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“Me gustas, muñeca...”
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EROTICÓN

“Me gustas, muñeca...”

Fueron creadas en la I Guerra Mundial para que los soldados nipones recluidos en submarinos se desahogaran tras los combates. Hoy, casi un siglo después, aunque

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“Me gustas, muñeca...”

Fueron creadas en la I Guerra Mundial para que los soldados nipones recluidos en submarinos se desahogaran tras los combates. Hoy, casi un siglo después, aunque siguen fabricándose al más puro estilo ‘banzai’, el pedazo de plástico inflado con tres agujeros ha sido reemplazado por auténticas imitaciones de mujeres realmente explosivas.

En Japón, país que acoge la mayor industria de ‘maniquíes sexuales’, se encargan a gusto del consumidor, que en muchas ocasiones coincide con muñecas a imagen y semejanza de sus estrellas porno nacionales.

Rasgos orientales aparte, EEUU también se ha apuntado al negocio del sexo material con ‘babys’ occidentales y la demanda es tal que no deja de haber nuevos modelos listos para próximos lanzamientos.

La empresa Real Doll, en el mercado desde 1996, ofrece la posibilidad de que el consumidor elija entre las 16 caras que oferta para conjuntarlas con uno de los 10 cuerpos de los que dispone, y lanza a jóvenes promesas cuando a las grandes estrellas les empiezan a salir canas, como es el caso del muñeco Charlie.

Tan reales parecen que asustan. Con un coste de entre 4.500 y 6.000 euros, estos maniquíes tienen pelo natural y un tacto casi humano. Están hechas con una estructura totalmente articulada que permite un posicionamiento anatómico mucho más amplio que las muñecas de toda la vida; hieráticas y aburridas.

Hechas de silicona, su carne parece auténtica. Tienen una textura muy suave y son elásticas, permitiendo que sus cuerpos se alarguen más del 300%. Resistentes tanto al agua como al calor, tienen una larga vida útil -aunque no hace falta adquirirlas para siempre: pueden alquilarse- y siempre están disponibles.

Aun así, todavía queda mucho que mejorar en el mundo de las sex-dolls. Toda esta perfección creada con la última tecnología será superada en breve de manos del ingeniero alemán Michael Arriman, que está ultimando un androide femenino capaz de responder a estímulos sensoriales.

Según el profesional, se tratará de un robot que podrá agitar su pelvis por control remoto e incluso modificar su temperatura corporal. ¿Pensarían los soldados de principios del Siglo XX que su invento llegaría a tomar esta forma y casi futura vida? ¿Llegará el sexo robotizado a suplantar al natural? Es un riesgo del que dudamos hoy día, pero que no debemos subestimar.

Fueron creadas en la I Guerra Mundial para que los soldados nipones recluidos en submarinos se desahogaran tras los combates. Hoy, casi un siglo después, aunque siguen fabricándose al más puro estilo ‘banzai’, el pedazo de plástico inflado con tres agujeros ha sido reemplazado por auténticas imitaciones de mujeres realmente explosivas.