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Los alumnos andaluces llevan un curso y medio de retraso respecto a los madrileños
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UN SISTEMA "EN TEORÍA ÚNICO": 17 CALIDADES

Los alumnos andaluces llevan un curso y medio de retraso respecto a los madrileños

En la recta final de la educación obligatoria, con quince años, un estudiante canario o andaluz medio tiene unas competencias que están, aproximadamente, un curso y

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Los alumnos andaluces llevan un curso y medio de retraso respecto a los madrileños

En la recta final de la educación obligatoria, con quince años, un estudiante canario o andaluz medio tiene unas competencias que están, aproximadamente, un curso y medio por debajo que las de un estudiante de Castilla y León o Madrid. Es la contundente conclusión a la que llega un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas que ha analizado detenidamente, y por Comunidades Autónomas, los resultados del informe PISA 2009. Antonio Villar, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y coordinador del informe es claro al respecto: “En un sistema educativo que en teoría es único para todo el país no se entiende que las diferencias sean tan grandes”. Pero lo son, mayores incluso que la diferencia, también preocupante, entre los resultados obtenidos por España y otros países de la OCDE.

Para elaborar el informe, los investigadores han desarrollado un indicador agregado a partir de los datos de PISA, bautizado como Índice de Desarrollo Educativo, que mide el resultado de países y CC.AA. en términos de rendimiento (las puntuaciones obtenidas por los estudiantes en las pruebas de PISA), equidad (la relación entre el rendimiento y el entorno socioeconómico del estudiante), y calidad (la proporción de estudiantes que alcanzan las puntuaciones más altas, descontando los que no llegan al aprobado).

En términos de equidad, España se encuentra muy bien situada, con un nivel superior a la media de la OCDE y por encima de muchos países europeos como Alemania, Francia o Reino Unido. En definitiva, tal como explica Villar, “el sistema español es equitativo y fomenta la igualdad de oportunidades entre estudiantes”.

Por cada buen estudiante que aparece en el sistema educativo español en Alemania habría dos, en Bélgica tres, y en Finlandia más de cuatroEn cuanto al rendimiento la cosa empeora. Estamos por debajo de la media de la OCDE, y con uno de los peores resultados de la Europa de los 15 (solo están peor Austria y Luxemburgo). Pero el verdadero problema llega al valorar el campo de la calidad. No sólo estamos muy por debajo de la media: la diferencia es abismal respecto al resto de países. Por cada buen estudiante que aparece en el sistema educativo español –que obtiene una puntuación de 5 o 6 en las pruebas de PISA, lo que equivaldría a un notable o sobresaliente– en Alemania habría dos, en Bélgica tres, y en Finlandia más de cuatro. 

Los datos no son mejores en cuanto a los estudiantes con más problemas. España tiene un fracaso escolar del 36,6%, mientras que la media del total de la OCDE es del 17,4%. El número de repetidores y estudiantes que abandonan los estudios es similar en todas las comunidades –sólo Navarra presenta unas cifras significativamente más bajas– pero no la presencia de alumnos excelentes. Por cada estudiante de Andalucía, Canarias o Baleares con sobresaliente o notable, en Castilla y León, Madrid, La Rioja o Asturias hay hasta cuatro. En Finlandia habría diez.

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Una diferencia que se refleja en el desarrollo regional

El abismo educativo entre las regiones de España es una cuestión de calado. No sólo hablamos del entorno educativo, éste se traduce en una realidad económica y social tangible. Tal como explica Villar, las diferencias educativas afectan de forma sustancial al crecimiento nacional y regional: “Si consiguiéramos poner nuestra educación al nivel de Finlandia, el sistema con mejores resultados de Europa, crecería la renta per cápita un 1% al año. La educación genera riqueza. Basta observar que las comunidades con mejores resultados educativos están capeando mejor la crisis. A mayor nivel educativo, menos destrucción de empleo y menor pérdida de renta”.

Hasta cierto punto es explicable que el nivel educativo de España sea peor que el de nuestros vecinos europeos. Al fin y al cabo, España ha avanzado mucho en los últimos tiempos y partíamos de una situación de desventaja. Pero, ¿cómo es posible que haya tanta diferencia entre comunidades? Para Villar es esto precisamente lo que se debería estudiar.

Las comunidades con peores resultados son aquellas en que el modelo productivo se ha centrado en el turismo y la construcción Instintivamente se podría pensar que las comunidades con menor nivel de renta se corresponden con las de peor desarrollo educativo, pero no es así. O al menos, no del todo. Según explica el profesor, el entorno socioeconómico de los estudiantes –no sólo el nivel de renta de las familias, también el nivel educativo de los padres, de los compañeros de clase e, incluso, el número de libros que existe en un hogar– explica el 40% de la variación entre comunidades. Es un dato importante, pero no explicaría tamaña diferencia.

