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"Es mi ídolo y quiero parecerme en todo a él"
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LA NUEVA ECONOMÍA GLOBAL RIGE UNA NUEVA FORMA DE BELLEZA

"Es mi ídolo y quiero parecerme en todo a él"

Herbert Chávez, un filipino de 35 años, se ha operado hasta en 16 ocasiones para ser como Superman, su ídolo. Éste se ha sometido a distintos

Foto: "Es mi ídolo y quiero parecerme en todo a él"
"Es mi ídolo y quiero parecerme en todo a él"

Herbert Chávez, un filipino de 35 años, se ha operado hasta en 16 ocasiones para ser como Superman, su ídolo. Éste se ha sometido a distintos procesos para elevar su nariz, adelgazar sus muslos, retocar sus mejillas y barbilla, e, incluso, se ha blanqueado la piel.

“Superman es mi ídolo y quiero parecerme a él, por eso copié su nariz y las proporciones de su cara”, explica el filipino, que todavía pretende operarse para conseguir un abdomen más musculado y someterse a un proceso especializado para insertarse metal en sus piernas y conseguir ser más alto.

La cultura de la imagen ha tomado un lugar predominante en esta sociedad. Cada vez son más los ciudadanos que se someten a intervenciones quirúrgicas o a pequeños procedimientos que mejoran su imagen y les dan un aspecto más juvenil. En esta obsesión por el culto al cuerpo, cada vez se recurre más a la imitación de los famosos, como modelos de perfección, para conseguir tener su nariz, sus labios o su culo.

La imitación de estas celebridades se ha situado como protagonista del análisis sociológico actual sobre la preocupación existente por la identidad y el cuerpo en la cultura de consumo. Los medios de comunicación son corresponsables de la influencia que tienen los relatos periodísticos que hablan de reinvenciones radicales en la opinión pública. En este sentido, los programas que prometen un “cambio radical” a partir de casos personalizados han tenido una relevancia fundamental.

A todo esto ha contribuido una economía globalizada, que ha dejado atrás su etapa industrial por otra enfocada a la imagen, a la comunicación y a las relaciones públicas, y ha puesto la identidad personal como centro de todo. Esto se pone de manifiesto, tanto en los avances tecnológicos al servicio de la imagen, como son los retoques que aparecen en las fotos de modelos, como en el escrutinio que realizan los medios sobre las transformaciones de los famosos.

Las mejoras en la imagen de las celebridades son seguidas de cerca por la cultura popular y la sociedad y hacen que la gente de a pie se anime y recurra a la cultura de la cirugía estética.

Esta situación es la que se desprende del estudio I Want to Look Like That!': Cosmetic Surgery and Celebrity Culture, del profesor de la Universidad de Flinders (Australia) y autor del libro Dar la talla (Ed. 451), Anthony Elliott. Para éste, el problema es que celebridad se ha convertido en “sinónimo de reinvención” porque usa el realce artificial de la belleza para “demostrar su condición de celebridad”.

Esto supone que cada vez estamos más obsesionados con las partes del cuerpo y menos con la personalidad de nuestros ídolos. Un análisis del diario británico The Independent en el 2004 sobre las partes corporales de los famosos más demandadas en cirugía es la forma más gráfica de contemplar la situación. Según el periódico, las mujeres querían la nariz de Nicole Kidman, el pelo de Jennifer Aniston, los labios de Liv Tyler, la figura de Angelina Jolie o los ojos de Halle Berry. Mientras los hombres preferían la nariz de Ben Affleck, los ojos y labios de Brad Pitt, la figura de Tom Cruise y el pelo de Richard Gere.

A juicio de Elliott, el grado de interés “sin precedentes” por las vidas personales de las celebridades y sus operaciones es la fuerza que mueve la cultura de la cirugía estética. Los profesionales aseguran que sus clientes ya acuden a la consulta con grandes conocimientos de de las intervenciones a las que se han sometido los famosos y piden que se les practiquen las mismas.

El modelo económico actual contribuye a esta moda

Anthony Elliott explica a El Confidencial que “como norma” todavía no hay muchas operaciones de cirugía estética drásticas, aunque centren la “nueva economía” globalizada de los sectores financieros, de servicios y de medios de comunicación.

Este profesor no niega que la “cultura de los famosos sea obviamente importante gracias a los medios y a que el escrutinio público al que se somete a los famosos es más intenso que antes”, pero asegura que no se puede culpar a los medios por ello. “¡La idea de que todos nosotros somos esclavos de una cultura de botox está sin duda fuera de lugar! Muchos en la sociedad están seducidos por esta idea, pero no todo el mundo quiere reinventarse con la rapidez con la que lo hacen Madonna o Victoria Beckham”.

