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Los 'autores fantasma': ¿nuevo fraude de las farmacéuticas?
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UN INVESTIGADOR ESPAÑOL DENUNCIA LA PRÁCTICA

Los 'autores fantasma': ¿nuevo fraude de las farmacéuticas?

Una empresa farmacéutica está preparando la salida al mercado de un nuevo medicamento. El fármaco ha pasado todos los ensayos clínicos y se ha aprobado su

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Los 'autores fantasma': ¿nuevo fraude de las farmacéuticas?

Una empresa farmacéutica está preparando la salida al mercado de un nuevo medicamento. El fármaco ha pasado todos los ensayos clínicos y se ha aprobado su comercialización pero, como es habitual, presenta ventajas e inconvenientes. La empresa farmacéutica busca maximizar los beneficios del fármaco y minimizar, u ocultar en la medida de lo posible, sus efectos adversos. Para ello encarga un artículo científico a una tercera empresa que, siguiendo sus directrices, elabora un texto supuestamente riguroso. La empresa contacta con un médico, o un investigador, para que plasme su firma en el estudio a cambio de una generosa remuneración. Ahora sólo queda esperar que el medicamento se recete lo máximo posible.

El ‘medical ghostwriting’ es una práctica conocida por las publicaciones científicasEsta práctica, conocida como ‘medical ghostwriting’, ha sido denunciada en repetidas ocasiones por Xavier Bosch, investigador del Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, que afirma que hay médicos que han llegado a cobrar 50.000 dólares por la firma de estudios científicos. Aunque Bosch centra sus investigaciones en la industria estadounidense, cree que esta práctica fraudulenta está extendida por todo el mundo y ha propuesto una serie de medidas para perseguirla, en un estudio junto a dos autores estadounidenses que ha publicado la revista PLoS Medicine. El ‘medical ghostwriting’ es una práctica conocida por las publicaciones científicas que, en muchos casos, tienen sus propias restricciones para evitar editar artículos sospechosos de incurrir en este fraude velado. ¿Y las farmacéuticas? “Las farmacéuticas han creado unas recomendaciones éticas propias”, explica Bosch, “para supuestamente enfrentarse a esto, a modo de cortina de humo”.

Una práctica poco documentada

Los casos de ‘medical ghostwring ’ documentados, en los que se ha descubierto una ocultación deliberada de datos de las investigaciones, se cuentan con los dedos de una mano. Bosch reconoce que “no se sabe bien hasta donde llega” este fenómeno, pero asegura que está “extendido por todo el mundo” y aunque se está intentando atajar el problema no está habiendo resultados. Uno de los pocos casos bien documentados de la práctica fue denunciado por el New York Times en 2005. Un artículo científico –publicado en la revista Annals of Internal Medicine– sobre las pruebas avanzadas de un medicamento de la multinacional Merck (la compañía alemana Merck es Merck en todo el mundo menos en EEUU y Canadá donde Merck Sharp and Dohme (MSD) tiene la marca, de la que hablamos ahora, y la farmacéutica alemana opera como EMD), el Vioxx, omitió el fallecimiento de uno de los participantes de las pruebas. El autor del mismo, Jeffrey Lisse, reconoció en una entrevista que Merck había diseñado las pruebas, las había ejecutado y sólo le pidieron que revisara el artículo, que ya había redactado un equipo de la farmacéutica.

Bosch cita en su estudio diversos artículos científicos donde se recogen otros casos donde la práctica del ‘ghostwriting’ está documentada, pero reconoce que el suyo “no es un estudio científico riguroso”, pues es muy difícil acceder a información sobre estas prácticas: “Cuando un caso de este tipo llega a los tribunales en EE.UU hay secreto de sumario y cuando finaliza el proceso este queda sellado”. Algo que dificulta mucho las investigaciones al respecto.

