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Así enseñan los americanos las matemáticas y la lengua (y así las enseñamos los españoles)
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EL MODELO QUE HA CREADO POLÉMICA EN ESTADOS UNIDOS

Así enseñan los americanos las matemáticas y la lengua (y así las enseñamos los españoles)

Es el debate de moda en la educación primaria y secundaria estadounidense: ¿son útiles los Common Core Standards, o son nada más que una propuesta condenada

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Así enseñan los americanos las matemáticas y la lengua (y así las enseñamos los españoles)

Es el debate de moda en la educación primaria y secundaria estadounidense: ¿son útiles los Common Core Standards, o son nada más que una propuesta condenada a fracasar y a arrastrar consigo a millones de estudiantes? Bajo este nombre se oculta la que pretende ser la última revolución en el sistema educativo norteamericano en lo referente a las matemáticas y la lengua y literatura, un sistema aprobado en 2009 y en plena implementación que se basa en la unificación del sistema educativo en todos los Estados americanos y que tiene en la adaptación del estudiante al mercado laboral contemporáneo uno de sus principales objetivos. En la declaración de intenciones, los responsables afirman que el propósito es proporcionar “unos estándares diseñados para ser relevantes en el mundo real, reflejando los conocimientos y habilidades que nuestros alumnos necesitan para tener éxito en la Universidad y en sus carreras”.

¿El conocimiento conceptual debe venir antes que el manejo de las habilidades prácticas?Se trata de un modelo semejante al que actualmente se utiliza en Europa (como ocurre en nuestro país gracias a leyes como la LOE redactada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero), y que sin embargo se está encontrando con una resistencia mucho mayor por parte de padres y profesores. Muchos de ellas señalan que aunque la propuesta suene bien sobre el papel (como suele ocurrir con otras propuestas educativas), llevarla a la práctica puede ser complicado. Las críticas planteadas por los detractores son básicamente tres: perjudicará a los estudiantes, será caro de implementar y será imposible realizar reformas educativas a nivel nacional en un territorio tan grande como es el americano. Otras dificultades que se han señalado es que los profesores no han gozado de la preparación necesaria para llevar a cabo este tipo de estrategias educativas.

El fin de la metodología tradicional

Entre algunos de los puntos que figuran en el documento programático de los Estándares para la enseñanza de las matemáticas figuran “entender la forma de resolver los problemas y perseverar en ellos”, “razonar de manera abstracta” y “criticar los razonamientos ajenos”. ¿En qué se traduce ello? Además de la implantación de un currículo común a nivel nacional, en hacer que, por ejemplo, los niños piensen cómo “pequeños matemáticos”, relativizando la importancia de lo propiamente teórico y favoreciendo la participación de los niños, que como señalan algunos padres enfurecidos en los foros de la red, pasan más tiempo reunidos en grupos de trabajo que recibiendo educación teórica. Es un modelo en el que ya no importa tanto el aprendizaje del algoritmo en sí (es decir, de la suma, la resta o la multiplicación) como del uso que de ello se hace.

No todos los niños pueden realizar razonamientos complejosEn la prensa americana, el tema ha sido objeto de controversia, como es el caso de Barry Garelick, columnista de The Atlantic, para el que los Common Cores Standards son una “agenda pedagógica extraña, en la que el conocimiento conceptual debe venir antes que el manejo de las habilidades prácticas”, lo cual, según el antiguo profesor de matemáticas californiano, debería ser a la inversa. Ello causa que, por ejemplo, operaciones sencillas como la multiplicación o la división se impartan un par de años más tarde que de costumbre, lo que para Garelick es “un retraso imperdonable”. Firme defensor del modelo tradicional,  el periodista señala que este sistema puede funcionar quizá con algunos niños, pero no con todos, ya que presupone que “todos los pequeños estudiantes pueden realizar razonamientos altamente complicados”. Una capacidad que según él sólo se desarrolla cuando se madura y no se puede exigir a todos los niños, porque se corre el peligro que algunos queden atrás.

