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10 tácticas (infalibles) para resultar atractivo a una mujer
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NO HACE FALTA SER UN MACHO ALFA

10 tácticas (infalibles) para resultar atractivo a una mujer

Sé amable, sé simpático, pórtate bien y mantén buena apariencia. ¿Fácil, verdad? En realidad, no es complicado imaginar qué puede interesar a una mujer en un

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10 tácticas (infalibles) para resultar atractivo a una mujer

Sé amable, sé simpático, pórtate bien y mantén buena apariencia. ¿Fácil, verdad? En realidad, no es complicado imaginar qué puede interesar a una mujer en un hombre, aunque cada una de ellas sea un mundo diferente. O, más que un mundo, un universo. Ya se sabe, una personalidad divertida, afable, entretenida o cariñosa es importante –especialmente en el largo plazo–, pero no lo es todo. Lo que muchas veces no recordamos es de qué manera nuestra percepción, nuestra genética y nuestros instintos más primarios interfieren en el camino de nuestras relaciones, en muchos casos, para facilitarlas de una manera que anteriormente no podríamos haber sospechado, en otros casos para entorpecerlas sin saber por qué.

A las mujeres les puede gustar cualquier cosa (ahí está el ejemplo de Carla Bruni y Nicolas Sarkozy para corroborarlo), pero la ciencia, en su imparable labor social, ha querido orientar al género masculino sobre qué debería hacer o cómo debería comportarse para atraer a las hembras a sus redes amatorias.

–Aféitate. Cuando un joven accede a un puesto de responsabilidad por encima de lo que su edad real haría esperar, es bastante frecuente que se deje crecer una tupida barba. La razón, que el vello facial hace que los hombres parezcan mayores, más respetables, más agresivos e indica que su estatus social es mayor. ¿La contrapartida negativa? Que los hombres con barba son menos atractivos para las mujeres (a no ser que lo que busque sea un madurito interesante, claro está). Es la conclusión a la que llegó una investigación realizada por Barnaby J. Dickson y Paul L. Vasey, que señalaba que la barba envejece, a cambio de constituirse en signo de distinción social. La razón probablemente sea evolutiva, ya que como señalan los antropólogos que realizaron el estudio, la aparición (o conservación) de la barba en el ser humano podría haberse debido a una forma de selección natural intragrupal. 

Cálmate y cuenta hasta tres, serás más atractivo–Asegúrate de tener buena cara: No confundir con una cara bonita que, todo sea dicho, también ayuda. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Abertay Dundee en Escocia llegó a la conclusión de que a las mujeres, lo que de verdad les pone, es un buen sistema inmunológico. Fhionna Moore, autora del estudio, señalaba que “cuantos más anticuerpos produce un hombre en respuesta a una vacuna, más atractivo es su rostro”. En realidad, es la testosterona lo que importa en este punto: cuanto más altos sean sus niveles, más fuerte será el sistema inmunológico y, por lo tanto, más bello será el rostro, señalaba la investigadora. Además, y como veremos más tarde, los hombres con más testosterona presentaban menores niveles de estrés, un factor clave.

–Muéstrate vulnerable. Los estudios de más rabiosa actualidad han puesto de manifiesto que, quizá, lo que algunas mujeres desean no es un hombre que las guíe y proteja, sino todo lo contrario: una pareja a la que puedan manipular con facilidad. Es lo que señalaba el reciente estudio realizado por la Universidad de Tennessee-Knoxville, en el que se señalaba que la biología cada vez tenía menos peso en las decisiones adoptadas por las mujeres y, por lo tanto, empezaban a preferir otro tipo de hombres, menos fuertes físicamente. ¿La razón? “Que los hombres que eran incapaces de competir físicamente con sus iguales se centraron en suministrar alimentos a sus cónyuges con el fin de comprar su afecto”.

–Pórtate mal. Aunque  parezca contradictorio con el punto anterior, siguen existiendo estudios que refrendan la idea popularmente compartida de que las mujeres prefieren a los “cabrones”. Es el caso de una investigación presentada este mismo año en la Universidad de San Antonio, en la que la autora, Kristina Durante, señalaba que no sólo las mujeres prefieren a los hombres guapos y un poco canallas para una relación a corto plazo, sino también para mantener con ellos una larga relación. En concreto, la profesora (¡de marketing!) averiguó que las mujeres que estaban pasando su semana fértil encontraban a los hombres sexys, guapos y rebeldes como los más atractivos, señal de que eran los candidatos idóneos para ser buenos padres. Lo importante, al fin y al cabo, es no pasar desapercibido.

Los atributos más viriles eran preferidos en los países menos desarrollados tecnológicamente–No te estreses. Cálmate y sigue adelante: serás más atractivo. Las razones por las que las mujeres prefieren a los hombres relajados no atiende únicamente a lo emocional (¿quién querría pasar mucho tiempo al lado de una persona que lo único que transmite son prisas e inseguridad?), sino también a lo físico. La hormona del estrés, el cortisol, es la causante de que los hombres parezcan menos atractivos a las mujeres, ya que según el estudio anteriormente citado y realizado en la Universidad de Abertay Dundee, las mujeres preferían a aquellos hombres con un menor nivel de cortisol, lo que estaría relacionado con una mejor configuración genética. Algo que se acentuaba durante la fase fértil del período menstrual. Mostrar un menor estrés, además, implica que somos más capaces de afrontar las situaciones complicadas.

