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¿La derecha sabe gestionar la economía y la izquierda es manirrota e informal?
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UNA BUENA NARRATIVA ES LA CLAVE DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA

¿La derecha sabe gestionar la economía y la izquierda es manirrota e informal?

El poder político en escena (RBA), contiene un recorrido ameno, exhaustivo y sugerente por los caminos de la comunicación política actual. Su autor, el sociólogo Luis

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¿La derecha sabe gestionar la economía y la izquierda es manirrota e informal?

El poder político en escena (RBA), contiene un recorrido ameno, exhaustivo y sugerente por los caminos de la comunicación política actual. Su autor, el sociólogo Luis Arroyo, asesor del Banco Mundial y de diversos políticos y corporaciones, es también uno de los expertos en comunicación política más activos. De 2004 a 2008 ocupó diversos cargos en Moncloa, (entre ellos, el de director del gabinete de Secretario de Estado de Comunicación) y fue también director de Gabinete de la ministra Carmen Chacón. Con él dialogamos acerca de cómo la visibilidad a la que están sujetos los políticos y las formas en que la sufren y la utilizan han transformado por completo el terreno de la comunicación en los últimos años.

Es peculiar que fuese  Luis de Guindos y no el presidente del Gobierno quien diera la cara en rueda de prensa para hacer público que íbamos a ser "rescatados". Fue un técnico, y no un político, quien compareció para explicarnos que íbamos a seguir las recetas que nos proporcionaban otros técnicos (internacionales) para solucionar los problemas de nuestros bancos. Probablemente ese sea un buen ejemplo del poco lugar que queda en la política contemporánea para las narrativas del liderazgo. La política en los últimos tiempos cada vez es más aplicación de medidas técnicas que vienen del ámbito financiero, y es cada vez menos liderazgo, puesta en juego de visiones, de ideas, de opciones vitales. Desde el punto de vista del comunicador político, como es tu caso, supongo que esa será una dificultad sensible para hacer vuestro trabajo, máxime cuando son estas narrativas las que el elector suele demandar…

Luis Arroyo

En realidad, Rajoy y el Gobierno tienen una narrativa sólida. Digamos que va más o menos así: “Estamos haciendo lo que podemos dentro del desastre que nos dejó Zapatero. Tomando decisiones duras pero incuestionables. Si decimos una cosa y hacemos la contraria es porque las circunstancias cambian, y porque aquí lo importante es hacer y no decir.” Efectivamente, es una narrativa poco épica e inspiradora, pero Rajoy no fue nunca ni épico ni inspirador, sino sólo un gestor “como Dios manda.” A la derecha conservadora no le gustan las visiones utópicas y buenistas, de manera que el peligro es que parezca al final que las únicas medidas posibles son las de achicamiento del Estado de Bienestar, desprestigio de la política, austeridad y rigor. Si, además, dentro de unos meses o de algún año la economía mejora ligeramente, ese arquetipo se asentará peligrosamente y le costará infinito al PSOE quitárselo de encima. Se “confirmará” que la derecha es la única que sabe gestionar la economía, y la izquierda es manirrota e informal. Por supuesto, no estoy hablando de lo que a mí me gusta, sino de lo que creo que el Gobierno está transmitiendo. Hay otras posibles medidas y abordajes de la crisis, pero no soy un ingenuo, y creo que el Gobierno aún tiene crédito.

Esteban Hernández

Es cierto que esa narrativa del gestor experto que se opone a buenistas ineficientes fue puesta en marcha por el PP desde antes incluso del proceso electoral que le llevó a la Moncloa, pero se trata de una apuesta que tiene sus dificultades. Por una parte, es justamente ser “un líder como Dios manda”, lo que resulta muy difícil. En momentos como este, su tarea debe limitarse a efectuar los ajustes, cambios y reformas que le exijan los mercados relegando cualesquiera otras consideraciones. Si entrasen en conflicto la aplicación de políticas derivadas de creencias religiosas con las recomendaciones de los expertos financieros tendría que optar por estas últimas, y eso eliminaría aspectos culturales y discursivos de la política que tienen peso en los corazones y las cabezas de muchas personas.

