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"Sabemos más de lo que necesitamos, lo que nos vuelve ignorantes"
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SEGÚN DANIEL INNERARITY, EL ESTUDIO DE LAS HUMANIDADES ES IMPRESCINDIBLE PARA LA DEMOCRACIA

"Sabemos más de lo que necesitamos, lo que nos vuelve ignorantes"

Esta sociedad de la desinformación y del desconocimiento nos ha vuelto más ignorantes. Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía y Premio Nacional de Ensayo, entiende que nuestros entornos

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"Sabemos más de lo que necesitamos, lo que nos vuelve ignorantes"

Esta sociedad de la desinformación y del desconocimiento nos ha vuelto más ignorantes. Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía y Premio Nacional de Ensayo, entiende que nuestros entornos se han vuelto mucho más complejos, más saturados de información y más necesitados de interpretación, lo que ha producido el paradójico efecto de que, teniendo a nuestra disposición mucho más saber del que necesitamos, conocemos el mundo de un modo mucho más deficiente que en tiempos pasados.

Para Innerarity, autor de La democracia del conocimiento (Ed. Paidós), si nos comparamos con una persona del siglo XIX se hace evidente que “ellos conocían muchas menos cosas que nosotros, pero tenían acceso a todo lo que necesitaban saber. Contaban con una experiencia directa de su mundo. Hoy, mientras la capacidad intelectual apenas ha aumentado respecto de las personas del pasado, el acceso al conocimiento ha aumentado de un modo desproporcionado. Y es ese diferencial el que nos hace ignorantes”. En nuestra vida cotidiana, “no sólo recurrimos a utensilios cuyo funcionamiento real no conocemos en absoluto (desde la lavadora hasta el ordenador personal) sino que podemos acumular gran cantidad de datos de cuestiones que nos resultan irrelevantes”. Para orientarnos en un contexto tan complejo, utilizamos lo que Innerarity llama prótesis epistemológicas, esto es, recurrimos a sistemas y personas en los que confiamos, y que han inventado instrumentos que nos permiten entender lo que está ocurriendo. Así, “las agencias de rating nos permiten invertir con cierta seguridad, los medios de comunicación nos pueden contar lo que ocurre aunque no lo presenciemos directamente o los expertos en salud nos solucionan problemas que ni siquiera sabemos nombrar”.

Finalmente, asegura Innerarity, conocemos la realidad mucho más a través de lo que esos expertos nos dicen que mediante nuestra experiencia directa. Y ahí reside el gran problema, ya que son precisamente estos instrumentos de mediación los que están generando insatisfacción y descontento. Las agencias fallan, los medios de comunicación no resultan fiables y los expertos no aciertan con demasiada frecuencia a solventar los problemas que la vida les plantea.

Una desconfianza razonable

Pero eso no significa que la marcha atrás sea posible. “Hoy no tienen ninguna viabilidad las utopías que proclaman el regreso a un mundo de inmediatez. Ese romanticismo a lo Rousseau es una simplificación que pagaríamos muy caro si llegásemos a ponerla en práctica. Creer que regresando a entornos más pequeños y manejables podríamos tener una vida más normal y serena es una mentira tentadora. No podemos hacer otra cosa más que huir hacia delante”.

En esa búsqueda de instrumentos de análisis fiables, debemos ser conscientes de que los procedimientos que inventamos para generar confianza han de servir también para articular una desconfianza razonable. Nuestras instituciones deben sancionar a quien nos ha fallado. Y eso es lo que ha ocurrido en la crisis, que carecíamos de los procedimientos claros tanto para generar certidumbre como para castigar a quien nos ha engañado.

También hemos de tener claro, subraya Innerarity, que este aumento de nuestra ignorancia es producto de que hemos decidido acometer empresas de gran envergadura. “La humanidad tiene delante desafíos que la sobrepasan y que nos obligan a realizar complejas construcciones y a movilizar grandes cantidades de conocimiento. Por eso nuestro verdadero reto es cómo poner en pie procesos y estructuras organizativas que nos permitan encontrar las respuestas que necesitamos. Ya no estamos ante esas sociedades dirigidas por sabios eruditos que contaban con grandes bibliotecas, algo que ya nos resulta irrelevante, en tanto tenemos gran número de datos a nuestra disposición, cuanto la capacidad de saber leerlos, de extraer las conclusiones adecuadas y de interpretar correctamente las señales que tenemos delante”.

Ha fallado la interpretación

Lo que nos ha fallado en la crisis económica, asegura Innerarity, no han sido las descripciones exactas de las realidades objetivas, “ya que teníamos modelizaciones matemáticas e instrumentos de acumulación de información magníficos, sino la interpretación de lo que teníamos. Creímos que tener plena accesibilidad a los datos hacía superfluo ordenarlos y establecer su sentido, cuando es justo eso lo importante”.

Y eso es lo que hoy, sin embargo, seguimos rechazando. Se nota especialmente en los planes de estudio, donde las humanidades," instrumentos teóricos que nos capacitan para leer la información y darle un sentido", están en pleno declive. Para Innerarity, es en las ciencias sociales donde se encuentran las claves de los regímenes democráticos, “que están integrados por intérpretes y no por ciudadanos sumisos. La soberanía no se delega en administradores de la objetividad, ya que ésta no es más que un pretexto para la discusión. La verdad está en la interpretación y no en los datos. Si no fuera así, estaríamos ante una simple tiranía dirigida por expertos que impondrían su dominio a una masa de iletrados”. Por eso, sentencia Innerarity, se hace cada vez más evidente que “las humanidades y las ciencias sociales son básicas no sólo para el conocimiento de la realidad, sino para la salvaguarda del compromiso democrático”.

Esta sociedad de la desinformación y del desconocimiento nos ha vuelto más ignorantes. Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía y Premio Nacional de Ensayo, entiende que nuestros entornos se han vuelto mucho más complejos, más saturados de información y más necesitados de interpretación, lo que ha producido el paradójico efecto de que, teniendo a nuestra disposición mucho más saber del que necesitamos, conocemos el mundo de un modo mucho más deficiente que en tiempos pasados.