El entorno académico e industrial niega la práctica

A la industria farmacéutica no le interesa mentirMaría Teresa Tejerina, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología y catedrática de la disciplina en la Universidad Complutense de Madrid, se muestra muy crítica con los artículos de Bosch, pues no le parece aceptable “llamar deshonestos a la industria farmacéutica y a los médicos”. Tejerina reconoce que puede haber existido algún caso remoto de ‘ghostwriting’, pero no cree que sea una práctica común. “A la industria farmacéutica no le interesa mentir”, ha explicado la doctora a El Confidencial, “no tiene sentido, porque si al final un fármaco no funciona va a desaparecer del mercado y los 15 años que ha costado desarrollarlo, y todo el dinero invertido, no va a servir para nada”. Tampoco cree que los médicos se presenten a este tipo de prácticas, pues el autor de un estudio es el responsable legal del mismo y si surge algún problema “va a ser el primer afectado”. Tejerina reconoce que ha habido casos de autores que falsificaban datos o se inventaban los resultados de las pruebas, pero eran sucesos aislados que han acabado en los tribunales y partían de la iniciativa deshonesta del propio autor del estudio, no de las farmacéuticas.

Juan Bosco, Jefe de Comunicación de Bayer HealthCare, explica que “todos los estudios clínicos los firman sus autores y se publican sea cual sea el resultado”. Asegura desconocer esta práctica y se muestra sorprendido de “que un médico de prestigio se preste a esto”.

Escritores fantasmas bajo muchas denominaciones

Siguiendo el estudio de Bosch, la práctica del ‘ghostwriting’ se da bajo muchas formas. Según el investigador catalán, en muchas ocasiones se habla de “autores invitados” que en realidad no han contribuido en nada al estudio o, incluso, se cita como coautores a investigadores que solo han contribuido con una serie de datos. Aunque Bosch reconoce que “es difícil determinar la extensión de la práctica” apunta en uno de sus informes que en torno al 20% de los artículos publicados en revistas médicas con “revisión de pares” citan a autores que no han tenido ninguna contribución sustancial al estudio en cuestión. Según Bosch, esta práctica, más allá de que encaje perfectamente en lo que se podría definir como ‘ghostwriting’, “vulnera la integridad y los principios éticos de la investigación científica”.

Se podría avanzar en la transparencia del sector si las revistas aceptaran publicar resultados negativosTejerina explica que ella misma trabaja revisando artículos científicos y necesariamente tiene que fiarse de los datos que le dan los investigadores, pero no por eso está incurriendo en una práctica deshonesta y, en ningún caso, ha conocido en su entorno a nadie que haya recibido presiones de las farmacéuticas en un sentido u otro. “Detrás de un estudio científico”, explica la doctora, hay muchísimo trabajo, hay objetivos, hipótesis, trabajo de laboratorio… Tras superar todas las fases se escribe el artículo y se manda a publicar. Hay tantos filtros y tanto esfuerzo que llama la atención que se hable con tanta alegría de prácticas deshonestas”. 

¿Cómo avanzar en la transparencia? Aunque Tejerina no acepta que la práctica del 'ghostwriting' sea algo común, sí cree que se podría avanzar en la transparencia del sector si las revistas aceptaran publicar resultados negativos, algo que es "dificilísimo". Bosch cree que las revistas técnicas son parte del problema. "La financiación principal de estas revistas", explica Bosch, "reside en la venta de separatas de ensayos clínicos, y a base de decir que algo no hace daño acaba pareciendo que no lo hace". 

Una empresa farmacéutica está preparando la salida al mercado de un nuevo medicamento. El fármaco ha pasado todos los ensayos clínicos y se ha aprobado su comercialización pero, como es habitual, presenta ventajas e inconvenientes. La empresa farmacéutica busca maximizar los beneficios del fármaco y minimizar, u ocultar en la medida de lo posible, sus efectos adversos. Para ello encarga un artículo científico a una tercera empresa que, siguiendo sus directrices, elabora un texto supuestamente riguroso. La empresa contacta con un médico, o un investigador, para que plasme su firma en el estudio a cambio de una generosa remuneración. Ahora sólo queda esperar que el medicamento se recete lo máximo posible.