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Cuando el coito es imposible
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EL EROTICÓN

Cuando el coito es imposible

“Soy incapaz de realizar el coito con mi pareja debido al dolor que siento. ¿Qué hago?”. Preguntas como estas son frecuentes en las consultas de sexología.

“Soy incapaz de realizar el coito con mi pareja debido al dolor que siento. ¿Qué hago?”.

Preguntas como estas son frecuentes en las consultas de sexología. En muchas ocasiones, la imposibilidad de realizar un coito se debe a una contracción involuntaria en los músculos que rodean la vagina (músculos puboccocígeos), impidiendo así que se produzca la penetración. Es lo que se conoce como vaginismo. En algunas ocasiones, la contracción se produce debido a que la mujer en cuestión ha tenido experiencias coitales dolorosas y el propio miedo a nuevas experiencias dolorosas produce la contracción.

En otras ocasiones, son otro tipo de miedos que a veces la persona no es capaz de reconocer de manera consciente (por ello es necesaria una evaluación exhaustiva), algunos de los temores que pueden provocar esta contracción son: miedo al embarazo, miedo al parto, miedo al compromiso o miedo al descontrol, entre otros.

Este problema debe ser tratado en el transcurso de una terapia sexual. Con una adecuada terapia sexológica, este tipo de dificultad tiene solución en un alto porcentaje de las ocasiones.

Dolor en los encuentros eróticos

A pesar de este título, en la mayoría de los encuentros eróticos con estimulación distinta al coito no se suele producir dolor. Las caricias de distinto tipo, los besos y abrazos, los masajes, la masturbación a solas o compartida o el sexo oral no suelen producir ninguna molestia. Es en el coito y, en general, en las relaciones de penetración donde se suelen producir problemas debidos a molestias y dolores.

Dentro del coito heterosexual, el dolor en muchas ocasiones está motivado simplemente por falta de excitación en la mujer, lo que hace que no lubrique y que la penetración resulte dolorosa y molesta. Al igual que en el caso de la disfunción erectiva de base psicológica, cuando se ha producido un episodio de este tipo (o varios), la persona anticipa que va a suceder de nuevo (en este caso, anticipa el dolor o la molestia) y por ello disminuye la capacidad para responder con excitación genital (también desaparece el deseo).

La historia de la mujer en relación al coito tiene mucha importancia. En las primeras relaciones coitales suele ser común no disponer de un lugar adecuado, tener miedo al embarazo o a contraer una ETS, temor ante lo desconocido o incluso miedo al dolor. En muchas ocasiones, no se ha creado verdadera confianza con la pareja, no hay una intimidad que permita sentirse a gusto y cómoda o cómodo, la pareja no se ha dado tiempo para conocer el cuerpo del otro (o el propio) o a aprender a estimular a la pareja y estimularse con el cuerpo del compañero o compañera, a disfrutar juntos y a tener orgasmos incluso. A veces, ni siquiera existe un verdadero deseo de realizar el coito.

No es extraño que muchas personas acudan a este primer coito llenos de temor o con nervios. Este miedo, en el caso de muchas mujeres, se traduce en dificultad para excitarse (y por tanto, falta de lubricación) e incluso en tensión en los músculos puboccocígeos.

Ya hemos comentado que la tensión involuntaria de estos músculos puede producir un vaginismo (que implica la imposibilidad de realizar el coito). Una tensión de menor grado de esta musculatura puede producir dolor, aunque permita la penetración.

Muchas mujeres, aunque pueden realizar el coito, afirman sentir molestias y dolores durante el mismo. En estos casos, es conveniente que la mujer que realice una visita al ginecólogo, para descartar la existencia de alguna causa física que pueda estar produciendo el dolor. Si la visita al ginecólogo indica que no hay problemas a nivel físico, nos encontramos con un problema de base psicológica, en la que seguramente la tensión, la ansiedad y la anticipación del dolor juegan un papel importante. Así como alguno de los miedos anteriormente mencionados en el vaginismo.

También hay que mencionar que muchas mujeres que en principio no muestran dolor ni molestias en sus relaciones coitales, pero tampoco placer, con el tiempo pueden llegar a sentir cierta aversión por unas relaciones eróticas que no le producen satisfacción y dejar de lubricar en las mismas (suponiendo que lubricaran anteriormente), incluso contraer de forma involuntaria la musculatura vaginal ante la relación coital que no se desea. De esta forma, con el tiempo, pueden llegar a desarrollar un problema de dolor en las relaciones coitales, incluso de vaginismo.

Por lo tanto, es interesante averiguar en los casos en los que se plantean problemas de este tipo, si la mujer disfruta con relaciones eróticas distintas al coito, si ha disfrutado alguna vez del coito, etcétera.

En cualquier caso, como ya hemos comentado, los vaginismos y los problemas de molestias en la penetración, se trabajan en el contexto de un proceso terapéutico, con una sexóloga o sexólogo y suelen tener buen pronóstico.

María Victoria Ramírez* es psicóloga y sexóloga.

Asociación www.lasexologia.com

“Soy incapaz de realizar el coito con mi pareja debido al dolor que siento. ¿Qué hago?”.

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