En las páginas del Huffington Post, el profesor de ciencia política Nicholas Tampio se hacía eco de las dos principales críticas que se están planteando al nuevo sistema: en primer lugar, la posibilidad de que el hecho de que todos los niños americanos tengan de aprender lo mismo puede derivar en una bajada general del nivel educativo y de la pérdida de aquello que hace a algunos profesores especiales. En segundo lugar, que el nuevo sistema atenta contra la independencia de las escuelas, algo que ha sido consustancial a la educación estadounidense y que por primera vez se pone en tela de juicio. El autor cita las ideas de Alexis de Tocqueville, uno de los grandes teóricos de la nación estadounidense, para recordar por qué cada profesor debería tener una libertad absoluta para impartir sus asignaturas: porque, como señalaba el francés, es la participación activa de cada ciudadano a nivel individual lo que proporciona el éxito del país, no la imposición por medio de la ley de políticas generales.

Las dificultades de implantar el sistema

Otros detractores han señalado que quizá sea equivocado pretender que los niños desarrollen su creatividad o imaginación sin antes gozar de las herramientas necesarias para explotar estas capcidades. En ese sentido, un profesor del Bronx publicó en septiembre un artículo llamado Cómo la autoexpresión hizo daño a mis estudiantes sobre su experiencia como docente, después de pasar años pretendiendo que sus alumnos aprendiesen lengua y literatura a través de la mera práctica, sin enseñarles gramática, vocabulario o sintaxis. “Al final, mi idealismo dañó a esos chavales”, señalaba el profesor Robert Pondiscio, que recordaba cómo “en muchas ocasiones, el origen del fracaso educativo se encuentra en lo que pedimos a los profesores que hagan”. “Por cada niño que ve su impulso creativo impulsado por esos métodos, hay diez que nunca lo desarrollarán porque no tienen las herramientas básicas para expresarse”, concluía el autor.

Los cálculos más optimistas señalan que serán necesarios 681 millones de dólaresEl económico es otro punto de conflicto. Chester E. Finn Jr., un antiguo asistente del Secretario de Educación de EEUU, ponía de manifiesto en un artículo que “muchos filántropos están gastando su propio dinero para que este sistema se lleve cabo”, y que en un momento de crisis como aquel puede suponer unas exigencias presupuestarias desmedidas. Un estudio realizado por el Instituto Fordham, sin embargo, era optimista y señalaba que 681 millones de dólares podían ser más que suficientes, si se empleaban de manera “inteligente”.

Un modelo nada nuevo

En España, el proceso de cambio de modelo ha sido semejante, de manera paralela a las exigencias de la Unión Europea en materia de educación y la implantación del aprendizaje por competencias que tiene su principal motivación en preparar a los alumnos en su entrada al mercado laboral. Las políticas comunitarias apuntan a una convergencia educativa de los países de la Unión, que ya empezó a plantearse en el Plan Bolonia, que exigía a los países miembros la adopción de determinados cambios, como es la desaparición de las clases magistrales a favor de una mayor enseñanza práctica; la utilización de las nuevas tecnologías de la información; y por último, el establecimiento de un marco común para toda Europa que permita homologar los títulos educativos en todos los países. En resumen, algo muy semejante a lo que ahora está siendo tan criticado en Estados Unidos.

Las sucesivas leyes pergeñadas por los dos principales partidos que se han alternado en el poder en España han señalado en dos direcciones más o menos opuestas, especialmente en lo concerniente al papel del profesor y su autoridad en el aula y la división de estudiantes por capacidades. Mientras que el PSOE ha apostado por “la igualdad de condiciones y de logro” o la “equidad”  (en la línea de las reformas norteamericanas), el PP ha puesto un mayor énfasis en la separación de itinerarios, la individualización de la educación para cada alumno, la enseñanza de calidad y la importancia de la figura del profesor como agente activo de la educación.

Es el debate de moda en la educación primaria y secundaria estadounidense: ¿son útiles los Common Core Standards, o son nada más que una propuesta condenada a fracasar y a arrastrar consigo a millones de estudiantes? Bajo este nombre se oculta la que pretende ser la última revolución en el sistema educativo norteamericano en lo referente a las matemáticas y la lengua y literatura, un sistema aprobado en 2009 y en plena implementación que se basa en la unificación del sistema educativo en todos los Estados americanos y que tiene en la adaptación del estudiante al mercado laboral contemporáneo uno de sus principales objetivos. En la declaración de intenciones, los responsables afirman que el propósito es proporcionar “unos estándares diseñados para ser relevantes en el mundo real, reflejando los conocimientos y habilidades que nuestros alumnos necesitan para tener éxito en la Universidad y en sus carreras”.