobierno". La justificación de los separatistas tejanos sonará muy familiar a todos aquellos que conozcan, por ejemplo, la propuesta del pacto fiscal de CiU: manejar por sí mismos su dinero que, consideran, será gestionado mejor en sus manos que desde “un Gobierno federal que se niega a reformar el gasto doméstico y de política exterior”. Y eso a pesar de que la autonomía de cada Estado y municipio es muy alta en el país americano.

Una situación económica negativa como la actual suele espolear los sentimientos nacionalistas en cuanto que, en tiempos de recortes o alto paro, es natural pensar que las cosas habrían sido de otra manera de haber podido decidir a nivel local o autonómico. En especial, en aquellas zonas que aportan más dinero al PIB nacional, y que en muchas ocasiones sienten que están entregando al Estado un dinero que no repercute en su propio bienestar, como ocurre con Cataluña en España, Texas respecto a Estados Unidos o Flandes respecto al sur del país. “La crisis excusa el egoísmo”, explica Ignacio Molina. “Eso de ‘nosotros solos estaríamos mejor’ es muy propio de Flandes y Cataluña, aunque no tanto del País Vasco, donde han alcanzado unos pactos económicos que ya no pueden ser mejores. En Escocia, por ejemplo, tiene gran importancia las tasas del petróleo”.

“Siempre hay una tendencia a echar la culpa a los demás”, añade Urquizu, que recuerda que, por ejemplo, California, donde también aparecieron pequeños grupúsculos separatistas, fue la mayor economía del mundo pero en los últimos tiempos se ha salvado de la bancarrota por la ayuda de Washington. Para Antonio Alonso, profesor de Ciencia Política de la Universidad San Pablo CEU, que un Estado norteamericano demande una mayor autonomía entra dentro de lo normal, pero no que busque la independencia, “más aún en un momento de crisis donde lo que se intenta es reducir al máximo las competencias duplicadas”.

La apertura económica y la globalización han hecho que aumente el amor hacia lo propio y lo cercanoTambién puede ocurrir lo opuesto: que la coyuntura económica sea utilizada por los partidos para espolear el sentimiento nacionalista. “Tienes que conseguir el apoyo una mayoría social importante en una sociedad avanzada y culta como es Cataluña, o Quebec. Y para ello, es importante ofrecer un argumento racional, como el económico, para apelar a ese sector de la sociedad”, indica Ignacio Molina. “La bandera puede servir para movilizar, pero es más irracional. Tienes que utilizar otro tipo de argumentos”.

Mirando hacia lo propio

Las razones que Urquizu aduce para explicar este auge son dos. Por un lado, que “la apertura económica y la globalización han hecho que aumente el amor hacia lo propio y lo cercano”, como ocurrió con la apertura de fronteras y la llegada de inmigrantes durante el siglo XIX. Por otro, que “la crisis económica genera un escenario de incertidumbre donde la población no sabe si conservará su empleo o si su situación económica mejorará o empeorará, lo que lleva a la misma a instalarse en las certezas que sabe son ciertas. Por ejemplo, que uno ha nacido y pertenece a determinado lugar está fuera de toda duda”.

¿No resulta paradójico este auge en un momento en que los estados están trasladando sus competencias a organizaciones supranacionales? Molina cita el trabajo del economista italiano Alberto Alesina para recordar que, aunque en apariencia parezca contradictorio, “los procesos de globalización fomentan el nacionalismo interno”. La importancia de lo económico vuelve a ser radical en este aspecto, ya que la hipotética exclusión de una organización como la Unión Europea, de gran peso tanto económico y político, puede resultar contraproducente, por lo que conviene valorar los pros y los contras de la decisión. “Canadá se fue y volvió al NAFTA, pero no sería igual en Cataluña y Escocia respecto a la UE”, recuerda el experto. “En un mundo ideal, se podría ser independiente y formar parte de la Unión Europea. Pero cuando no es así, como Artur Mas o Alex Salmond han dejado entrever, toca reflexionar”.

Éxito o fracaso, nunca desaparición

Aunque el varapalo sufrido por Artur Mas y CiU en las elecciones del pasado domingo probablemente lleven a los convergentes a rebajar la euforia sobre el movimiento independentista, el final de este tipo de propuestas está lejos, si es que alguna vez asistimos a ello. Para Urquizu, “la palabra la tienen los ciudadanos”, puesto que lo distintivo de una manifestación como la de la Diada, “que desbordó incluso a los partidos políticos”, es que obligó a los partidos políticos a gestionar esa movilización espontánea. “Los partidos, en este caso, no han empujado a la sociedad, sino que la sociedad ha empujado a los partidos”, concluye el sociólogo. “Si la gente sigue saliendo a la calle porque están descontentos con el statu quo, habrá que canalizarlo. Y si el movimiento se diluye, desaparecerá”. Alonso mantiene, por su parte, que este tipo de propuestas como la planteada en Texas “son muy residuales y marginales”, meras anécdotas, “como ha ocurrido con la CUP o Solidaritat Catalana (SI) de Joan Laporta”.

El nacionalismo puede atenuarse, pero no desapareceMolina asegura que el gran reto de países como España, Canadá o Bélgica está en saber negociar y acomodar esas tendencias dentro de esquemas más federales donde se puede llegar a acuerdos en aspectos como el económico (“que lo bueno que tiene es que es perfectamente negociable”). Por último, recuerda que “el nacionalismo puede atenuarse más o menos, pero no desaparecer, incluso aunque ya no haya crisis. Irlanda lleva independizada 90 años y sigue siendo muy nacionalista. El nacionalismo nunca desaparece”.

“Dado que mantenemos un presupuesto equilibrado y somos la 15ª economía del mundo, nuestra separación de la unión es perfectamente factible”. No, no se trata de una proclamación de intenciones de ningún partido nacionalista de nuestro país, sino que forma parte de la petición que más de 100.000 ciudadanos del Estado de Texas han firmado y que ha sido enviada a la Casa Blanca con el objetivo de recibir una respuesta por parte del presidente Barack Obama. Es un movimiento articulado a través de la plataforma We the People, que requiere 25.000 firmas para obligar al presidente a ofrecer una respuesta desde el Despacho Oval. La cifra se ha cuadruplicado, por lo que en breve, el demócrata deberá abordar el tema de los secesionismos americanos. Además, Escocia celebrará un referéndum sobre su independencia en 2014 y las tensiones entre flamencos y francófonos se agudizan en Bélgica, mientras que el nacionalismo padano se hace fuerte en el norte de Italia. ¿Estados Unidos se rompe? ¿Bélgica se rompe? ¿Reino Unido se rompe? ¿Italia se rompe? Europa se rompe? Una cosa está clara: que los nacionalismos secesionistas vuelven a estar en auge (una vez más).