–Evoluciona. ¿Es verdad aquello que se dice de que las mujeres prefieren a los hombres fornidos, valientes y aguerridos, en definitiva, el perfil del cazador prehistórico, dispuesto a traer la cena a casa cada noche? Parece ser que en realidad no es así, sino que lo que persiguen las mujeres (desde un punto de vista evolutivo) es un hombre que sea capaz de proporcionar los recursos materiales necesarios, pero que no necesariamente implican ya al irredento macho alfa. En realidad, se persigue una pareja que sea capaz de adaptarse a la sociedad en la que vive: en la nuestra, la fortaleza física ya no sería tan importante como las habilidades sociales, la inteligencia adaptativa o las competencias profesionales. Es lo que afirmaba un estudio realizado por el doctor galés Robert Brooks, que señalaba que los atributos más viriles eran preferidos en los países menos desarrollados tecnológicamente.

–Móntala en una montaña rusa. Una buena comida no es el mejor afrodisiaco, parece ser, sino vivir una situación trepidante que dispare la adrenalina de la mujer. Al menos, es lo que afirma un estudio que se publicó este mismo año en la Universidad de British Columbia. Lo que descubrieron los investigadores es que las personas solteras que acababan de bajar de una atracción de un parque temático consideraban a las personas del sexo contrario que les habían acompañado durante el viaje como mucho más atractivas que antes de hacerlo. Sin embargo, no ocurría lo mismo con las parejas ya comprometidas que se habían subido a la atracción, signo de que dar un par de vueltas en la montaña rusa puede afectar seriamente nuestro criterio.

Comer verduras embellece la pigmentación de la piel–No seas feliz. No todo iban a ser malas noticias: si te sientes profundamente insatisfecho con tu vida y dejas que esto se refleje en tus expresiones fáciles, será más fácil seducir a una mujer. Según un estudio llamado Los chicos felices terminan más tarde: el impacto de las expresiones faciales en la atracción sexual, mientras que los hombres prefieren a las mujeres más divertidas, el género femenino suele sentirse más atraído por los hombres circunspectos y melancólicos. No por su personalidad en sí, sino porque estas eran las expresiones faciales más atractivas para los mujeres. Tanto para unos como para otros, las manifestaciones de vergüenza y pena en los rostros resultaban igual de deseables sexualmente.

–Cuida tu piel (y come verduras). Aunque pocos hombres, salvo David Beckham, serían capaces de admitir en público que les gusta cuidar su cuerpo con cremas y otros ungüentos de ominoso nombre, lo cierto es que hacerlo puede resultar rentable en la relación con las mujeres. Estas prefieren las pieles brillantes y saludables, bronceadas, por encima de las pálidas y blanquecinas, una característica que anteponen incluso a otras como son la masculinidad de los rostros o la musculatura de sus potenciales partenaires. En concreto, era el toque dorado de las caras lo que las hacía irresistibles, según un estudio realizado por Ian Stephen, que descubrió que era el factor decisivo en las respuestas de sus encuestadas. “El color saludable de nuestras caras es determinado por los pigmentos de carotenoides antioxidantes que conseguimos de la fruta y de los vegetales de nuestra dieta”, señalaba el profesor del University College de Londres. Come más verduras, hombre.

–Asegúrate de que tienes ojos grandes, pómulos prominentes y un gran mentón. Salvo que la herencia genética nos haya provisto con estos atributos físicos, es complicado que podamos cambiarlos de manera natural, excepto en caso de intervención divina o después de pasar por una costosa y poco recomendada cirugía facial. Estos son las tres características físicas que resultaban más deseables por las mujeres, según un estudio publicado por el Journal of Personality and Social Psychology. En él, los autores (dos mujeres y un hombre) señalaban que estos tres elementos eran importantes para el sexo femenino porque su desarrollo está relacionado con la madurez sexual (caso de la barbilla prominente), pero también apelan a los sentimientos de protección de la mujer (lo que ocurría con los ojos grandes). Pero, ojo, sólo funcionaban en caso de ir juntos. Aquellos hombres que sean capaces de combinar las tres características serán los reyes del mambo.

Sé amable, sé simpático, pórtate bien y mantén buena apariencia. ¿Fácil, verdad? En realidad, no es complicado imaginar qué puede interesar a una mujer en un hombre, aunque cada una de ellas sea un mundo diferente. O, más que un mundo, un universo. Ya se sabe, una personalidad divertida, afable, entretenida o cariñosa es importante –especialmente en el largo plazo–, pero no lo es todo. Lo que muchas veces no recordamos es de qué manera nuestra percepción, nuestra genética y nuestros instintos más primarios interfieren en el camino de nuestras relaciones, en muchos casos, para facilitarlas de una manera que anteriormente no podríamos haber sospechado, en otros casos para entorpecerlas sin saber por qué.