Bush era un candidato nefasto en 2004 pero, frente a un melifluo Kerry, ganó la reelecciónEn segundo lugar, esa narrativa, hasta ahora, ha debido sobreponerse a una realidad que le es completamente adversa. Desde que está en el Gobierno ha acometido duras reformas que no nos han hecho levantar cabeza: ha tomado medida tras medida hasta el rescate y aún así nada se ha apaciguado.  Es decir, que es justamente en ese terreno en el que prometía desenvolverse bien (“soy un gestor”) en el que está fracasando. Y eso obliga a un esfuerzo narrativo excesivo, que le ha llevado, por ejemplo, a vestir la intervención como un premio. Pero, como te decía, no me interesa el ejemplo de Rajoy más que en lo que revela de la política contemporánea. En este sentido, la insistencia en el político como gestor está causando una gran contradicción entre las cosas que ocurren y las que se cuentan. Cierto es que puede funcionar, ya que negar la realidad puede generar éxitos electorales, pero sucede con más frecuencia lo opuesto. Negar la participación de ETA en el 11 M le costó a Aznar las elecciones, y no llamar crisis a la crisis supuso el principio del fin de Zapatero. Son juegos demasiado peligrosos y demasiado frecuentes.

Luis Arroyo

Sí, es importante que lo cuentas sea verosímil, pero no te olvides que los políticos construyen la realidad con lo que dicen. El punto es encontrar la narrativa adecuada en el momento oportuno. Como explico en el libro, el liderazgo es netamente contextual. Consiste en surfear olas que vienen. La narrativa tiene que ser, claro, verosímil. Lo que perdió a Zapatero no fue sólo negar la crisis, sino que dio la impresión de ser un líder débil para afrontarla. Es básicamente cuestión de carácter, no sólo ni fundamentalmente de temas, sino de carácter.

Por otro lado, a efectos prácticos, hay que pensar que un político es bueno o malo en función de quién es su adversario. No hay caballo bueno ni burro malo sino en relación con los otros caballos o burros con los que compite. Bush era un candidato objetivamente nefasto en 2004, pero frente a un melifluo y cambiante Kerry, por impecable que fuera su carrera, en mitad de una “Guerra contra el terror”, ganó la reelección…

Esteban Hernández

Ya que lo mencionas, déjame que te felicite por tu libro, que me parece excelente, tanto en las ideas que reflejas como en su estilo. Dicho esto, creo que acabas de señalar varios aspectos esenciales en la lucha político-electoral contemporánea.

En primer lugar, que lo esencial no es tener un discurso sólido y consolidado sino, por utilizar tu expresión, saber surfear los múltiples inconvenientes que siempre terminarán por aparecer.  En segundo, que lo que se pone en juego es mucho más la personalidad del líder (su “carácter”) que sus ideas. En tercero, y esto lo entiendo substancial, que en la política contemporánea no se trata tanto de atar consistentemente una narrativa propia cuanto de encontrar flancos débiles en la del adversario. No sé si porque resulta más fácil, pero una mayoría de campañas actuales han sido pensadas buscando debilitar al contrincante y no asentar una visión del mundo, una imagen o un discurso inequívocamente propios.

El carácter es uno de esos atajos heurísticos que la gente utiliza para deducir mensajes de sus líderesY por último, el asunto más relevante, el de la construcción de la realidad. Creo que los políticos no construyen la realidad con sus palabras, sino que tratan de hacerlo. Y en esa tarea entran en confrontación con otras visiones de la realidad, ya provengan de sus adversarios, de grupos de interés, de colectivos ciudadanos, o de la realidad misma, cuyos hechos a veces son tozudos y no se dejan cambiar. Y por estas razones, se trata de un intento cuyo éxito depende en gran medida de contar con los medios de comunicación afines necesarios para difundir ampliamente tu versión de la realidad, y no de tener un discurso sensato o de saber ofrecer las explicaciones precisas a tus ciudadanos.

Luis Arroyo

Gracias por lo del libro. Estoy satisfecho con él porque, a pesar del riesgo de integrar perspectivas muy diversas de la comunicación política, desde la zoología a la genética hasta la sociología, creo que queda un texto bien integrado. La comunicación política, hasta donde yo sé, nunca se ha intentado contar de esa manera. Y la gente me dice que lo pasa bien leyéndolo, que era mi otro objetivo.