Otra variable que influye de forma importante, según los investigadores, es la estructura productiva del entorno del estudiante, que explcaría otro 20% de las diferencias. Analizando detenidamente los datos es fácil observar como las comunidades con menor Índice de Desarrollo Educativo son aquellas cuyo modelo productivo se ha centrado en el turismo y la construcción: Canarias, Murcía, Andalucía y Baleares. Sin embargo, las comunidades con mayor tasa de ocupación cualificada, mayor peso de la industria o servicios de alta cualificación tienen índices muy superiores. Esto se explica, según Villar, “por la escasa movilidad laboral de nuestro país”. Según el profesor “el universo de referencia de los estudiantes es reducido”. Muchos alumnos han visto que se podía encontrar trabajo sin estudiar, y ni se plantean que pueden desarrollar una carrera profesional en otro sitio: el 80% de la migración española es intraprovincial. En definitiva, y tal como apunta el informe: “los estudiantes crean sus expectativas de empleo en función del mercado laboral local”.

Sistemas por fuerza distintos

Según el informe, la diferencia educativa entre comunidades se explica en un 40% por el entorno socioeconómico y en un 20% por la estructura productiva de las regiones, pero ¿qué hay del 40% restante? Villar no lo tiene claro, pero sí cree que por fuerza los sistemas educativos de cada región están funcionando de forma distinta: “Es necesario estudiar de cerca cómo es cada política regional. Lo cierto es que no hay grandes diferencias de recursos, ni de estudiantes por aula, ni de entorno socioeconómico… Tiene que haber algo más, y habría que averiguar de qué se trata”.

La transparencia del sistema educativo brilla por su ausenciaEl problema es común al de otras facetas de la vida española: obtener información es una tarea hercúlea. Para empezar, el informe que han elaborado Villar y sus compañeros no incluye los datos de Extremadura, Valencia y Castilla-La Mancha. Estas comunidades no participaron individualmente en el informe 2009. ¿Temían malos resultados? “Mi impresión es que algunas comunidades no quieren que estos datos se sepan”, explica Villar. Y no es para menos, sólo hace falta ver la diferencia con la media nacional (en la que sí participan estas comunidades) e inferir qué datos faltan: es improbable que estas comunidades tengan buenas cifras.

La transparencia del sistema educativo brilla por su ausencia. Y es una de las cosas que, según Villar, deben mejorar: empezando, como ya apunta la futura reforma educativa, por evaluar el rendimiento de los centros. Para el profesor, la evaluación externa es una medida “razonable, pues tiene sentido que la sociedad, que es la que paga la educación, pueda pedir una rendición de cuentas, que nos ayudaría a ser transparentes en los resultados”. ¿Y no se dispararía el fraude como ha ocurrido en Gran Bretaña? “Los problemas que ocasione serán mucho menores que el beneficio de estas pruebas”, afirma Villar. 

La necesidad de estrategias a corto y lago plazo

Según Villar, y tal como pone de manifiesto el estudio, España tiene que atender dos necesidades urgentes en materia de educación: se debe reducir el fracaso escolar y debe aumentar el número de estudiantes excelentes. Para ello los firmantes del estudio proponen flexibilizar el proceso de aprendizaje, creando estrategias diferenciadas para los estudiantes con más dificultades y aquellos más avezados. Y, según Villar, “hay que hacerlo de forma simultánea”.

Hace falta que los políticos tomen decisiones a largo plazo, pues a corto no va a haber resultados espectacularesPara el profesor, separar a los buenos estudiantes y llevarlos a otros centros –como en el Bachillerato de Excelencia madrileño– no es la mejor solución: “El efecto grupo es importante. La gente descolgada influye en sus compañeros, pero también los buenos estudiantes. Lo mejor sería crear grupos específicos, con tratamientos diferenciados, en el mismo centro”. Según Villar, además, esto se podría hacer sin ampliar el presupuesto, algo que da por imposible: “Se podrían financiar las clases de refuerzo aumentando el número de alumnos por aula. No desatender a los mejores estudiantes y evitar que se descuelguen los que están peor es prioritario y, según los datos, que haya más niños en clase no presenta diferencias significativas”. Otra solución para los alumnos aventajados, explica Villar, sería que aquellos con más competencias en determinadas asignaturas cursaran éstas un año por delante: “Es muy sencillo, pero funciona”.

Tenemos entre manos las propuestas, pero ¿están los políticos dispuestos a coger el testigo? “Los resultados apuntan que no lo estamos haciendo bien”, asegura Villar, “pero los cambios en educación generan una enorme resistencia. Hace falta que los políticos tomen decisiones a largo plazo, pues a corto no va a haber resultados espectaculares. El problema es que a los políticos no les preocupa el largo plazo, sino lo que va a pasar en las siguientes elecciones. Las reformas educativas son un avispero. Generan conflictos entre padres, estudiantes, profesores… Así que los políticos optan por minimizar el ruido”.

En la recta final de la educación obligatoria, con quince años, un estudiante canario o andaluz medio tiene unas competencias que están, aproximadamente, un curso y medio por debajo que las de un estudiante de Castilla y León o Madrid. Es la contundente conclusión a la que llega un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas que ha analizado detenidamente, y por Comunidades Autónomas, los resultados del informe PISA 2009. Antonio Villar, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y coordinador del informe es claro al respecto: “En un sistema educativo que en teoría es único para todo el país no se entiende que las diferencias sean tan grandes”. Pero lo son, mayores incluso que la diferencia, también preocupante, entre los resultados obtenidos por España y otros países de la OCDE.