Es noticia
"¿Quién representa hoy al pensador español? ¿Federico Jiménez Losantos?"
  1. Alma, Corazón, Vida
DEBATE SOBRE EL FUTURO DE LOS INTELECTUALES (II)

"¿Quién representa hoy al pensador español? ¿Federico Jiménez Losantos?"

El futuro de los intelectuales, el papel que juegan en una sociedad en la que reina la sobreinformación y la creciente desconfianza pública respecto de su

Foto: "¿Quién representa hoy al pensador español? ¿Federico Jiménez Losantos?"
"¿Quién representa hoy al pensador español? ¿Federico Jiménez Losantos?"

El futuro de los intelectuales, el papel que juegan en una sociedad en la que reina la sobreinformación y la creciente desconfianza pública respecto de su validez centraron la primera parte del debate que El Confidencial organizó con Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y Premio Nacional de Ensayo 2004; Daniel Innerarity, director del Instituto de Gobernanza Democrática y Premio Nacional Ensayo 2003; Víctor Sampedro, catedrático de Periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos y experto en los entornos digitales; y Germán Cano, profesor de filosofía de Universidad de Alcalá y gran conocedor del pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XX, indagan en las múltiples incógnitas y posibilidades que suscita una figura antaño socialmente relevante. El artículo finalizaba ayer cuando uno de los participantes ponía de manifiesto las reticencias con que las personas de la calle observan la figura del intelectual.

  • Javier Gomá.

El hombre común es también un intelectual, pero un poco pasado de modaAdemás, el hombre del parque reprocha a Víctor su condición de intelectual porque hay un escalón intermedio que se ha perdido. No admite que alguien como él le diga directamente lo que tiene que hacer, pero sí lo admitiría si sus opiniones hubieran permeado las tertulias de la tele y las opiniones de la radio y de los periódicos. En otro caso, ve al intelectual (ve a Víctor) en un escalón demasiado lejano. Si los libros que escribe Víctor obtuvieran influencia social, y calasen en los medios acabarían llegando a los hombres del parque. Lo que ocurre es que esas tendencias tienen ritmos geológicos, no ocurren en un año ni en cinco.

  • Víctor Sampedro

Sí, pero no estáis queriendo reconocer algo muy evidente, como es que muchos intelectuales sólo participan en la esfera mediática de forma interesada. Hoy me he levantado a las cinco de la mañana para poder estar con vosotros en este debate y ese es un esfuerzo que mucha gente sólo entendería concebible realizar si en lugar de tratarse de El Confidencial se trata de El País y les van a dar la contraportada.

  • Javier Gomá

Hombre, cuatro millones de lectores como tiene El confidencial no son poca cosa...

  • Víctor Sampedro

Sí, pero la gente no es tonta. La gran mayoría de los intelectuales mediáticos hacen estas cosas para inflar su capital simbólico y por tanto su minuta. No son nada idiotas. Y la gente que me desprecia en el parque por escribir libros de los cuales no cobro nada cambia rápidamente de opinión en cuanto me entrevista La 1 de TVE. Emtonces se produce eso que Lazarsfeld describía como un efecto innegable de los medios de comunicación, la imposición de un estatus simbólico. A partir de ese momento, los saludos son diferentes e incluso te saluda gente que no te saludaba antes. Y cuando la atención mediática no es constante, esa actitud decae. En otras palabras, los medios han hecho a la intelectualidad más daño que a los curas, y lo digo con todo el significado de la palabra. Quienes dirigían la vida espiritual cayeron por completo en el descrédito una vez que el materialismo del individualismo consumista campeó en la ética pública. Es más o menos parecido a lo que ha pasado con los intelectuales y la mercantilización de la información y de los medios.

Los medios han hecho a la intelectualidad más daño que a los curasY es algo lógico porque los medios corporativos son totalitarios en el sentido de restar la legitimidad de discurso y de fuente de autoridad a todos aquellos que no sean ellos, y además definiendo esa legitimidad como lo hace el hombre de la calle, por el éxito de las tiradas. El resultado de todo esto está claro, periódicos que van contra los intelectuales, llevados a cabo por empresas como News Corporation, dirigidos por gente como el criminal Rupert Murdoch, y que acaban dictando, en nombre del neopopulismo y la antiintelectualidad, quién te comunica la política (esto es, los jefes de prensa de los partidos de alternancia), quién te graba las conversaciones y de quién cobra realmente Scotland Yard. Eso es el cáncer de los medios de comunicación.

Y el intelectual que no se pliega a esto, como un Rafael Sánchez Ferlosio, es simplemente un petardo. Los demás, los subproductos que han aparecido y que confundimos con el intelectual, son maniqueos. Porque los medios son maniqueos y si no puedes tener negocio con las grandes audiencias lo tienes con un segmento de la misma, y los segmentos, cuanto más polarizados mejor. Los intelectuales se convierten en personajes, y así aparece alguien como Savater, haciéndose la víctima y hablando siempre de la violencia política. En el otro extremo está un periodista intelectual con muchísimo recorrido que es el único que se reivindica frente a los tribunales que le quieren procesar como heredero del siglo de oro y de la picaresca del siglo de oro que es D. Federico Jiménez Losantos, un señor lamentable que se reconoce a sí mismo un personaje pero cuyo discurso tiene más referencias intelectuales que el de la mayoría de columnistas del otro bando. Es alguien que encaja bien dentro de ese segmento de incorrección política que buscan los militant media, que dicen los estadounidenses.

