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“Muchos directivos públicos pierden dinero por servir a su país”
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ANTONIO NÚÑEZ, DIEZ AÑOS FORMANDO LÍDERES POLÍTICOS

“Muchos directivos públicos pierden dinero por servir a su país”

¿Con qué criterios hay que elegir a los directivos públicos? La pregunta puede parecer retórica, pero está en el centro del actual debate sobre la reforma

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“Muchos directivos públicos pierden dinero por servir a su país”

¿Con qué criterios hay que elegir a los directivos públicos? La pregunta puede parecer retórica, pero está en el centro del actual debate sobre la reforma de la Administración. Y la respuesta que ofrece Antonio Núñez, exdirector del Programa de Liderazgo para la Gestión Pública del IESE, es contundente: el modelo anglosajón es el mejor, toda vez que pone el acento en que los directivos tengan una fuerte preparación técnica.

Nuñez acaba de presentar un libroEl Nuevo Directivo Público (Editorial EUNSA)– en el que llega a una conclusión principal: las líneas básicas de actuación de un directivo público deben ser las mismas que las de un directivo privado o de una ONG. Lo importante, sostiene, es que sepa pensar a medio y largo plazo y no dejarse llevar por el corto plazo.

¿Pero cómo hacerlo en un contexto de restricciones presupuestarias? Ofrece una respuesta. En momentos de crisis como los actuales, hay muchos ciudadanos que están en el sector privado y que pasan al sector público con menores ingresos, pero con “un sentido de servicio a su país”. Es una idea “muy americana”, reconoce, “pero yo lo estoy viendo en este Gobierno. Mucha gente lo hace para ayudar a que España salga adelante”.

Hay que saber evaluar cada euro que se gastaNúñez, hay que decir, es actualmente director de políticas sociales del gabinete del presidente del Gobierno. O lo que es lo mismo, es quien hace ‘papeles’ a Rajoy sobre la problemática social de España. Sin duda una tarea esencial en unos momentos como los actuales de aguda crisis económica. Y lo que propone es claro: hay que dirigir un equipo de personas sabiéndolas motivar. Identificando, al mismo tiempo, los objetivos. Pero con una regla para medir resultados. “hay que saber evaluar cada euro que se gasta”, asegura. En su opinión, el control del gasto público es mucho más importante que en una entidad privada, toda vez que cada uno de esos euros se lo ha confiado los ciudadanos.

Admite, sin embargo, que “en ocasiones”, los políticos no han estado a la altura de lo que pedían los ciudadanos. Por ejemplo, en la medición de los resultados de las políticas públicas. Sin embargo, hoy hay una tendencia internacional a aumentar la rendición de cuentas, tanto en las políticas sanitarias, educativas o de ayuda al desarrollo. Hay que tener objetivos, insiste, siendo al mismo tiempo transparentes.

La preparación de los líderes

Núñez está convencido de que cada sociedad elige a los líderes políticos que quiere. Pero es cierto que cada vez se está produciendo una mayor profesionalización de los políticos. Y en este Gobierno, asegura, hay perfiles “muy profesionales”, tanto en los primeros niveles como en los segundos.

Está convencido de que la gestión pública actual es muy distinta a la de hace 20 años. Y pone como ejemplo que ahora cada vez son más importantes figuras como las del teniente de alcalde o del concejal de Economía y Hacienda. “Si queremos reformar la función pública, la clave son las personas, son los líderes. Tan importante es reformar la administración pública como saber quién lo va a hacer”, sostiene.

En su opinión, en la administración pública hay muchos mitos que romper. Y en particular sobre el cuerpo de funcionarios, formado por “gente sacrificada y gente que trabaja muy bien”. Lo que hay que hacer, asegura, es desarrollar herramientas de motivación que no son necesariamente económicas. En contra del tópico, sostiene que los funcionarios no tienen mala fama. Y pone como ejemplo que el país cuenta con cuerpos de élite: diplomáticos, abogados del Estado o economistas del Estado gracias a los cuales la estructura del Estado se mantiene incluso en periodos de cambio de Gobierno. Lo achaca a que la envidia y la crítica fácil son propias del español. Y pone como ejemplo que lo mismo que tenemos escuelas de negocio que son un referente mundial, “tenemos muy buenos funcionarios. Eso es un mito”, concluye.

En su opinión, la solución no son gobiernos de tecnócratas al estilo italiano, sino reformar el apoyo técnico a los gobiernos. El elegido por el pueblo es el político, y el arte de la política lo domina el político. Un buen gestor de una empresa privada no tiene por qué gestionar bien la empresa pública. La cuenta de resultados es distinta en un sector que en otro. El entorno es distinto, asegura. 

¿Con qué criterios hay que elegir a los directivos públicos? La pregunta puede parecer retórica, pero está en el centro del actual debate sobre la reforma de la Administración. Y la respuesta que ofrece Antonio Núñez, exdirector del Programa de Liderazgo para la Gestión Pública del IESE, es contundente: el modelo anglosajón es el mejor, toda vez que pone el acento en que los directivos tengan una fuerte preparación técnica.