Es noticia
Del pesimismo social a la depresión que lleva al suicidio
  1. Alma, Corazón, Vida
LOS EXPERTOS DEMANDAN UN PLAN DE ACTUACIÓN SOCIAL Y PSICOLÓGICA

Del pesimismo social a la depresión que lleva al suicidio

La crisis no es solo cuestión de números y de actuaciones políticas. Tiene consecuencias psicológicas sobre los individuos y un impacto social negativo: los psicólogos advierten

Foto: Del pesimismo social a la depresión que lleva al suicidio
Del pesimismo social a la depresión que lleva al suicidio

La crisis no es solo cuestión de números y de actuaciones políticas. Tiene consecuencias psicológicas sobre los individuos y un impacto social negativo: los psicólogos advierten de que la sociedad se ha instalado en el pesimismo, la desconfianza y la inseguridad. Esta percepción colectiva  de que no hay futuro desencadena síntomas en algunas personas, cuya manifestación extrema es el suicidio, como ha sucedido esta semana en Barakaldo, donde Amaya Egaña, ex concejala socialista de 53 años, se quitó la vida antes de ser desahuciada de su vivienda.

“Las malas noticias y el énfasis sobre algunos elementos de esta crisis dan lugar a un sentimiento negativo colectivo, que contribuye al descontrol psicológico de algunas personas”, comenta Juan Donoso Valdivieso, vicedecano del Colegio de Psicólogos de de Castilla y León. Este tipo de noticias “provocan un efecto contagio, generan alarma social y contribuyen a alimentar el pesimismo”, añade.

La crisis ha disparado patologías como la depresión, la ansiedad y el estrés, como ya advirtió hace unos meses la Organización Mundial de la Salud. Donoso asegura que la mala situación económica y la desesperanza que ha provocado están colocando a muchas personas en una situación límite. Y cada ser humano afronta las situaciones de emergencia de una forma. El problema es que algunos se quedan sin capacidad de reacción, paralizados, cuando lo que necesitan es una respuesta activa.

El desahucio, explican los psicólogos, afecta a lo más básico del ser humano, a sus necesidades primitivas, entre las que se encuentran la de comer y tener un techo con el que protegerse uno mismo y a su familia. Quedarse sin este cobijo afecta a la sensación de seguridad, provoca miedo porque peligra lo más básico y despierta las alarmas del individuo.

“Va más allá de la autoestima”, señala Begoña Odriozola, psicóloga clínica y experta en psicotrauma. “El ser humano es un mamífero territorial y el hogar es donde recupera la energía y se relaciona con los suyos. Perder el territorio es más que quedarse sin la vivienda física, es un símbolo y está en la base del equilibrio psicológico”, explica.

Los expertos coinciden en que confluyen muchos factores que desencadenan una decisión fatal como el suicidio. En este sentido, Odriozola subraya que el desahucio no es la causa del suicidio, sería el desencadenante en una situación en la que confluyen múltiples factores. Opinión con la que coincide Donoso.

Fracaso, culpa y cuadros depresivos

“Los afectados por estas situaciones manifiestan síntomas típicos y comunes que estamos viendo en servicios sociales. Llevan meses de insomnio –mientras se resuelve o no el desahucio- y presentan cuadros depresivos muy serios que si no se tratan se pueden volver muy graves y derivar en conductas suicidas”, comenta, por su parte, Luis Barriga, técnico de servicios sociales.

Barriga destaca la sensación de “fracaso vital” de estas personas.  La crisis económica está teniendo un impacto fuerte, en su opinión, en las personas y en la sociedad. “Y en los casos graves, como los desahucios, se produce una ruptura del proyecto vital: vivir con los nuestros y lo más confortablemente posible”.

A la sensación de fracaso se une la de culpa, sobre todo en el cabeza de familia. “Siempre hay un miembro de la familia, que tradicionalmente ha sido el hombre, que siente mayor responsabilidad en el sustento de los suyos. Para ese miembro el desahucio implica un gran fracaso en la tarea de proteger y sustentar a la familia, lo que genera una ansiedad muy importante y un fuerte sentimiento de culpa”, afirma Odriozola.

Falta un plan de respaldo social para los afectados

Los expertos denuncian la falta de un plan de actuación social y psicológica para los casos de ejecuciones hipotecarias. Más allá del debate legal sobre si la normativa española es abusiva o no, las personas que terminan en esta situación, sufren un shock y, en la mayoría de los casos, un estado de negación que les produce un bloqueo que les impide solucionar sus problemas de deuda.

“Se trata de un mecanismo de negación en el duelo del proyecto vital roto. Necesitan, además del apoyo del entorno familiar, la ayuda de servicios sociales. Es necesario elaborar una estrategia -como la que existe en otros países- para estas situaciones, que son muy difíciles y complicadas”, dice Barriga.

Y señala que, "ahora mismo no están en funcionamiento los servicios que deberían prestar esa ayuda”. En su opinión, la reacción política que se ha producido en las últimas horas como consecuencia de la presión social creciente y el nuevo caso de suicidio, “llega tarde”. El riesgo de exclusión ya se ha producido.

Donoso también reclama la necesidad de un plan de actuación de apoyo social y psicológico. Y comenta la necesidad de que desde los distintos poderes se genere optimismo y entusiasmo en la sociedad.

La crisis no es solo cuestión de números y de actuaciones políticas. Tiene consecuencias psicológicas sobre los individuos y un impacto social negativo: los psicólogos advierten de que la sociedad se ha instalado en el pesimismo, la desconfianza y la inseguridad. Esta percepción colectiva  de que no hay futuro desencadena síntomas en algunas personas, cuya manifestación extrema es el suicidio, como ha sucedido esta semana en Barakaldo, donde Amaya Egaña, ex concejala socialista de 53 años, se quitó la vida antes de ser desahuciada de su vivienda.