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Alma en el negocio, fe en el equipo y otras claves del éxito empresarial de Starbucks
  1. Alma, Corazón, Vida
EL DECÁLOGO DE HOWARD SCHULTZ, CEO DE LA COMPAÑÍA DE RESTAURACIÓN

Alma en el negocio, fe en el equipo y otras claves del éxito empresarial de Starbucks

Howard Schultz llega puntual a la cita, fijada a las cinco de la tarde. La genética alemana que no perdona. Nervioso, acelerado, inquieto. Manos nervudas, mirada

Foto: Alma en el negocio, fe en el equipo y otras claves del éxito empresarial de Starbucks
Alma en el negocio, fe en el equipo y otras claves del éxito empresarial de Starbucks

Howard Schultz llega puntual a la cita, fijada a las cinco de la tarde. La genética alemana que no perdona. Nervioso, acelerado, inquieto. Manos nervudas, mirada que no renuncia el encuentro y sonrisa que haría las delicias de los famosos de la tele. Le hacen llegar un Frappuccino. Se relaja. Chaqueta fuera. Está en casa. No en vano ha sido empleado primero, propietario después y primer ejecutivo de Starbucks en dos etapas diferenciadas. Schultz es a la compañía lo que Steve Jobs a Apple u Ortega a Inditex. Todo. 30 años de gestación para alumbrar un gigante con 100.000 millones de dólares en ventas y cerca de 200.000 empleados que, sin embargo, estuvo a punto de sucumbir apenas tres años atrás. Septiembre de 2011, el mundo se hunde. La acción toca máximos históricos, por encima de los 40 dólares.

¿El secreto? Finales de 2007. Starbucks lleva una trayectoria impecable. Schultz se obsesiona con un dato: las ventas comparables empiezan a caer de forma preocupante. Observador ajeno al día a día de la firma, cuya gestión había abandonado en 2000, hace de las causas del declive, una obsesión. Hay solución. Y pasa por mí. Riesgo asimétrico de fracaso. Qué más da. Vuelve en enero de 2008. La sociedad cotiza a 20 dólares. Haría un suelo de 7 en noviembre de ese año, coincidiendo con el momento álgido de aplicación de una Agenda de la Transformación que había de reconciliar a la cadena con sus orígenes. 600% de revalorización desde entonces. Visión, decisión, alineación, ejecución, revisión, corrección, revolución son elementos tangibles de su modelo de regir la empresa. Son secundarios. Discurso trufado de factores espirituales. Ideas fuerza contagiadas al conjunto de la organización. Starbucks se convierte un oasis de privilegios sociales y conciencia medioambiental en el mundo corporativo de Estados Unidos.

Hablamos de misión, de alma del negocio, de fe en lo que se hace, de impulso pese a las dificultades, de conexión con el cliente como primer argumento comercial, de hacer de la relación una experiencia, de innovar, de rodearse de talento, de comprender los cambios de la sociedad, de cumplir los sueños. Decálogo de lo Etéreo o Receta para el Éxito, como quieran. Visto lo visto, me quedo con lo segundo. Filosofía barata de tendero. Ha hecho rico a Howard Schultz. Le reconcilia con su pasado, da sentido a su presente y le proyecta al futuro. Aquí están explicadas por él mismo. Definiciones breves en formato video. Respuestas flash a disparos conceptuales. Acción, reacción. Te toca, me toca. No pienses, di. Hay poco tiempo, dame gotas de eternidad que esto se hunde. ¿Sabes? Madrid espera ahí fuera, gata mimosa, celosa de tu Starbucks que no entiende de crisis precisamente por haber vivido la mayor de ellas: la pérdida de su esencia y la lucha por recuperarla. Que lo disfruten.

Howard Schultz llega puntual a la cita, fijada a las cinco de la tarde. La genética alemana que no perdona. Nervioso, acelerado, inquieto. Manos nervudas, mirada que no renuncia el encuentro y sonrisa que haría las delicias de los famosos de la tele. Le hacen llegar un Frappuccino. Se relaja. Chaqueta fuera. Está en casa. No en vano ha sido empleado primero, propietario después y primer ejecutivo de Starbucks en dos etapas diferenciadas. Schultz es a la compañía lo que Steve Jobs a Apple u Ortega a Inditex. Todo. 30 años de gestación para alumbrar un gigante con 100.000 millones de dólares en ventas y cerca de 200.000 empleados que, sin embargo, estuvo a punto de sucumbir apenas tres años atrás. Septiembre de 2011, el mundo se hunde. La acción toca máximos históricos, por encima de los 40 dólares.