  • Germán Cano

Yo reivindicaría la figura de Savater en cierto sentido, porque es de los pocos intelectuales que ha sabido crear una opinión pública. Sus lectores han crecido con él y los ha hecho mejores. Pero también es verdad que su figura está en descrédito y que ya no sirve para comprender lo que está pasando. Es un intelectual que sólo tiene sentido en el contexto de la transición española. Y una vez que ese escenario ha cambiado, ya no conecta con las nuevas generaciones. Tiene su público, su voz es escuchada, pero en un sector de 30 años para abajo ya no dice nada de la sociedad que les ha tocado vivir.

Savater es uno de los pocos intelectuales que ha sabido crear una opinión públicaPero quizá tengamos que fijarnos en otras figuras. Peter Sloterdijk en Alemania y Michel Houllebecq en Francia ponen tan bien el dedo en la llaga que generan ondas de indignación y reacciones afectivas y emocionales muy interesantes que retratan con precisión a una sociedad. Generan debates y polémicas apasionadísimos. Esta idea del intelectual como catalizador, que es muy útil, no tiene alguien que la encarne en España.  

  • Daniel Innerarity

Quizá, más que una cuestión de nombres, lo sea de cosas que se pueden hacer. Por ejemplo, el intelectual debe decir lo que no se puede decir. Esta fórmula de Adorno alude al combate contra las dificultades que la realidad nos plantea a causa de su esquiva objetividad: lo que no se deja decir, lo difícil, lo inexpresable, lo oculto, lo misterioso, lo invisible, lo confuso. Pero existe también algo así como una dificultad social de las cosas, que las hace inaccesibles al conocimiento y a la crítica, no por su misma realidad sino por el conjunto de disposiciones que las condicionan. En este caso, lo que no se puede decir es lo incorrecto, lo prohibido, lo inconveniente, lo que incomoda, lo reprimido. La peculiar aportación de la crítica intelectual consiste en mantener abierta la duda acerca de las definiciones y las prácticas comunes, las instituciones y prácticas hegemónicas. Está impulsada por la impresión de que son los mecanismos institucionales y la interpretación de las necesidades sociales lo que resulta cuestionable, aun cuando se presenten como condiciones cuasi naturales del orden social. Por eso el intelectual tiene que esforzarse para reformular esas evidencias de modo que aparezcan en su problematicidad. Y esto no se hace tanto con modelos de mayor abstracción cuanto mediante dispositivos para destrivializar. Entre las funciones de la crítica me parece que ésta de la problematización tiene una especial actualidad en unos momentos en que la solución de los problemas pasa por el convencimiento de que no hay problemas, cuando abundan las soluciones fáciles a problemas apenas formulados. No se trata de apelar a razones últimas indiscutibles sino de generar teorías que tomen una distancia respecto de las evidencias comunes, de formular los problemas de otra manera y con la intención de posibilitar soluciones novedosas.

La buena crítica explica un estado cuestionable de nuestra forma de vida social de un modo hasta entonces inadvertido o sin formular. Por eso tiene un cierto parecido con la invención poética, con los vocabularios que inventan y descubren, en los que se contiene una interpretación que hace visibles nuevos aspectos de la realidad. A esas advertencias les debemos cambios de orientación o estímulos subcutáneos de mayor persistencia y duración que las confrontaciones que agitan nuestro paisaje social.

  • Germán Cano

El intelectual debe ser un sismólogo de los temblores de su sociedadPara mí, la función del intelectual tiene más que ver con la del metomentodo, con la de ese aguafiestas que, como Sócrates, problematiza las evidencias trazando puentes entre distintos lenguajes. Si, como hacía Javier, decimos que vivimos apoyándonos en un núcleo de creencias, hablamos de un suelo que debe ser problematizado. Pero el problema hoy no es tanto el del espacio como el de su saturación. Los medios hacen irrespirable el ambiente con la sobreinformación, por lo que la primera tarea del intelectual debe ser la de ventilar adecuadamente la atmósfera. El intelectual debe ser como un sismólogo de los temblores de la sociedad y de los latidos de su presente; debe estar atento a las líneas de fuga, a lo que inaugura el presente respecto del pasado.

  • Víctor Sampedro

Desde mi punto de vista, el intelectual tiene que ser alguien que cree en la inteligencia colectiva y que no está dispuesto a formar parte de ese paripé que son los comités de sabios (para esas astracanadas nos remitimos al comité de sabios de televisión que tenía tres miembros que no la veían y cuyas conclusiones no se aplicaron). Segundo, debe formar parte de una red, descentralizada, sin centros de conocimiento: formada por nombres propios y no por títulos. Tercero, ha de ser horizontal, sin jerarquías. Cuarto. Más colaborativo que competitivo. Y colaborativo hasta el punto de pretender ser anónimo. Esos los rasgos que definen al intelectual de nuestro presente.

El futuro de los intelectuales, el papel que juegan en una sociedad en la que reina la sobreinformación y la creciente desconfianza pública respecto de su validez centraron la primera parte del debate que El Confidencial organizó con Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y Premio Nacional de Ensayo 2004; Daniel Innerarity, director del Instituto de Gobernanza Democrática y Premio Nacional Ensayo 2003; Víctor Sampedro, catedrático de Periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos y experto en los entornos digitales; y Germán Cano, profesor de filosofía de Universidad de Alcalá y gran conocedor del pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XX, indagan en las múltiples incógnitas y posibilidades que suscita una figura antaño socialmente relevante. El artículo finalizaba ayer cuando uno de los participantes ponía de manifiesto las reticencias con que las personas de la calle observan la figura del intelectual.