Tengo que matizar a lo que comentas que sí creo que lo importante es tener un discurso bien consolidado, (eso que muchos llamamos una narrativa). Pero que esa narrativa tiene que estar en el contexto adecuado y en su momento (lo que te contaba con la metáfora de la ola, que en realidad es de Joseph Nye). El mejor y más coherente relato no encuentra eco y contagio si no se da en el momento acertado. Por poner un ejemplo muy claro, es muy probable que un candidato “perfecto” como Obama, con una narrativa excelente de esperanza y cambio como la suya, no hubiera tenido un resultado mejor que el de Kerry frente a Bush en 2004, porque en ese momento lo que se buscaba era un fuerte “comandante en jefe” para una “guerra contra el terror”. El punto es encontrar el relato sólido en el momento oportuno.

Un candidato mediocre puede ganar si al otro lado no hay narrativaEl carácter es uno de esos “atajos heurísticos” que la gente utiliza para deducir mensajes políticos de sus líderes. La gente deduce que si ve a Royale salirse de sus casillas en un debate con Sarkozy, seguramente no será capaz de mantenerse tranquila en otras circunstancias difíciles, como con habilidad le dijo el propio Sarkozy en el debate. El carácter emite señales políticas muy relevantes.

A partir de ahí, sí, en efecto, tu narrativa juega con otra. La política es un juego de suma cero, porque al final la gente sólo tiene un voto. Un relato excelente, con un candidato excelente, puede perder sencillamente porque su adversario era aún mejor y ofrecía un relato aún mejor. Y al contrario. Un candidato mediocre como Rajoy con un relato mediocre (casi inexistente, de hecho) como el suyo, puede ganar si al otro lado no hay narrativa o candidatura atractiva.

Y, por último, naturalmente, los políticos no son los únicos que construyen la realidad a través del lenguaje. La construcción social de la realidad, que es un fenómeno largamente estudiado, es colectiva, y en ella tienen un papel fundamental, claro, los líderes de opinión: los expertos, los periodistas… pero también los políticos.

Sí, claro, tu lucha por contar tu relato y que se difunda ha de contar con la alianza implícita (y a veces explícita) de esos líderes de opinión adicionales, entre los que están los medios de comunicación.

Esteban Hernández

Por eso los medios tienen cada vez mayor importancia, ya que por muy sólida que sea tu narrativa, está continuamente sujeta a reescritura por parte de quienes la trasladan al votante, y en este orden no es difícil que, como le pasó a Kerry, un mensaje de moderación sea rápidamente traducido en indecisión y en flip-flopping. Eso lleva a muchos políticos a intentar controlar el discurso, la narrativa, pero también a los medios....

Luis Arroyo

Por supuesto, pero no te olvides de que las acusaciones de indecisión y flip-flopping no sólo venían de los medios, ni siquiera principalmente de ellos, sino de la propia campaña de Bush hijo, otro político. Medios, políticos y opinantes de prestigio son todos ellos aliados en la construcción de narrativas que, por lo demás, han de contar con el beneplácito o, como mínimo, una cierta aquiescencia del público que luego las extiende en sus conversaciones de restaurante y cafetería. Ese contagio de narrativas sencillas y emocionales, tratado extensamente en El poder político en escena, es clave para que el resultado sea un clima de opinión determinado.

El poder político en escena (RBA), contiene un recorrido ameno, exhaustivo y sugerente por los caminos de la comunicación política actual. Su autor, el sociólogo Luis Arroyo, asesor del Banco Mundial y de diversos políticos y corporaciones, es también uno de los expertos en comunicación política más activos. De 2004 a 2008 ocupó diversos cargos en Moncloa, (entre ellos, el de director del gabinete de Secretario de Estado de Comunicación) y fue también director de Gabinete de la ministra Carmen Chacón. Con él dialogamos acerca de cómo la visibilidad a la que están sujetos los políticos y las formas en que la sufren y la utilizan han transformado por completo el terreno de la comunicación en los últimos años.