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Las cinco canciones (rock) que todo niño debería conocer
  1. Alma, Corazón, Vida
SI SONARAN EN LAS ESCUELAS, SUBIRÍA LA NOTA MEDIA

Las cinco canciones (rock) que todo niño debería conocer

Una de las cosas en que más se nota el poco caso que nos hacen nuestros hijos es en la música que les gusta escuchar. Lo

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Las cinco canciones (rock) que todo niño debería conocer

Una de las cosas en que más se nota el poco caso que nos hacen nuestros hijos es en la música que les gusta escuchar. Lo confieso: entrar en la habitación de mi hija y ver la cantidad de posters de Justin Bieber me supera. De modo que he tenido que escribir un libro para que conozca otro tipo de músicas a través de la historia de un adolescente, Roc. Su padre tiene una tienda de discos, y él se sabe de memoria las mejores canciones jamás grabadas y las anécdotas de quienes las grabaron.

Para Roc, las cosas parecen claras: Elvis Presley, The Beatles, The Rolling Stones, Ramones y Bruce Springsteen son músicos destacados con carreras destacadas, muy por encima de la media. Y, dentro de unas colecciones de temas en las que abundan las composiciones clásicas y maravillosas, hay algunas qu sobresalen especialmente. Pasemos a ellas:

Suspicious Mind, de Elvis Presley. El impacto del indiscutible Rey del Rock en su época y en el posterior desarrollo de la historia de la música popular es tremendo, y sus canciones fueron la banda sonora de tres décadas, con sonidos y estilos bastante diferentes entre sí, pero unidas por su inconfundible voz. En unos tiempos en los que se juzgaba a los intérpretes por sus singles, discos de dos canciones en los que no se podía fallar, Elvis arrasó en las listas de ventas con un enorme listado de éxitos. Hay quien prefiere su rock and roll puro y rítmico, ese que hacía mover las caderas, y quien se inclina por sus baladas, esas con las que conseguía derretir los corazones más duros. Pero Suspicious Mind es un magnífico cruce entre tensión y dulzura, entre sensibilidad y fuerza.

Jumpin’ Jack Flash,  de The Rolling Stones.  Los chicos más gamberros de Inglaterra durante la década de los sesenta del siglo pasado siempre supieron combinar el riesgo con las canciones pegadizas. Pocas veces se consigue que ambas cosas cuadren, y en el momento en que empieza a sonar la guitarra de este tema sabes que no podrás olvidarlo. Nunca.  Mick Jagger aúlla mientras explica que nació en el centro de un huracán, y tú te lo crees: esas guitarras sólo pueden grabarse si a tu alrededor todo está volando en círculos. Y, cuando crees que la tormenta va a acabar, todos cantan al unísono un estribillo mágico. La canción perfecta, tengas la edad que tengas, sea para hacer ver que la tocas con una raqueta de tenis o para intentar tocarla con la primera guitarra que tengas a mano.

She Loves You, de The Beatles. Los cuatro de Liverpool empezaron modositos, vestidos de uniforme y siempre sonrientes. Más tarde se dedicaron a disfrazarse, a dejar crecer sus barbas y a elaborar canciones más complicadas, llenas de letras enigmáticas que parecían esconder mensajes ocultos. Cuando se piensa en la relación entre su música y los más jóvenes, se tiende a recurrir a canciones como Yellow Submarine u Octopus Garden, porque hablan del Jardín del Pulpo o de submarinos amarillos. Pero escuchar She Loves You es recuperar su pureza, su capacidad para encerrar inocencia en canciones cortas de larga vida. Querían coger a su chica de la mano y decirle que la querían. Qué bonito.

Rockaway Beach, de Ramones. Su aspecto, su inclusión en el movimiento punk y esas portadas de disco en las que nunca sonreían pueden hacerles parecer el grupo menos indicado para tiernos infantes. Pero tras sus gafas, sus cazadoras de motorista y sus tejanos rotos, se escondían cuatro locos por la mejor música pop antigua. Decidieron tocarla a mayor velocidad, y cuando vieron que la fórmula funcionaba optaron por moverse escasos milímetros de ella. Pero desdeñar sus canciones tachándolas de simples es un error imperdonable: escuchen una de sus canciones playeras y estarán de acuerdo con que el mundo parece mucho mejor. Rockaway Beach encierra todas sus virtudes. Es tan sencilla que cualquiera puede tocarla. Pero solo los Ramones sonaban como los Ramones. Y pocos grupos venden tantas camisetas talla pequeña como ellos, incluso después de haber desaparecido.

Thunder Road, de Bruce Springsteen. Todo el mundo conoce a Bruce, y se cree con derecho a llamarle Boss.  Es discutible si sigue siendo el jefe mayor de su calle, pero durante años nadie como él supo transmitir la épica de la pandilla, de la amistad en buenos y malos tiempos. Cuando sus vecinos de la calle E pisaban el acelerador, nadie podía atraparlos. Corrían raudos como esos Cadillacs que tanto les gustaban, queriendo escapar del aburrimiento y de la desilusión, buscando poder hacer realidad sus sueños. Cantaban que habían nacido para correr, y no parecían cansarse aunque pasaran las horas. Tiene canciones mucho más amables y pegadizas, pero Thunder Road es la prueba del algodón: si alguien, tenga la edad que tenga, no siente cómo se humedecen sus ojos mientras Springsteen canta y Clarence Clemons sopla su saxofón, tiene un problema. En serio. Debería sonar en las escuelas para empezar las clases. Subiría la nota media.

*Alfred Crespo es codirector de la revista Ruta 66 y coautor de La pequeña historia de Roc (66 RPM)

Una de las cosas en que más se nota el poco caso que nos hacen nuestros hijos es en la música que les gusta escuchar. Lo confieso: entrar en la habitación de mi hija y ver la cantidad de posters de Justin Bieber me supera. De modo que he tenido que escribir un libro para que conozca otro tipo de músicas a través de la historia de un adolescente, Roc. Su padre tiene una tienda de discos, y él se sabe de memoria las mejores canciones jamás grabadas y las anécdotas de quienes las grabaron.