Elliott considera que analizando el consumismo actual podremos tener una mejor dimensión de lo que está ocurriendo. En esta “nueva economía el usar y tirar está por encima de la durabilidad y la plasticidad por encima de la permanencia, lo que produce preocupaciones e inseguridades en la gente, que cada vez trata más de resolver modificando su cuerpo”. Además, la “rapidez y visión a corto plazo” que impulsa este nuevo sistema económico y las nuevas formas de financiación –ya se otorgan créditos para realizarse operaciones de cirugía estética- dan más importancia a esta moda.

“Los cuerpos hoy en día son bombeados, golpeados, depilados, succionados, cosidos, reducidos y quirúrgicamente aumentados a una velocidad sorprendente. El núcleo de esto es la nueva economía que juzga a la gente, no por sus logros o por sus discos de éxito, sino por su capacidad de adaptarse, cambiar y transformarse a sí mismos. La cirugía estética da las respuestas más seductoras a los nuevos dilemas socio-económicos”, comenta el profesor.

En la actualidad, de la misma forma que las empresas pueden reestructurar sus operaciones desde un país a otro durante la noche, o de la misma forma que podemos enviar un mail a cualquier lugar del planeta con sólo pinchar con el ratón, la gente se siente más atraída al pensar que sus identidades y sus cuerpos son igualmente flexibles.

Esto se debe a que nuestras preocupaciones no son las mismas que las de nuestros padres y “en un mundo de reestructuraciones globales y reducciones de personal sin fin, no es de extrañar que ahora tengamos expectativas distintas sobre las posibilidades de nuestra vida”. Ahora, en ciertas profesiones muy ligadas a la imagen, son estos profesionales los que a partir de una edad concreta mejoran su cuerpo con operaciones por el miedo a ser sustituidos por personas más jóvenes.

Perfil del adicto a la cirugía estética

El perfil de los adictos a la cirugía estética ha cambiado con el paso de los años. Ahora son “los adictos al botox y a las liposucciones” los que forman parte de la composición social de este colectivo, según se desprende del estudio antes citado. Las clases medias recurren cada vez más a la cirugía estética para detener el paso del tiempo y conseguir un aspecto más juvenil.

Son “los trabajadores con ingresos bajos que invierten en lujo - desde Londres a Singapur, pasando por Sydney- los nuevos adictos a la cirugía estética”, asegura Anthony Elliott, que da a conocer datos de los informes de la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos en los que se explica que este colectivo a sustituido a los famosos como grupo dominante a la hora de reinventarse a través de la cirugía estética.

También es importante destacar las diferencias que existen entre Oriente y Occidente. El autor de Dar la talla comenta que mientras en Norteamérica y Europa la situación es parecida y se prima el uso de la toxina botulínica para disimular sus arrugas, en Asia cada vez más personas quieren reinventarse al modo caucásico y en países como Corea, Japón y Taiwán –donde los datos sobre el crecimiento de las operaciones de cirugía estética de los últimos años son asombrosos- se inyectan el botox en los músculos del pómulo para atrofiarlo y encoger sus mejillas.

Por otro lado, podemos encontrar diferencias de género entre los clientes habituales de esta cirugía. Lo que ahora prima son las operaciones rápidas que permiten que realicemos un tratamiento en nuestra hora de comer para poder volver al trabajo más tarde sin que nadie sospeche nada. Según el estudio de Elliott, “los hombres tienen más posibilidades de realizarse procedimientos no invasivos como la microdermoabrasión, que requiere menos tiempo de recuperación que los procedimientos quirúrgicos”. De esta forma, ellos consiguen que sus operaciones pasen más desapercibidas y la gente no sepa que se las han realizado.

Las mujeres, sin embargo, suelen realizarse “procedimientos quirúrgicos que requieren más tiempo de recuperación. Así, los estudios revelan que aunque las mujeres lideran este mercado, es en el género masculino donde más han crecido las operaciones en los últimos años. También se sabe que hoy en día la mayor parte de las mujeres espera someterse a la cirugía estética en algún momento de sus vidas.

Herbert Chávez, un filipino de 35 años, se ha operado hasta en 16 ocasiones para ser como Superman, su ídolo. Éste se ha sometido a distintos procesos para elevar su nariz, adelgazar sus muslos, retocar sus mejillas y barbilla, e, incluso, se ha blanqueado la piel.